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Los frikis entran en campaña (Puigdemont y Tezanos)
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José Antonio Zarzalejos

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Los frikis entran en campaña (Puigdemont y Tezanos)

Gracias a Puigdemont, la Justicia española se impone en la UE, mientras en plena precampaña el presidente del CIS promociona su próxima novela ('El CIS de Tezanos') con sondeos desaprensivos

Foto: Carles Puigdemont. (Reuters/Guglielmo Mangiapane)
Carles Puigdemont. (Reuters/Guglielmo Mangiapane)
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Ayer se desvaneció la posibilidad, tan barajada, de que la Justicia española —y, en particular, la Sala Segunda del Tribunal Supremo— quedase desautorizada por el Tribunal General de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo. La primera victoria de los magistrados españoles se produjo cuando el Parlamento Europeo en marzo de 2021 acordó, en votación secreta (400 a favor, 248 en contra y 45 abstenciones), retirar la inmunidad a Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí y aceptar el suplicatorio de España que les imputaba delitos de sedición y malversación. Contra el acuerdo parlamentario recurrieron los tres y el TGUE lo ha confirmado ayer, extendiendo al Supremo español y al magistrado instructor de los hechos delictivos del proceso soberanista, Pablo Llarena, un certificado de calidad jurídica que con tanto afán se les ha negado en España.

Esta sentencia, que permite pronosticar que, antes o después, Puigdemont, Comín y Ponsatí, serán entregados a la Justicia española por la belga mediante el éxito de una nueva euroorden, es posterior a otra de enero de este mismo año en la que los jueces europeos establecieron el criterio —dirigido a los togados belgas— de que una autoridad judicial de ejecución no dispone de la facultad de negarse a dar vía libre a una orden de entrega salvo que "se compruebe que en ese Estado miembro hay deficiencias sistémicas o generalizadas que afectan a su sistema judicial y que el órgano jurisdiccional que habrá de enjuiciar a la persona buscada en dicho Estado miembro es manifiestamente incompetente para ello". Y como quiera que esa salvedad no concernía a la Administración de Justicia española ni a su Estado de derecho, cuando la Justicia de Bélgica tramite la nueva euroorden ya no podrá eludirla con subjetividades sectarias. Veremos luego, según las normas de competencia, qué tribunal si el Supremo u otro se hace cargo del enjuiciamiento de los fugados.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/Julien Warnand)

Con estas dos sentencias —y con la que resuelva el recurso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea que interpondrán los interesados contra la primera instancia del General de la UE—, Carles Puigdemont y sus dos compañeros de huida serán juzgados en España (en nuestro sistema, no hay juicio en ausencia, en otras democracias, sí) por los delitos de malversación agravada y desobediencia, aunque ya no por sedición, porque el Gobierno de Pedro Sánchez decidió suprimir ese tipo penal para cumplir sus compromisos políticos con Esquerra Republicana de Catalunya.

Y aunque el presidente del Gobierno proclamó que él traería a Puigdemont a España ("Yo me comprometo, hoy y aquí, a traerlo de vuelta y que rinda cuentas ante la Justicia", debate del 5 de noviembre de 2019, cinco días antes del 10-N), tampoco va a poder cumplir esa promesa. Su política, mediatizada por sus socios de investidura —todos afectados por la toxicidad de sus pactos—, ha consistido en suavizar el reproche penal a los sediciosos hasta límites verdaderamente impensables: primero, con el indulto parcial contra el criterio del Supremo y, luego, con la reforma ad hoc del Código Penal, pero sin conseguir, en definitiva, eso que decía pretender: la desjudicialización del proceso soberanista.

Puigdemont, una personalidad friki, la victoria de la Justicia española y la relación entre el actual PSOE de Sánchez con sus socios, tan defraudados por la marcha de los acontecimientos, irrumpen en la campaña alterando los términos de la conversación pública y situando en el centro del debate un asunto que al socialista no le conviene: la cuestión catalana, con todo su cortejo de medidas de apaciguamiento, que es una mercancía política que un sector muy amplio del electorado no está dispuesto a comprarle.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante un acto sectorial del Partido Popular en Cataluña el pasado 26 de junio. (Europa Press/David Zorrakino)
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No será la sentencia desfavorable a Puigdemont el único twist del debate público. La tosquedad sectaria de José Félix Tezanos le convierte en otro friki en el escenario político español. Sus desaprensivas conclusiones demoscópicas de ayer, como continuación de todas las anteriores desde 2018, lejos de perturbarle, le complacen por un enfermizo afán de notoriedad de la que no ha disfrutado hasta alcanzar la década septuagenaria. Con sus sondeos, el presidente del CIS está haciendo la campaña promocional de su segundo (delirante) libro otoñal.

El primero fue una loa al presidente del Gobierno (publicado siendo él presidente del CIS) con el título Pedro Sánchez. Había partido: de las primarias a la Moncloa. Ya está preparando otro que se titula El CIS de Tezanos. Se lo anuncia a su predecesor en el cargo, el catedrático de Sociología Cristóbal Torres Albero, en una entrevista publicada en el volumen conmemorativo del 60 aniversario de la constitución de la entidad. Le dice: "La verdad es que yo nunca aspiré a ser presidente del CIS (...) la forma en la que se produjo dicho nombramiento es una anécdota que contaré en el libro que ya tengo escrito, pero que no publicaré hasta que deje el CIS, y que se va a llamar El CIS de Tezanos" (página 334).

Esta persistencia dolosa en el error de prevaricar demoscópicamente no colabora con el PSOE de Pedro Sánchez, lo desacredita

Todo el revuelo que sistemáticamente se produce con sus sondeos —con conclusiones diferentes a todos los demás, incluso a los que resultan más favorables para Sánchez— deleitan a este personaje, tan raro que se siente en la obligación de amparar los propósitos de "Pedro" (así se refiere constantemente al presidente del Gobierno), por el que bebe los vientos, sin importarle su propia reputación porque quizá, como dijo la actriz Mae West, "nunca la he tenido". Sin embargo, esta persistencia dolosa en el error de prevaricar demoscópicamente no colabora con el PSOE de Sánchez: lo desacredita en la medida en que el CIS es un organismo autónomo adscrito al Ministerio de la Presidencia y todas sus actividades están financiadas por los impuestos de los ciudadanos.

Irrumpir en la campaña de esta forma —más como promoción vanidosa de su libro que como servicio público, tan innecesario, por cierto— es otro lastre para el PSOE, porque el valor performativo de las encuestas del CIS (de Tezanos) es, por su desprestigio, negativo y predictor de que ocurrirá lo contrario de lo que anticipan. Quiere el sociólogo de cabecera que su obrita oportunista sea un bestseller, pero resulta más realista pensar que nadie se acordará del autor cuando desaloje su despacho en el número 8 de la madrileña calle Montalbán.

(*) Definición de friki en el DRAE: 1 ª acepción: "Extravagante, raro o excéntrico". 2 ª acepción: "Persona pintoresca y extravagante".

Ayer se desvaneció la posibilidad, tan barajada, de que la Justicia española —y, en particular, la Sala Segunda del Tribunal Supremo— quedase desautorizada por el Tribunal General de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo. La primera victoria de los magistrados españoles se produjo cuando el Parlamento Europeo en marzo de 2021 acordó, en votación secreta (400 a favor, 248 en contra y 45 abstenciones), retirar la inmunidad a Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí y aceptar el suplicatorio de España que les imputaba delitos de sedición y malversación. Contra el acuerdo parlamentario recurrieron los tres y el TGUE lo ha confirmado ayer, extendiendo al Supremo español y al magistrado instructor de los hechos delictivos del proceso soberanista, Pablo Llarena, un certificado de calidad jurídica que con tanto afán se les ha negado en España.

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