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La ruta suplicante (Barcelona-Vitoria) de Pedro Sánchez
Ayer en la Generalitat. Mañana en Ajuria Enea. A los independentistas les complace el estado errabundo, suplicante y débil de Sánchez, a fin de cuentas, un español. Nunca sus socios lo fueron, sino acreedores
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Ayer, en Barcelona. Mañana, en Vitoria. Un Pedro Sánchez errabundo trata de salvar in extremis la XV legislatura a un año del espejismo del ‘somos más’ del 23-J. El código rojo surgió en la Moncloa, sin embargo, tras la intervención de Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, cuando, por primera vez, un socio le afeó la conducta de su mujer y, en consecuencia, la suya propia. Lo que no supusieron en el palacete de la carretera de La Coruña es que la jornada parlamentaria del pasado martes iba a ser tan desastrosa. Es una "hostia para el Gobierno", reconoció por los bajines Ernest Urtasun.
En la Moncloa no aceptaron negociar con el PP y no se enteraron de la orden de Puigdemont
Los ‘duros’ del búnker presidencial se negaron a acceder a las condiciones del PP para votar favorablemente la admisión a trámite de la reforma de la ley de extranjería. Y se enteraron demasiado tarde de la orden de Puigdemont para que sus siete diputados se unieran a la oposición y tumbasen así el techo de gasto. Por el momento, no hay tampoco Presupuestos para 2025.
La visita ad limina del presidente del Gobierno a Pere Aragonès en la Generalitat forma parte de los ‘gestos’ que gustan al nacionalismo independentista catalán. Ven en ellos sumisión. Y debilidad. Pero el aquietamiento gestual no soluciona nada a Pedro Sánchez. Porque si los republicanos invistieran a Illa —lo que ahora no es inverosímil— Puigdemont se encargaría de someterle a una continua humillación en Madrid. Ya ha demostrado hasta tres veces en el Congreso que sus siete escaños son la condición sine qua non para que Sánchez siga gobernando.
Los junteros, en el caso de que Illa sea investido por ERC, no romperán abruptamente; tampoco instarán una moción de censura en el Congreso. Se aplicarán a practicar la tortura de la ‘gota china. No aprobarán los presupuestos, no apoyarán ni una sola ley y no convalidarán ningún real decreto. Tratarán de que sea Sánchez el que arroje la toalla y convoque elecciones generales. El socialista resistirá tanto cuanto pueda, a pesar de que los inputs que está recibiendo de Bruselas le contrarían cada día más. El varapalo que recibieron ayer el PSOE y sus socios desde la Unión Europea por sus arremetidas contra los jueces nos sitúa al nivel de Eslovaquia e Italia.
El pliego de condiciones de ERC es inequívoco: soberanía fiscal (la llave de la caja) y referéndum. Las bases no se conforman con menos
Pero ahí no acaban las cosas. Los cuadros de mando de ERC están dispuestos a investir a Salvador Illa a cambio de una fórmula difícil (¿imposible?) de singularizar la financiación a Cataluña. No habría coalición de gobierno con el PSC. Tendrán a los socialistas catalanes en un estado de permanente ansiedad. Secuestrados. Y eso en el caso de que las bases republicanas (8.600 militantes) no decidan boicotear el acuerdo de sus dirigentes. Ya las desconvocaron para evitar la desautorización del acuerdo en el Ayuntamiento de Barcelona con el PSC y sigue en el dique seco. ERC está escindida entre sectores que se profesan una aversión fraternal y que practican guerras sucias los unos contra los otros. Junqueras es una cosa y Rovira otra.
El pliego de condiciones para darle la presidencia de la Generalitat al primer secretario del PSC lo expuso la secretaria general de ERC en un artículo en La Vanguardia del pasado día 22, titulado 'Soberanía fiscal para un nuevo ciclo político' en el que reclamaba de forma inequívoca la ‘llave de la caja’ (un sistema de concierto) y un referéndum. Extraña que, tras publicitar tan terminantes condiciones, las bases de ERC se conformen con menos, sean transferencias presupuestarias, agencia tributaria concertada y/o cesiones similares. Ocurre que excepcionar a Cataluña de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA) activaría los resortes de emulación, algunos amparados en sus Estatutos de Autonomía, de Valencia, Andalucía, Madrid, Galicia… y, por supuesto, de las gobernadas por socialistas como Castilla-La Mancha y Asturias.
Sánchez quería el poder a cualquier precio y ahora no puede pagarlo
Pedro Sánchez, a través de Bolaños con Junqueras y Cerdán con Turull, firmaron unos pactos que esgrimen ERC y Junts con razón. En ellos estaba el germen de la errática trayectoria de Sánchez. Quería el poder a cualquier precio y ahora resulta que no puede pagarlo. El viaje ayer a Barcelona fue un gesto que, de nuevo, empequeñece a Salvador Illa, ya apartado de los pactos de investidura y al que desprecian los secesionistas. Illa es para ellos un ‘sucursalista’ de Sánchez. Tratan de alterar la naturaleza del PSC, un partido diferente al PSOE, que está perdiendo a mayor gloria del inquilino de la Moncloa la esencia de su sentido político en Cataluña. Se parece ya a una agrupación más.
La cuestión catalana no tiene solución. Porque si se compone mediante una investidura antes del 26 de agosto, se descompone en Madrid en el nuevo período de sesiones del Congreso. Otras elecciones en Cataluña no ofrecerían nuevas cartas ni a unos ni a otros. O hay una reconexión completa de la política española o seguiremos con un presidente errabundo y errático.
El aliado más fiel del presidente es Bildu porque ahora le interesa la reputación y la excarcelación de los presos de ETA
Mañana la visita a Ajuria Enea es muy singular. El presidente va a Vitoria antes de que Pradales pase por la Moncloa como era lo pautado. Pedro Sánchez nunca visitó a Iñigo Urkullu con el que mantuvo unas relaciones frías. Pisó el palacete de la calle Fray Francisco de Vitoria, número 5, cuando solo era secretario general del PSOE. El pacto de investidura con el PNV fue otra hipérbole política. Tan incumplible como los suscritos con ERC y Junts. Pero Sánchez necesita que la supuesta transversalidad de los nacionalistas en el Congreso no sea una pieza de convicción en la causa penal contra su mujer, por una parte, y, por otra, que no haya desmarques en la política sociolaboral y fiscal que no gusta a los peneuvistas. Los habrá.
El socio más fiel del presidente es Bildu, que se está merendando electoralmente al PNV. De momento, los de Otegi no tienen prisa en sustituir a los nacionalistas en Ajuria Enea. Les importa más seguir ganando la reputación que le proporciona la interlocución sin límite con el Gobierno y les interesa que la legislatura aguante para conseguir indultos, o, alternativamente, apoyo en las excarcelaciones de los presos de ETA. El PNV, sin embargo, tiene que ir virando porque su curva descendente es la propia de una organización en crisis sistémica.
Los socios del presidente nunca lo fueron, sino acreedores y le quieren débil y sumiso
Este julio de 2024 es la versión real de un espejismo que Sánchez proyectó aquella noche del 23-J de hace un año. Perdió las elecciones, pero quiso gobernar con una suma heterogénea a la que cedió espacios de poder de los que él no podía disponer y contrapartidas que nunca fueron autorizadas por sus electores. Se refugia en Cataluña y en Euskadi. Pero, como aquí se escribió, ante el esencialismo independentista no deja de ser un español que, en el fondo, al PNV, Bildu, ERC y Junts complace su estado errante y errático. Y en quiebra. Ellos son los acreedores. En realidad, nunca fueron sus socios.
Ayer, en Barcelona. Mañana, en Vitoria. Un Pedro Sánchez errabundo trata de salvar in extremis la XV legislatura a un año del espejismo del ‘somos más’ del 23-J. El código rojo surgió en la Moncloa, sin embargo, tras la intervención de Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, cuando, por primera vez, un socio le afeó la conducta de su mujer y, en consecuencia, la suya propia. Lo que no supusieron en el palacete de la carretera de La Coruña es que la jornada parlamentaria del pasado martes iba a ser tan desastrosa. Es una "hostia para el Gobierno", reconoció por los bajines Ernest Urtasun.