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José Antonio Zarzalejos

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La confrontación inevitable

A Feijóo le ha tocado el protagonismo en este tiempo de resistencia y ha demostrado que será capaz de mantenerla con serenidad y contundencia democráticas frente al proyecto de ruptura de Sánchez

Foto: Pedro Sánchez (d) y Alberto Núñez Feijóo durante la segunda jornada del debate de investidura del líder del PP. (Europa Press/Eduardo Parra)
Pedro Sánchez (d) y Alberto Núñez Feijóo durante la segunda jornada del debate de investidura del líder del PP. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Qué alto, a veces, grita el silencio” (frase recogida por Gregorio Marañón en su ensayo titulado La psicología del gesto).

La confrontación, según se ha escrito, significa, simplemente, encontrarse de frente con la verdad. Y la verdad, tras atender con cierta consternación a las dos primeras sesiones del debate de la investidura de Núñez Feijóo, es que a Pedro Sánchez y al PSOE la situación se les está yendo de las manos. Que el socialista delegase su réplica —escasa autoestima la suya— en un diputado de las características políticas y personales de Óscar Puente es el síntoma más expresivo del propósito destructivo del proyecto del presidente en funciones.

No es cuestión de acumular adjetivos calificativos a la torpe estratagema parlamentaria del PSOE, pero sí de subrayar que superó los pronósticos más pesimistas acerca del nivel del depósito de escrúpulos de Sánchez y, también, que las intervenciones del secretario general del PCE (Enrique Santiago), de ERC (Gabriel Rufián), de Junts (Miriam Nogueras) y de EH Bildu (Mertxe Aizpurúa) transparentaron las intenciones que el presidente del Gobierno en funciones trata de ocultar, no ya a la sociedad en su conjunto, sino singularmente al Congreso de los Diputados.

Los socios hablan por Sánchez

Escribió Miguel de Unamuno que “el silencio es la peor mentira”. Viene al caso la reflexión porque Pedro Sánchez no intervino en el debate, no solo como muestra de desprecio hacia el presidente del PP, que también, sino porque todavía no está en condiciones de asumir y defender sin sonrojarse que el precio de mantenerse en la Moncloa es, entre otros igualmente exorbitantes, la tramitación de una ley orgánica de amnistía para legitimar a los responsables del golpe de 2017 en Cataluña.

La de Óscar Puente resultó una tosca y frustrada maniobra de diversión, pero los socios del secretario general del PSOE no le permitieron administrar los tiempos a su antojo. De tal manera que salió del Congreso con rostro tenso y gesto contrariado. Y con sus propósitos, desvelados. Negarlos ahora sería dejar a la intemperie a los políticos-lanzadera que él mismo ha reclutado como embajadores de su investidura, y de modo muy particular, a la también silente lideresa de Sumar, Yolanda Díaz, que corrió, quizás antes de tiempo, a presentar sus respetos a Carles Puigdemont en Waterloo.

Independentistas y nacionalistas están jugando en la pista nacional para acumular munición y usarla en sus disputas en Cataluña y País Vasco

Las intervenciones de los socios independentistas y nacionalistas catalanes y vascos de Pedro Sánchez dispusieron de una lógica aplastante: están jugando en la pista política nacional, pero para acumular munición y emplearla en sus bélicas y fraternales disputas en Barcelona (ERC contra Junts y a la inversa) y Vitoria (Bildu contra PNV, y a la inversa) tratando a la vez de migrar hacia un modelo alternativo al constitucional de carácter confederal que es lo que confían arrancar al líder del PSOE. De ahí que sus portavoces no tuviesen empacho alguno en tildar a la Constitución de “posfranquista” y a la transición de “falsa”, es decir, en reconocer que su objetivo es, a través de la investidura del socialista, desmantelar el sistema constitucional. No será, sin embargo, tan fácil como quizá supusieran antes de escuchar al presidente del PP y sus aceradas réplicas —empapadas de una eficaz sorna vitriólica— a Rufián, Nogueras, Aizpurúa y Esteban.

La amnistía, lo esencial del debate

Lo esencial es que la amnistía, un referéndum en Cataluña al amparo del artículo 92 de la Constitución y un mediador internacional como garantías de los acuerdos entre el PSOE y los separatistas en contrapartida a la investidura de Sánchez, significan, de producirse como parece probable, la deslegitimación del sistema constitucional de 1978 y su ruptura. Ninguna de las tres cesiones que reclaman ERC y Junts —con el apoyo de Sumar y de EH Bildu y el PNV— para investir al Pedro Sánchez son aceptables ni jurídica ni políticamente.

Foto: Pedro Sánchez besa a Carles Puigdemont en un grafiti de Barcelona. (Reuters/Albert Gea)

El expresidente del Tribunal Constitucional, Pedro Cruz Villalón (1998-2001), progresista, ha escrito tajantemente que “las actuales Cortes Generales carecen de legitimidad para promulgar una amnistía política” (Constitución menguante. El País del 21 de septiembre pasado); el exministro socialista y expresidente del Consejo de Estado, Tomás de la Cuadra Salcedo, ha escrito que “son argumentos políticos los que hacen, sobre todo, inviable una amnistía que ningún candidato puede aceptar con el significado que pretende dársele y menos como condición para apoyar una investidura” (Gracia y Justicia. El País del 8 de septiembre pasado) y el escritor Javier Cercas, que apoyó públicamente a los partidos de la coalición, ha escrito sin ambages que “una medida de gracia como la de 1977, que borre los delitos del procés, deslegitimaría la democracia y contribuiría a enquistar el problema catalán” (No habrá amnistía. El País del 13 de septiembre pasado).

"Las Cortes Generales carecen de legitimidad para promulgar una amnistía política", según el expresidente del TC, Pedro Cruz Villalón

Las citas de autoridad anteriores se recogen de un medio y de unos autores en absoluto, aquel y estos, sospechosos de hostilidad hacia el secretario general del PSOE. Y esas opiniones —con otras muchas en el mismo sentido— pesan sobre Sánchez, aunque ni él ni su entorno lo reconozcan, y son criterios ampliamente compartidos que actúan como la ley de la gravedad que no se ve ni se toca, pero que funciona. Por eso en la Moncloa están percibiendo el intangible de un ambiente que se adensa, una alarma que aumenta y un creciente nivel de rechazo a esas medidas de transacción entre otras razones porque la mayoría de los ciudadanos (78%) considera “válida” la Constitución de 1978 y entiende (también el 78%) que “en democracia todo puede cambiarse siempre que se haga a través de la legalidad vigente” (Estudio de la Fundación BBVA sobre cultura política en España de 2023).

Feijóo, oposición y resistencia

Núñez Feijóo tanto con su discurso como con sus réplicas en el debate de investidura ha contribuido a descolocar aún más a Sánchez y al PSOE. El presidente del PP estuvo a la altura de las circunstancias y, tras unos momentos de titubeo después de la intervención del sustituto del secretario general del PSOE, mostró aplomo, compostura y cuajo parlamentarios. Era lo que se le demandaba y cumplió. Empleó una técnica de abrelatas con sus interlocutores en la tribuna hasta lograr que el magmático grupo de previstos apoyos a la investidura de Sánchez quedase retratado en sus intenciones, contradicciones y fragilidades. Por lo demás, Núñez Feijóo supo revertir la energía negativa del vilipendio al que le quiso someter Sánchez con el discurso del diputado socialista por Valladolid para que impactase como un bumerán sobre la reputación de la dirección del grupo parlamentario del PSOE y del núcleo decisor de la Moncloa.

El secretario general de los socialistas tratará de recuperar el control de su proyecto y, si lo mantiene en los términos que han quedado desvelados y confirmados con su silencio positivo, es obvio que condena al país a una confrontación histórica —darse de bruces con su nítida intención de quebrar el sistema— porque la aprobación de una ley de amnistía y, eventualmente, un referéndum de autodeterminación rompen las reglas de juego, alteran la letra y el espíritu constitucionales, y entregan el mando parlamentario del Estado a las fuerzas secesionistas.

Sánchez ha quemado sus barcos y roto las relaciones con la derecha democrática que no es hacerlo solo, ni principalmente, con el PP

La cuestión adicional pero necesaria para culminar su proyecto es que Pedro Sánchez, además de descabellar a la izquierda más templada, zarandeada en las dos sesiones del Congreso, incluso por el ocasional portavoz socialista, ha quemado sus barcos y roto por completo las relaciones con la derecha democrática española que no es hacerlo solo, ni principalmente, con el PP. Es mucho más, como habrá ocasión de comprobarlo. Y a Núñez Feijóo le ha tocado el protagonismo en este tiempo de resistencia y ha demostrado que será capaz de mantenerla con serenidad y contundencia democráticas. Por eso era necesario el debate de su fallida investidura. Muchas veces, tanto en la política como en la vida, se gana perdiendo.

Qué alto, a veces, grita el silencio” (frase recogida por Gregorio Marañón en su ensayo titulado La psicología del gesto).

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