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Pamplona y las 27 balas que no fueron suficientes
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José Antonio Zarzalejos

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Pamplona y las 27 balas que no fueron suficientes

No será un personaje tan hueco de cualquier virtud como Pedro Sánchez quien quiebre una trayectoria histórica de la sociedad navarra caracteriza por su voluntad de ser

Foto: Rueda de prensa de Joseba Asirón e Idoia Zabaleta (EH Bildu) ante la moción de censura contra la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola. (EFE/Iñaki Porto)
Rueda de prensa de Joseba Asirón e Idoia Zabaleta (EH Bildu) ante la moción de censura contra la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola. (EFE/Iñaki Porto)
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Los concejales del Partido Socialista de Navarra (cinco de 27) votarán el próximo día 28 la moción de censura que ha presentado EH Bildu (8) contra la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola (UPN), cuyo partido fue el más votado en la ciudad, con nueve concejales. Secundan así a una organización “progresista y democrática”, en palabras de Oscar Puente, el político tabernario que ostenta la condición de ministro de Transportes en el Gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez, ese paradigma de desvalores políticos que repitió hasta la saciedad (“¿se lo repito otra vez?”) que jamás pactaría con los abertzales proetarras.

Este episodio se produce después de que el secretario general del PSOE haya sido investido en el Congreso con los votos de la coalición de Otegi (seis escaños) y es un pago aplazado de ese apoyo, con otros que irán explicitándose en los próximos meses. No ha de olvidarse, para situar en contexto lo que sucederá en el ayuntamiento de la capital de la comunidad foral de Navarra, que el Partido Popular entregó a los socialistas, sin nada a cambio, las alcaldías de las capitales de Euskadi (Vitoria) y Cataluña (Barcelona).

El nuevo alcalde de Pamplona será Joseba Asirón (1962), que ya lo fue entre 2015 y 2019, pero sin el apoyo de los concejales del PSN. Se proclama que el edil forma parte de la nueva izquierda abertzale porque en 1998 condenó el asesinato terrorista de Tomás Caballero, concejal pamplonés por UPN, una condena que no ha repetido —al contrario, ha remoloneado— una vez incorporado a la nomenclatura del abertzalismo oficial.

Saludé a dos de los hijos de Caballero el pasado 24 de noviembre en el acto de recepción en Pamplona del primer premio José Javier Uranga, mítico director del Diario de Navarra, cuya fundación ha creado el galardón para recordar a este periodista e historiador (1925-2016) emblemático que en agosto de 1980 padeció un brutal atentado. Un comando de la banda le disparó hasta 27 balas de las que, según su biógrafo, Miguel Ángel Iriarte ( José Javier Uranga. Pasión por el periodismo y por Navarra), 18 le impactaron dejándole medio muerto. Con una fortaleza física y emocional extraordinaria, Uranga, tras casi un año hospitalizado, regresó a la dirección del Diario de Navarra, en el que continuó hasta 1990. Efectivamente y como relata Iriarte, esas balas “no fueron suficientes” para callar una de las voces periodísticas e intelectuales más lúcidas y rotundas del mejor navarrismo, fiel a su foralidad histórica y leal a España y a la monarquía parlamentaria.

Foto: Joseba Asiron, candidato de Bildu a la Alcaldía de Pamplona, y Otegi en un acto de campaña. (EFE/Javier Etxezarreta)

En 1980, la banda terrorista ETA (cuando el inmediato alcalde de Pamplona ya era mayor de edad) asesinó a 98 personas en España —el año más luctuoso— de un total, entre 1969 y 2009, de 857, 42 de ellas en Navarra, siendo, por tanto, tras Guipúzcoa, Vizcaya, Madrid y Barcelona, la quinta comunidad en la que la organización criminal perpetró más atentados mortales, entre los que no se cuentan los heridos (como José Javier Uranga), los chantajeados, los secuestrados y los destrozos materiales.

Pese a esta aritmética aterradora, EH Bildu y antes HB, y entre ambas siglas las que refugiaron al brazo civil de ETA, no han condenado estos delitos (dicen rechazarlos) porque ese reproche les resulta excesivo. En una entrevista en la Agencia EFE del 15 de octubre de 2021, el socialista e interlocutor en su momento con el actual líder de EH Bildu, Jesús Eguiguren, declaró que “tienen que decir que ETA estuvo mal, que matar estuvo mal. Mientras no hagan eso, tienen una responsabilidad. Otegi decía que hacer la paz era más difícil que hacer la guerra, ahora debería decir que condenar lo que hicieron es más difícil que hacer la paz”.

Con ese partido “democrático y progresista” (Puente dixit) es con el que el PSOE ha llegado a acuerdos constantes desde junio de 2018. La fotografía de Sánchez con Aizpurua, diputada por Bildu y portavoz de su grupo en el Congreso, en un encuentro cordial y entre sonrisas celebrado en octubre pasado, explicaba sin palabras la abstención de EH Bildu para aupar a María Chivite a la presidencia del Gobierno de la comunidad foral y, ya investido el secretario general del PSOE como presidente del Gobierno, con el apoyo del abertzalismo radical, se ha interpretado otro apartado más del pacto implícito o explícito entre ambas formaciones: la alcaldía de Pamplona. De modo tal que el PSOE sigue fulminando sus propios límites y Sánchez desafiando indecorosamente sus compromisos insistentemente repetidos.

Así las cosas, a nadie podría extrañar, al contrario, que, si los abertzales proetarras ganan las próximas elecciones vascas, los socialistas apoyen a su candidato a la presidencia del Gobierno. Tanto más dice Eneko Andueza, secretario general del PSE, que jamás la harán, tanto más es previsible que lo hagan. A fin de cuentas, Otegi ha dado facilidades poniéndoles un tipo sin mochila histórica: Pello Otxandiano, de 40 años, ingeniero y responsable del programa de la coalición. Lean la crónica de Itziar Reyero publicada ayer, que valora con acierto la repercusión de esta maniobra en la capital navarra sobre el inmediato futuro de la política vasca.

Navarra es una comunidad foral apetecida por el nacionalismo vasco en cualquiera de sus versiones. El PNV, pese a su desafecto a la Constitución, no solo consiguió la disposición adicional primera que habilita los actuales privilegios de la comunidad vasca, también arrancó a los constituyentes una disposición transitoria (la cuarta) que establece la posibilidad de que los órganos de gobierno de Navarra —ahora dependientes de EH Bildu— impulsen un proceso de incorporación al País Vasco, cuyo Estatuto, en el artículo segundo, proclama la extensión territorial de la comunidad añadiendo a las provincias de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa la de “Navarra, en el supuesto de que esta última decida su incorporación”.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Fernando Villar)

El socialismo, que, en la época de los años de plomo, enterró a notorios dirigentes vascos y navarros asesinados por ETA, adopta una decisión, otra más, verdaderamente desoladora para los que juntamos allí hombro con hombro nuestros esfuerzos por la libertad, la Constitución y la unidad de España. Va a entregar —después de destrozar los tendones del cuerpo estatal— el ayuntamiento de Pamplona a EH Bildu, tras apoyarse en esa coalición para seguir en la presidencia de Navarra y recabar sus votos en el Congreso para que Sánchez siga en la Moncloa. Y no: ni es un partido democrático (no todo lo legal lo es), ni es un partido progresista.

El día 24 de noviembre tuve la fortuna —y el enorme consuelo democrático— de besar y abrazar a la viuda de José Javier Uranga, a sus hijos y a sus nietos, a su yerno y a su nuera, y de pronunciar un elogio a su trayectoria y a su obra que ha quedado en los anales de la libertad foral de Navarra, que pasa, para que sobreviva y como el gran periodista escribió tantas veces, por resistir al nacionalismo vasco anexionista. El PSOE, ahora, le abre las puertas de par en par. Pero si ni con 27 balas quebraron ni la vida, ni la voluntad, ni las convicciones de José Javier Uranga, adalid del navarrismo democrático, no será un personaje tan hueco de cualquier virtud como Pedro Sánchez quien quiebre una trayectoria histórica de la sociedad navarra caracteriza por su voluntad de ser.

Los concejales del Partido Socialista de Navarra (cinco de 27) votarán el próximo día 28 la moción de censura que ha presentado EH Bildu (8) contra la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola (UPN), cuyo partido fue el más votado en la ciudad, con nueve concejales. Secundan así a una organización “progresista y democrática”, en palabras de Oscar Puente, el político tabernario que ostenta la condición de ministro de Transportes en el Gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez, ese paradigma de desvalores políticos que repitió hasta la saciedad (“¿se lo repito otra vez?”) que jamás pactaría con los abertzales proetarras.

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