Es noticia
Presidente, es usted un hombre hecho a sí mismo
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

Presidente, es usted un hombre hecho a sí mismo

Pedro Sánchez ya sabe que el problema es él, que el lastre electoral del PSOE es él, que el tractor que motiva el voto contrario a sus listas es él

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Eva Ercolanese/PSOE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Eva Ercolanese/PSOE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Pedro Sánchez nunca defrauda. Sea cual fueren los colegas que le entrevistan, el presidente del Gobierno contesta y se explica de manera perfectamente previsible. En este recorrido por los medios y buscando el difícil propósito de no despeñarse el 23-J, está demostrando una resistencia numantina, peleando contra sí mismo y, en particular, paliando la contradicción permanente que unos llaman "mentiras", otros, "rectificaciones". Sean lo que fueren, el mal que le aqueja no es otro que la ausencia de fiabilidad que le atribuyen, incluso, sus socios y aliados.

Probablemente, no es ya creíble porque, como en la fábula de Esopo, le ocurre lo que al escorpión que vadeó el río sobre el lomo de una rana a la que terminó por clavar su aguijón. "¿Por qué lo haces?", preguntó ingenuamente el batracio. "Porque está en mi naturaleza", contestó el arácnido. Y, en la naturaleza del presidente del Gobierno, está, precisamente, un entendimiento a conveniencia de la realidad de la política, un uso alternativo de los hechos y una interpretación sofística de las circunstancias. Pero, sobre todo, una autopercepción de tal envergadura que aplasta al personaje.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un mitin de este fin de semana. (EFE/Miguel Barreto)

El presidente del Gobierno dispone de un mecanismo de fuga muy ensayado: todo aquello que le contraría, todo aquello que le contradice, todo aquello que le erosiona es responsabilidad ajena, nunca propia. Incluso cuando el electorado le propina un varapalo (28-M), se revuelve con falsa humildad contra él y, desafiando todas las ponderaciones, convoca elecciones el 23 de julio, arrasando con las vacaciones, sometiendo al calor y alterando el merecido sosiego de los ciudadanos y desconociendo otros intereses, desde la presidencia de turno de la Unión Europea hasta la premura con la que obliga a articularse a su espacio a la izquierda, e, incluso, omitiendo un análisis razonablemente sosegado de los motivos de la derrota.

Esta forma de ser —es temperamental, no caracterológica, porque en el presidente manda siempre el impulso sobre el control emocional, aunque no lo parezca— puede manifestarse de maneras diferentes. Lo mismo se expresa como un campeón que como un ser vulnerable y abatido, por eso que llama la burbuja del antisanchismo que le presenta como una persona deplorable, falaz, inmisericorde y con una ambición desmedida de poder y control. Sin embargo, tanto cuando parece lo que sus adversarios denuncian como cuando asemeja a un tipo abatido por las mentiras que de él se estarían contando por los ocultos poderes con los que trata de amedrentar, Sánchez sigue siendo Sánchez en estado puro, y resulta tan poco sugestivo en cualquiera de sus versiones. Ya nos advirtió Carmen Calvo de que hay más de un Sánchez, aunque, al final, no deje de ser el mismo.

Foto: Pedro Sánchez acude a 'Lo de Évole'. (Reuters/Juan Medina-EFE/Sergio Pérez) Opinión

Con Évole el domingo; antes, con el Gran Wyoming, y, antes aún, con Alsina —y de por medio en El País y hoy con Motos—, el presidente es un hombre hecho a sí mismo. Es lo que es porque él se ha labrado su imagen, su reputación y su (in)credibilidad. Suponer que, hoy por hoy, después de cinco largos años de retratarse a golpe de martillo sobre cincel —sin compasión para sí mismo ni para los demás—, corregirse va a ser un recurso de consultor eficaz para remontar es tanto como tener en poco la inteligencia de los electores. No va a funcionar este plan Pons en siete días, por más que el peor intento es el que no se hace. Encender el motor de aspersión de responsabilidades sobre otros —sean estos los medios, los empresarios o la conspiración mundial contra él— forma parte del catálogo de instrucciones de los gurús que asesoran en las campañas electorales después de que los colaboradores más inmediatos aprueben el teatrillo. Para los medios, el espectáculo es beneficioso: da audiencia y a los entrevistadores les aumenta la notoriedad.

Toda esta planificación de impactos mediáticos —sin saber exactamente si dan en el blanco o no— alberga, no obstante, una grave desventaja: Pedro Sánchez ya sabe que el problema es él, que el lastre electoral del PSOE es él, que el tractor que motiva el voto contrario a sus listas es él. O, en otras palabras: el presidente del Gobierno es consciente de que su persona es el factor determinante del 23-J, de tal modo que no se vota principalmente por el éxito de Feijóo, sino por el fracaso de una marca: Sánchez, no el PSOE. En este aspecto, aunque implique un incómodo reconocimiento, Pedro Sánchez ha mostrado lucidez: él es el problema y ya no forma parte de la solución. Porque un self-made man no se desmiente a sí mismo, ni siquiera cuando lo intenta.

Pedro Sánchez nunca defrauda. Sea cual fueren los colegas que le entrevistan, el presidente del Gobierno contesta y se explica de manera perfectamente previsible. En este recorrido por los medios y buscando el difícil propósito de no despeñarse el 23-J, está demostrando una resistencia numantina, peleando contra sí mismo y, en particular, paliando la contradicción permanente que unos llaman "mentiras", otros, "rectificaciones". Sean lo que fueren, el mal que le aqueja no es otro que la ausencia de fiabilidad que le atribuyen, incluso, sus socios y aliados.

Pedro Sánchez PSOE Elecciones Generales
El redactor recomienda