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El día de la patria obsesionada
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El día de la patria obsesionada

Los nacionalistas vascos celebran mañana el 'Aberri Eguna', el día de la patria, con la obsesión sobre ETA y sus consecuencias y reivindicando lo que de hecho ya tienen: la extirpación del Estado en Euskadi

Foto: EH Bildu celebra el 'Aberri Eguna' en una imagen de archivo. (EFE/Villar López)
EH Bildu celebra el 'Aberri Eguna' en una imagen de archivo. (EFE/Villar López)
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No es casualidad, ni una elección al azar, que el nacionalismo vasco celebre mañana el Aberri Eguna o día de la patria. El domingo de Resurrección traduce el teocentrismo sabiniano. La resurrección de Cristo será la de Euzkadi (con z), Euskadi (con s) o de Euskal Herria (País Vasco, Navarra y las provincias vascofrancesas). Sabino Arana era un creyente sincero e integrista. Para el fundador del PNV los Efectos de la invasión —título del artículo que publicó el 11 de julio de 1897— consistían en que "España es una nación corrompida", que "la invasión maketa […] es la mayor desgracia que padece el pueblo vasco" y que "la única solución que resta para la salvación de los vascos es su independencia de España".

Claro es que los actuales nacionalistas no dicen lo que decía Sabino Arana, pero los hay —y muchos— que siguen sintiendo algo muy parecido, razón por la que la catarsis ante lo que fue y representó la banda terrorista ETA no llegue y su recuerdo inocule en el nacionalismo una suerte de benignidad moral y ética en el juicio que le lleva a disparatar en la valoración de la historia reciente. La penúltima polémica en el País Vasco se ha provocado por las afirmaciones del consejero de Hacienda y Economía del Gobierno vasco, Pedro Azpiazu, según las cuales el terrorismo de ETA "fue un drama humano" pero que no "tuvo incidencia económica", de tal manera que no serviría para explicar la pérdida de peso de la comunidad en el conjunto de España. En su intento de reescribir la historia, los nacionalistas siguen más obsesionados por ETA que sus propias víctimas.

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Aunque luego se ha desdicho renuentemente, el subconsciente de Azpiazu es muy parecido al de otros muchos nacionalistas: ETA y sus asesinatos, chantajes, secuestros y coacciones, fueron la expresión de un "conflicto", tesis similar a la de Sortu-Bildu, aunque más matizada. Esta reacción del responsable autonómico de Hacienda y Economía es un síntoma singularísimo de que la sociedad vasca en su conjunto está enferma de ETA, unos ciudadanos porque siguen creyendo que tuvo determinado sentido y otros porque no se atreven a negarlo ante la hegemonía de la corrección política sobre esta cuestión en el País Vasco.

En la entrevista que publicó El Confidencial el pasado domingo con el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, ofreció cifras elocuentes. En octubre de 2021, el Gobierno transfirió las competencias en instituciones penitenciarias a la comunidad autónoma vasca, de las que solo disponía Cataluña. A partir de entonces, el Ministerio del Interior impulsó el acercamiento a las cárceles del País Vasco de los presos de ETA poniendo fin a la política de dispersión que fue una estrategia legal, avalada por la justicia europea, y puesta en marcha por el que fuera ministro de Justicia con Felipe González, el fallecido Enrique Múgica Herzog.

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Así se refiere el diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia a este socialista de pro: "Siendo ministro de Justicia, Enrique Múgica ideó y aplicó una política de dispersión de los presos de ETA, con el objetivo de romper el control de la organización terrorista en las cárceles, cosa que logró. Su hermano Fernando (Poto), entonces presidente del PSOE en Guipúzcoa, y que también destacó en su lucha contra ETA desde su despacho de abogados, fue asesinado en plena calle el 6 de febrero de 1996. La banda terrorista pretendió justificar aquella siniestra estrategia de terror como de "socialización del sufrimiento", a la que respondió Enrique Múgica con unas palabras de firmeza de las que nunca se apartó: "Al contrario de frases convencionales, yo ni olvido ni perdono a los asesinos, a los que los han impulsado, a los que han levantado su mano, a los que defienden o exculpan a ETA y la violencia callejera". No estuvo de acuerdo con el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero cuando este emprendió contactos con ETA en 2005, ocasionando el alejamiento definitivo de Múgica del PSOE. "La paz —diría entonces— no es el valor fundamental, porque la paz tiene nombres distintos: está la paz de Múnich; la paz impuesta por los vencedores; la que soportan los vencidos; la del muerto y los campos de exterminio que sufrió mi familia. […] La paz es un valor importante, pero no es el fundamental, que es la libertad".

Las cifras elocuentes del fiscal general del Estado son estas desde que las competencias penitenciarias han quedado en manos del Gobierno vasco: se han concedido 40 progresiones y la fiscalía ha recurrido 21. El juez ha estimado 11 y ha desestimado seis (resto, pendientes) y la fiscalía ha recurrido tres de esas seis en apelación. La benevolencia del Ejecutivo vasco no la comparte, con buen criterio, la fiscalía que, como es obvio, reclama actitudes de los etarras diferentes a las que se dan: ni hay arrepentimiento y no hay colaboración con la justicia pese a que más de 350 atentados siguen sin resolverse en los juzgados de la Audiencia Nacional.

Foto: Un trabajador municipal borra una pintada a favor de ETA en Guernica. (Reuters)

Aunque los afanes independentistas del nacionalismo vasco, del PNV en concreto, se han cumplido mediante la extirpación del Estado de la comunidad —ni presencia, ni símbolos, ni lenguaje integran al territorio en la nación—, ahora se recrudece la batalla por la explicitud separatista ante el empuje de Bildu que puede acabar, o al menos disminuir mucho, la superioridad del PNV. En esta competencia, un tanto fraternal en el fondo, aunque sea al modo de Caín y Abel, y con todos los síntomas del síndrome exculpatorio —Azpiazu dixit— se celebra mañana el Aberri Eguna. Habrá consignas de diferente naturaleza, pero la estrategia pos-ETA consiste en dos movimientos en el tablero político: mirar para otro lado (nunca al pasado de crimen y chantaje) y competir entre los dos nacionalismos para ver cuál de ellos, uno de derecha y otro de izquierda, logra el mejor y mayor botín en Madrid.

Esta legislatura demostraría que con Sánchez todo les ha sido más fácil, pero que nadie dude de que el PNV repetirá la jugada con una alternativa de Gobierno. Porque los nacionalistas de Sabin Etxea siempre ganan. Y cuando perdieron —entre 2009 y 2012— siendo lendakari Patxi López con los votos gratuitos del PP, perfeccionaron las técnicas de flotación política. Por eso ahora están en "la dirección estratégica del Estado" a la que se han sumado los de Arnaldo Otegi.

No es casualidad, ni una elección al azar, que el nacionalismo vasco celebre mañana el Aberri Eguna o día de la patria. El domingo de Resurrección traduce el teocentrismo sabiniano. La resurrección de Cristo será la de Euzkadi (con z), Euskadi (con s) o de Euskal Herria (País Vasco, Navarra y las provincias vascofrancesas). Sabino Arana era un creyente sincero e integrista. Para el fundador del PNV los Efectos de la invasión —título del artículo que publicó el 11 de julio de 1897— consistían en que "España es una nación corrompida", que "la invasión maketa […] es la mayor desgracia que padece el pueblo vasco" y que "la única solución que resta para la salvación de los vascos es su independencia de España".

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