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El descalabro 'plurinacional' de las izquierdas
El PSOE y Sumar han deconstruido el modelo constitucional autonómico con el artefacto de la plurinacionalidad y como consecuencia han estimulado la emulación territorial. En Galicia, han cosechado lo que sembraron pese a la mala campaña del PP
El PSOE y Sumar (Podemos ha desaparecido) podrían simular argumentos paliativos a su hundimiento en Galicia poniendo en valor el incremento del voto y de los escaños del BNG, que pasó ayer de 19 a 25, a costa de que los socialistas se hayan hundido (de 14 a nueve) y de que las huestes a su izquierda (Yolanda Díaz) obtuvieran un desastroso y extraparlamentario 2% de los votos. Menos que las listas de Vox. Sucede que los partidos que forman la coalición de gobierno deberían referenciarse para dimensionar su fracaso a las autonómicas de 2020 y a las muy recientes generales. Obtuvieron en julio de 2023 en Galicia, entre ambos, el 40% del voto, que se correspondió a siete diputados socialistas y dos de Sumar, es decir, más de 655.000 papeletas. Ayer, obtuvieron 232.000. Perdieron más de 400.000. A pesar de la mala campaña del PP.
Tómese el dato histórico comparativo que se quiera: el descalabro de las izquierdas es completo. No solo a manos de la derecha —el PP—, que ha conseguido su quinta mayoría absoluta consecutiva y gobernará en la Xunta en solitario, sino sobre todo de los socios parlamentarios de Pedro Sánchez que esponjan como reflejo coherente a sus políticas: si las izquierdas apuestan por la plurinacionalidad, la respuesta electoral es la que es: en Galicia, el BNG; en el País Vasco, el PNV y Bildu, y en Cataluña, Junts y ERC.
Pedro Sánchez ha cambiado el paradigma del socialismo español que fue barrido en mayo del pasado año y, ayer en Galicia, del poder autonómico y local. El PSOE ha pasado de ser un partido de implantación nacional a convertirse en la plataforma de un líder que adapta su estrategia política y de Estado a la garantía y sostenibilidad de su poder. La plurinacionalidad y la diversidad llevadas a extremos que deconstruyen el modelo constitucional autonómico implican ese riesgo que ya se está materializando en detrimento del PSOE, cuyo gobierno con Sumar carece de pilares territoriales.
Ocurrirá lo mismo el próximo mes de abril en las autonómicas vascas: el PSE oficiará, al igual que el PSdG-PSOE, de tercero en la liza, de complemento o guarnición de las diversas variantes del nacionalismo. Y ante la instrumentalización del PSC, es muy posible que Salvador Illa nunca llegue a la presidencia de la Generalitat. Los socialistas catalanes se limitan a apoyar el Ejecutivo republicano presidido por Esquerra Republicana de Catalunya. Y si, como parece, las izquierdas radicales (ERC, Bildu y BNG) comparecen en las europeas de junio con lista única y hacen lo mismo los partidos de Ortuzar y Puigdemont, las del PSOE se enfrentarán a las del PP, pero también a las de sus propios y empoderados socios catalanes, vascos y gallegos, en cuyas comunidades el censo electoral supera de largo los ocho millones de ciudadanos.
La pedagogía que imparten el presidente del Gobierno y sus portavoces impulsa una dinámica de emulación que ha prendido con fuerza también en una comunidad como Galicia, que ha basculado históricamente entre los populares y los socialistas. Buena parte de los gallegos de izquierda han captado la jugada: si Sánchez retribuye con largueza el apoyo a su poder con dádivas extraordinarias (véanse los acuerdos de investidura de Sánchez con ERC, Junts y PNV y el implícito con Bildu) al País Vasco y Cataluña, ¿por qué no a Galicia? Esa es la doble razón que explica los resultados de ayer: gana el PP, que ha sido siempre identitario en la comunidad, y se encumbra, desde la izquierda, al BNG para bascular el poder, suprimiendo de la ecuación al PSOE y a Sumar.
Quizá la dirección del PSOE no se haya percatado del todo de que la derecha ha optado por incorporarse a esa lógica política que ha impuesto su secretario general. Los ejemplos más acabados están en Madrid y en Andalucía, comunidades en las que Isabel Díaz Ayuso y Juan Manuel Moreno Bonilla ha ido elaborando un discurso también peculiarmente identitario. Y en tanto el PSOE siga estructuralmente dependiendo de secesionistas y nacionalistas, el modelo que responde a la falsa plurinacionalidad seguirá prosperando. Entre otras razones, porque el Partido Popular ha de instalarse en las administraciones territoriales, ya que el discurso de Sánchez y de sus socios no le deja otra alternativa. El resultado es que la concepción nacional de España y de su Estado se deteriora, favorecido por una Constitución abierta de manera permanente (Título VIII) a que el Gobierno pague los apoyos con competencias propias transferidas o delegadas.
La plurinacionalidad es un artefacto teórico y artificioso que, llevado a la práctica, ofrece los resultados que estamos observando y que impacta sobre el principio de igualdad y solidaridad que este Gobierno, no por convicción, sino por ambición, ha puesto en subasta. De ahí la impúdica declaración del alternativo Gonzalo Pérez Jácome, líder de Democracia Ourensana, que ayer obtuvo uno de los 75 escaños en el Parlamento gallego y que ofreció su apoyo al mejor postor. Ese es el epítome del descalabro de las izquierdas y la consecuencia más evidente de lo que Pedro Sánchez significa en términos políticos. De tal modo que, entre el hundimiento del PSOE y la resistencia del PP, la jornada de ayer fue aciaga para los que están impulsando una mutación constitucional. Cosechan, simplemente, lo que han sembrado.
El PSOE y Sumar (Podemos ha desaparecido) podrían simular argumentos paliativos a su hundimiento en Galicia poniendo en valor el incremento del voto y de los escaños del BNG, que pasó ayer de 19 a 25, a costa de que los socialistas se hayan hundido (de 14 a nueve) y de que las huestes a su izquierda (Yolanda Díaz) obtuvieran un desastroso y extraparlamentario 2% de los votos. Menos que las listas de Vox. Sucede que los partidos que forman la coalición de gobierno deberían referenciarse para dimensionar su fracaso a las autonómicas de 2020 y a las muy recientes generales. Obtuvieron en julio de 2023 en Galicia, entre ambos, el 40% del voto, que se correspondió a siete diputados socialistas y dos de Sumar, es decir, más de 655.000 papeletas. Ayer, obtuvieron 232.000. Perdieron más de 400.000. A pesar de la mala campaña del PP.
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