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O el PNV rompe la legislatura o Sánchez terminará con el PNV
El PNV ya debería estar parándole los pies a Sánchez con sus cinco votos en el Congreso y exigiéndole que la financiación de Cataluña ni emule ni perjudique al Concierto vasco y al Convenio navarro
El PNV celebra hoy, como todos los últimos domingos de septiembre, el día del partido (Alderdi Eguna). El lema de la celebración es de una planicie imaginativa que ya adelanta la precariedad de ideas en la organización: Alderdia gara ('Somos el partido'). La consigna remite a la idea de que el PNV es el representante por excelencia, hegemónico, de la sociedad vasca sin atender, ni siquiera por cautela, a que su pegada electoral lleva decayendo ya años en todos los comicios: generales, europeos, autonómicos, forales y locales.
Los nacionalistas están a unos meses de celebrar una Asamblea General que renovará el mandato en el EBB o ejecutiva nacional de la organización. La actual se encuentra cuestionada, aunque no se pueda descartar que Andoni Ortuzar repita como presidente del PNV porque él es el que ha firmado con Pedro Sánchez un pacto para su investidura con expectativas de transferencias y concesiones de calado, tanto económicas como políticas, y él es también el que descabalgó de la presidencia del Gobierno vasco a Iñigo Urkullu al que sustituyó en las listas de las últimas elecciones autonómicas por un Imanol Pradales insulso y sin perfil político.
"El PNV ha renunciado a cualquier singularidad táctica, estratégica o ideológica"
Lo que sucede es que Pedro Sánchez está jugando descaradamente con el PNV. Se dan cuenta de la treta solo algunos nacionalistas que, aunque lo denuncian, carecen de audiencia ante la militancia y los cuadros del partido. Efectivamente, el secretario general del PSOE ha musculado la opción de Bildu (que pisa los talones electorales al PNV) hasta convertir a los de Otegi en sus socios más fiables en el Congreso de los Diputados. Sin Sánchez, el abertzalismo radical no hubiera logrado la respetabilidad política de la que dispone ahora y a la que contribuye, por ingenuidad o por complejo, el propio lehendakari que acaba de proponer un 'pacto ético' en la política vasca del que se excluye cualquier referencia a la condena del terrorismo de ETA. Además, en el interminable proceso de buscar el consenso sobre un nuevo Estatuto, los nacionalistas pretenden competir con Bildu en su fogosidad de pronunciamientos sobre el derecho a decidir de Euskadi y su reconocimiento nacional. El PNV ha renunciado a cualquier singularidad táctica, estratégica e ideológica. Se encuentra, perplejo, entre dos fuegos: el radical de Bildu y el oportunista de Sánchez.
No se alcanza a comprender la razón del silencio del PNV ante la agresión más grave al autogobierno vasco desde 1979: la pretensión del Gobierno y del PSOE de extender a Cataluña una financiación singular en modo de concierto. Como bien entendió Pedro Luis Uriarte, el principal negociador del Concierto vasco en 1980, el sistema de financiación paccionado era un 'modelo único' y en esa absoluta singularidad residía su sostenibilidad. De ahí que el intento de que Cataluña, con determinadas variantes que no desnaturalizan la fórmula concertada, disponga de una hacienda propia como las forales, tendría una consecuencia evidente: el debilitamiento de la forma de financiación del País Vasco y de Navarra.
"Pradales y Chivite advierten a Cataluña de que solo el régimen foral está amparado y protegido por la Constitución"
Quizás, intuyendo que por ahí van los tiros, el lehendakari Imanol Pradales y la presidenta navarra María Chivite, se marcaron entre los dos una perorata de página entera en La Vanguardia y otros medios vascos y navarros el día 23 titulada Responsabilidad, solidaridad y riesgo en la financiación de nuestro autogobierno. El uno y la otra contaban a los catalanes en particular, y a todos en general, que solo el Concierto y el Convenio gozan de la máxima protección de la Constitución, del TC y de Europa. Y advertían de que "este nivel de protección y seguridad jurídica solo se ha reconocido a los territorios forales". Y añadían: "ello no quiere decir que no puedan articularse mecanismos en el sistema de financiación de las comunidades autónomas de régimen común, multilaterales o con un grado mayor o menor de bilateralidad, que puedan imitar (sic) o asemejarse en algunas de sus características a nuestro particular modelo, pero no disfrutarían de la seguridad jurídica y la estabilidad en el tiempo que la garantía institucional del núcleo intangible de la foralidad otorga al régimen de concierto económico". Traducido: no esperen los catalanes igualar con su financiación la foral porque su comunidad no tiene habilitación ni legal ni política para disfrutarla.
El PNV, sin embargo, ha preferido callar ante la intrusión (por emulación) en el sistema concertado vasco y navarro que la UCD y luego el PP (leyes del Concierto de 1981 y 2002) consolidaron desarrollando creativamente la Disposición Adicional Primera de la Constitución que reconoce los derechos históricos de los territorios forales (entre los que el Constitucional no ha incluido a Cataluña). En este momento, en el País Vasco el PNV —y el PP vasco— debieran estar montando un Cafarnaúm al PSOE y al Gobierno que con el pacto ERC-PSC rompen la sostenibilidad del Concierto. Es verdad que, como recordaba el director ejecutivo de FEDEA, Ángel de la Fuente, el sistema foral se mantendrá porque es muy complicado alterarlo, pero se escrutará de un modo radicalmente distinto. Se han acabado las holguras del cupo de antaño si prospera la financiación singular de Cataluña. Para empezar, la comunidad vasca estará obligada a aumentar el cupo como consecuencia 'derivada del pacto catalán' como se explicaba en El Correo del pasado 5 de septiembre. Por escaso que sea el aumento de la aportación, ya es un cambio en el actual statu quo.
Hay movimientos de fondo sobre el 'error' del Concierto vasco y sobre su futuro como financiación del País Vasco
Pero hay movimientos de fondo mucho más amenazantes para el Concierto. Uno de ellos consiste en la revisión histórica del privilegio foral. Lo ha descrito sin anestesia Santiago Lago Peña, catedrático de Economía Pública de la Universidad de Santiago de Compostela. En su artículo en El País del pasado día 23 (Un concierto económico solidario o no) considera que "la inclusión del régimen foral" en la Constitución "fue un error". Añade que el error fue "comprensible por el contexto de violencia en el País Vasco y porque muy pocos eran capaces de proyectar la enorme importancia que tendrían las comunidades autónomas en el futuro y la transformación que experimentaría nuestro sistema tributario y nuestro Estado de Bienestar. Pero fue un error, a fin de cuentas. En ningún Estado federal de referencia el Gobierno central renuncia a ejercer su poder tributario en una parte del territorio a cambio de un pago anual […]". Todavía más directo, Josu de Miguel, constitucionalista, se refirió en El Mundo al Concierto vasco como "un mito en cuestión".
El PNV, si fuera, como dice ser 'el' partido vasco por antonomasia, ya estaría parándole los pies a Sánchez con sus cinco votos en el Congreso y exigiéndole que la financiación de Cataluña no sea intrusiva en la vasca y la navarra. Porque si no lo hace, el Gobierno de coalición progresista (que no tiene por tal al PNV) puede terminar por alterar la única esperanza de futuro del País Vasco. Allí la sociedad envejece a un ritmo superior a la media nacional sin reemplazo generacional; el PIB industrial de la comunidad creció en el segundo trimestre por debajo de la media española (1,8% frente al 2,9%); y la patronal vasca advierte de que Euskadi está "encogiendo por la pérdida de dinamismo".
En estas circunstancias solo queda el Concierto y sus ventajas para intentar salir de la decadencia. Si el nacionalismo no reacciona, Sánchez encumbrará más aún a Bildu y terminará por poner en tela de juicio general el sistema de financiación vasco y navarro. Y los cinco votos del PNV son decisivos en el Congreso. Los nacionalistas agudizarán su crisis si despilfarran su utilidad. El PNV tiene sentido en la medida en que es instrumental. Esta legislatura, entre el ascenso de Bildu y la trampa del progresismo de Sánchez, con la pérdida de la mayor singularidad del autogobierno vasco por su extensión a Cataluña, podría ser ruinosa para los nacionalistas. O rompen la trayectoria de este Gobierno y de su entendimiento con el independentismo catalán o Sánchez les terminará fulminando.
El PNV celebra hoy, como todos los últimos domingos de septiembre, el día del partido (Alderdi Eguna). El lema de la celebración es de una planicie imaginativa que ya adelanta la precariedad de ideas en la organización: Alderdia gara ('Somos el partido'). La consigna remite a la idea de que el PNV es el representante por excelencia, hegemónico, de la sociedad vasca sin atender, ni siquiera por cautela, a que su pegada electoral lleva decayendo ya años en todos los comicios: generales, europeos, autonómicos, forales y locales.
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