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Viene a cuento Alfredo Pérez Rubalcaba
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Viene a cuento Alfredo Pérez Rubalcaba

Pérez Rubalcaba anticipó los graves problemas para el PSOE derivados de pactos con la izquierda radical, el independentismo catalán y con los 'abertzales' de Otegi. El tiempo le ha dado la razón

Foto: El ex secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba. (EFE)
El ex secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba. (EFE)
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El próximo lunes día 12 de junio se entregará en la Residencia de Estudiantes (Madrid) la tercera edición del premio que recuerda a Alfredo Pérez Rubalcaba. La galardonada ha sido Francisca Sauquillo, una militante de la izquierda y esforzada luchadora por los derechos civiles que jugó un papel protagonista en la transición y en el movimiento feminista. Antes que ella, fueron también reconocidos con esta distinción José María González Pérez, Peridis, arquitecto y dibujante, gran amigo del socialista prematuramente fallecido, y Joan Manuel Serrat, que a sus más de 80 años sigue siendo un referente de valores entreverados en la sociedad española.

Alfredo Pérez Rubalcaba lo fue todo en la política española y, singularmente, en los años noventa y hasta 2015. Ministro con los dos presidentes socialistas —González y Zapatero—, vicepresidente del Gobierno con este último y secretario general del PSOE tras la derrota en las elecciones de 2011, cuando se echó a la espalda un partido en profunda crisis. Al abandonar la política, y hasta su fallecimiento en mayo de 2019, se dedicó a la universidad y rechazó cualquier puerta giratoria. Fueron unos años, breves, pero fructíferos, de conversaciones, reencuentros con sus amigos, sosiego y reciclaje universitario.

Foto: Los Reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, con Ana Pastor, Pedro Sánchez y Pilar Goya, este 11 de mayo en la capilla ardiente de Alfredo Pérez Rubalcaba en el Congreso. (EFE)

Cuando parece que todo es confrontación, que socialistas y conservadores no encuentran ni razones ni conexiones para políticas de Estado, el recuerdo de Pérez Rubalcaba desmiente la irreversibilidad de la actual realidad política. El cántabro fue, sí, un adversario temible, pero también un negociador responsable y fiable. Interlocutor del PSOE con el Gobierno de Aznar para cerrar con Javier Zarzalejos, secretario general de la Presidencia, en el año 2000, el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo —firmado en la Moncloa el 8 de diciembre—, colaboró en la comisión de seguimiento de ese acuerdo, en donde se logró el consenso sobre la ley de partidos con la que se ilegalizó a Herri Batasuna, Acción Nacionalista Vasca y Euskal Herritarrok.

Aquel fue un pacto estratégico para la democracia en España, en el que los buenos oficios del socialista quedaron acreditados. Fue trascendente también su medido discurso en el Congreso con motivo del debate de la ley de abdicación (junio de 2014) de Juan Carlos I. Pérez Rubalcaba reafirmó el compromiso del PSOE con la Constitución de 1978 a través de la defensa de la monarquía parlamentaria. La renuncia del Rey aplazó sus planes de regresar a la vida privada. Fue, con otros, muy pocos, un consultor leal del monarca.

Fue trascendente también su medido discurso en el Congreso con motivo del debate de la ley de abdicación de Juan Carlos I

Se atribuyen a Pérez Rubalcaba algunos episodios que sus adversarios han manoseado hasta la deformación. Ni fue un Maquiavelo ni un Fouché, como le llegaron a caricaturizar. Pérez Rubalcaba tuvo un carisma especialísimo, como quedó atestiguado en el auténtico funeral de Estado que acompañó su despedida en mayo de 2019. La capilla ardiente con sus restos mortales en el Congreso de los Diputados ofreció la ocasión de comprobar que la pituitaria popular no yerra: sabía que se iba uno de los hombres clave de la democracia española.

Como mera anécdota personal, contaré que cuando Luis Velo y Guillermo Gómez, con el guion de Historia de un desafío, de Manuel Sánchez Corbí y Manuela Simón, quisieron producir la, hasta el momento, mejor serie sobre ETA (en catálogo aún en Amazon Prime Video: ETA: el desafío), y me encomendaron la dirección editorial de la iniciativa, pocas personas me ayudaron tanto (para contactar con personalidades políticas que presentasen sus testimonios en la serie, víctimas, precisión de acontecimientos, fechas) que Alfredo Pérez Rubalcaba (falleció antes de recoger su versión en el documental), quien siempre aconsejó mantener las distancias con los legatarios políticos de ETA.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Mariscal)

Fue él, en este caso sí, el que acuñó, por esa razón y otras, el término Frankenstein para describir el propósito de pactos y acuerdos que Pedro Sánchez ya intentó en 2016 y por lo que hubo de renunciar a la secretaría general del PSOE ante el mismo órgano —el Comité Federal— que el sábado se reúne para ratificar las listas del 23-J y el programa para las generales. En su momento, Pérez Rubalcaba argumentó los graves problemas para el PSOE derivados de una vinculación con la izquierda radical, el independentismo catalán —antes de su golpe en 2017— y, eventualmente, con los abertzales proetarras. El tiempo le ha dado la razón.

La memoria de Pérez Rubalcaba sigue vivísima. Porque los acontecimientos lo sitúan en ese plano referencial preciso en tiempos como estos en los que la sensatez y la experiencia parecen haberse volatilizado. Sus amigos y compañeros —militantes y no militantes en la izquierda— apoyamos el galardón que rinde recuerdo a su figura y su obra. Fue un hombre necesario en su momento; y ahora lo sería tanto más que entonces. Es verdad, sin embargo, que su fallecimiento precoz —a los 67 años— evoca al clásico cuando escribió que “la muerte no existe, la gente solo muere cuando la olvidan”. Y al socialista, la gente no lo ha olvidado. Menos aquí y ahora. Tanto en su partido como fuera de él. El futuro solo puede ser el de un PSOE muy parecido al de Pérez Rubalcaba, que alcanzó registros de aceptación electoral verdaderamente históricos en la democracia de 1978, inéditos desde su fundación por Pablo Iglesias Posse en 1889 en la madrileña y castiza Casa Labra.

El próximo lunes día 12 de junio se entregará en la Residencia de Estudiantes (Madrid) la tercera edición del premio que recuerda a Alfredo Pérez Rubalcaba. La galardonada ha sido Francisca Sauquillo, una militante de la izquierda y esforzada luchadora por los derechos civiles que jugó un papel protagonista en la transición y en el movimiento feminista. Antes que ella, fueron también reconocidos con esta distinción José María González Pérez, Peridis, arquitecto y dibujante, gran amigo del socialista prematuramente fallecido, y Joan Manuel Serrat, que a sus más de 80 años sigue siendo un referente de valores entreverados en la sociedad española.

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