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Page lo consiguió, Lambán lo mereció y Vara, a la espera
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José Antonio Zarzalejos

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Page lo consiguió, Lambán lo mereció y Vara, a la espera

Los tres eran los rostros reconocibles del socialismo anterior a Sánchez. En personalidades jóvenes, como Ignacio Urquizu, está el futuro del PSOE una vez se libre de Sánchez

Foto: El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. (EFE/Ismael Herrero)
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. (EFE/Ismael Herrero)
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La aversión a Pedro Sánchez ha determinado que tres barones socialistas hayan sufrido una suerte desigual en sus territorios, a pesar de que representaron, en distinta intensidad, el rostro más reconocible del PSOE anterior a la satrapía de su actual secretario general. Los tres, sin explicitarlo públicamente, son perfectamente conscientes de que la toxicidad de la Moncloa en sus comunidades, más por sus pactos que por sus políticas, ha convulsionado a sus electorados.

Emiliano García-Page ha salvado su mayoría absoluta por la mínima. Con 17 de 33 escaños (tenía 19 en 2019), el 45,06% de porcentaje de voto (un punto más que en las anteriores autonómicas) y 483.500 papeletas (19.000 más que hace cuatro años), sigue instalado en el toledano palacio de Fuensalida y se convierte en un referente opuesto a todo lo que representa Pedro Sánchez.

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Sus comportamientos y decisiones han sido abiertamente críticos con los pactos del PSOE a nivel nacional (especialmente con los independentistas) y no se ha callado en la crítica ni ante el mismo presidente del Gobierno. García-Page ha obstaculizado a Podemos, consiguiendo que siga siendo extraparlamentario, pero no ha podido evitar que Vox haya entrado en la Asamblea autonómica. En las generales del 23-J, un sector intermedio del electorado redirigirá su voto al PP, porque el presidente castellano-manchego no hará campaña entusiástica para que se repita la fracasada coalición gubernamental y la misma mayoría de investidura con la que los socialistas han naufragado.

Dolorosa ha sido la pérdida de la presidencia de Aragón para un político de amplio espectro como Javier Lambán. Menos decidido que García-Page, no ha ocultado, sin embargo, su repelencia por Sánchez. Llegó a manifestar —este firmante estaba presente en el acto— que al PSOE le habría ido mejor con Javier Fernández de secretario general, ese socialista de reputación reconocida transversalmente que presidió el Principado de Asturias y la gestora socialista entre 2016 y 2017. Lambán ha hecho una buena gestión, lastrada por la política nacional de su partido que él no ha podido contrarrestar.

De los 67 escaños de las Cortes de Aragón, logró el domingo pasado 23, solo uno menos que hace cuatro años, bajó apenas un punto porcentual en el voto popular (29,51% frente al 30,81% de 2019) y perdió apenas 10.000 papeletas (obtuvo el 28-M 193.000 frente a 203.000 hace cuatro años). Baluarte contra el independentismo en la región fronteriza con Cataluña, se las tuvo tiesas con la Generalitat por los Juegos de Invierno y mediante un discurso de afirmación aragonesista y española. Era otro de los rostros del PSOE caoba, aquel socialismo reconocible, identificable. Como en Castilla-La Mancha, muchos de sus electores no repetirán papeleta el 23-J y optarán por el PP.

Guillermo Fernández Vara, descabalgado de la presidencia de Extremadura, se irá a su casa, aunque no pierde ahora la cara y dice que intentará lo imposible: gobernar. Pero sin mayoría necesaria, terminará yéndose y reingresando en el cuerpo de médicos forenses al que pertenece, salvo que Sánchez le tiente para las listas del 23-J. Fernández Vara fue menos combativo que García-Page y que Lambán, pero igualmente reticente. Su falta de energía en salir a la plazuela pública para discrepar abiertamente del presidente del Gobierno —lo hacía de continuo en privado— le ha castigado con la pérdida de seis escaños en una Asamblea autonómica integrada por 65. Ha pasado así de los 34 de 2019 a los 28 del pasado domingo, ha perdido más de 40.000 votos (de 286.000 ha descendido a 242.000, esto es, del 46,73% al 39,89%). Sin embargo, Fernández Vara integra aún la tripleta de barones que trataban de aislar su comunidad de la influencia nociva de Sánchez.

Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura son tres comunidades que el 23-J registrarán una alteración del voto, pasando del apoyo que han prestado a los socialistas enlazados con la mejor evocación del PSOE a un Partido Popular que se ha fortalecido de manera muy notable. Con la excepción de García-Page —quizás en el futuro candidato a un papel de ámbito nacional, si las cosas le van todavía peor al PSOE de Sánchez—, las caídas de Lambán y Fernández Vara sacan del reparto de personalidades socialistas a las figuras autonómicas que, con mayor o menor intensidad, se identificaban con la trayectoria histórica del PSOE, anterior al actual.

Los fracasos de Puig, Armengol y Andreu, alfiles de Sánchez, no han mantenido una resistencia como la de los tres anteriores. Reciben una derrota muy lesiva: en la Comunidad Valenciana, en las Islas Baleares y en La Rioja, el PSOE se ha quedado muy por detrás del PP. Sus colegas de Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura seguirán siendo referentes de un socialismo que se ha negado a traicionarse, aunque lo haya salpicado la toxicidad de Pedro Sánchez. Al amparo de esos líderes, han crecido algunas figuras que quizá tengan un papel en el futuro inmediato de un PSOE en reconstrucción.

Al amparo de esos líderes, han crecido algunas figuras que quizá tengan un papel en el futuro inmediato de un PSOE en reconstrucción

Pongamos un ejemplo: el alcalde de Alcañiz (Teruel), Ignacio Urquizu, un sociólogo y politólogo que en 2019 —apartado de la nomenclatura de Ferraz— se dedicó a la política municipal en su pueblo natal tras una trayectoria interesante en la política nacional. Muchas miradas se dirigen ya a él. Joven, nacido en 1978, ha escrito un libro muy recomendable y prometedor: Otra política es posible. Perfiles como el de Urquizu desmienten el tremendismo de los partidarios de Sánchez, que sostienen la mendacidad de que es insustituible. En absoluto. Nunca un político lo fue más.

La aversión a Pedro Sánchez ha determinado que tres barones socialistas hayan sufrido una suerte desigual en sus territorios, a pesar de que representaron, en distinta intensidad, el rostro más reconocible del PSOE anterior a la satrapía de su actual secretario general. Los tres, sin explicitarlo públicamente, son perfectamente conscientes de que la toxicidad de la Moncloa en sus comunidades, más por sus pactos que por sus políticas, ha convulsionado a sus electorados.

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