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La traición a la prensa y el honor del PSOE
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José Antonio Zarzalejos

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La traición a la prensa y el honor del PSOE

Presiones, acoso y demandas abusivas son los instrumentos del PSOE de Sánchez contra los medios críticos mientras abraza y asfixia a los 'amigos'. El presidente ataca a la prensa al modo 'trumpista'

Foto: Pedro Sánchez responde a los medios de comunicación. A su izquierda, Ion Antolín, nuevo secretario de Estado de Comunicación. (EFE/Fernando Villar)
Pedro Sánchez responde a los medios de comunicación. A su izquierda, Ion Antolín, nuevo secretario de Estado de Comunicación. (EFE/Fernando Villar)
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Se atribuye al tercer presidente de los Estados Unidos (1801-1809), Thomas Jefferson, la preferencia de vivir en un sistema social y político con 'periódicos sin Gobierno' a otro de 'Gobierno sin periódicos'. Se trataba de una aserción cuyo propósito era destacar la esencial importancia de la libertad de prensa en la naciente democracia norteamericana. Si no fue Jefferson quien profirió tal apotegma, pudo haberlo sido, porque de su pensamiento político y de sus discursos solemnes se fue configurando lo que tiempo después —y en la actualidad— se conoce como 'democracia jeffersoniana' que es aquella que recoge los valores que aquel presidente estadounidense desgranó en su primer discurso (pinchar aquí para su lectura íntegra). El párrafo que define el modelo democrático que lleva su apellido fue este:

"Justicia igual y exacta para todos los hombres, de cualquier estado o convicción, religiosa o política; paz, comercio y amistad honesta con todas las naciones… apoyo de los gobiernos estatales en todos sus derechos, como las administraciones más competentes para nuestras preocupaciones internas y los baluartes más seguros contra las tendencias antirrepublicanas; la preservación del Gobierno General en todo su vigor constitucional, como ancla de nuestra paz en casa y seguridad en el exterior; un celoso cuidado del derecho de elección del pueblo; aquiescencia absoluta con las decisiones de la mayoría; una milicia bien disciplinada… la supremacía de la autoridad civil sobre la militar; economía en el gasto público… el pago honesto de nuestras deudas y la preservación sagrada de la fe pública; fomento de la agricultura y del comercio; la difusión de información y acusación de todos los abusos en la barra de la razón pública; libertad de religión; libertad de prensa y libertad personal bajo la protección del habeas corpus, y juicio por jurados seleccionados imparcialmente".

De Jefferson a Trump y Sánchez

Que desde hace más de dos siglos la democracia se vinculase a la libertad de prensa y a la de religión, demostraría que el ejercicio del derecho a la libre expresión es esencial en un sistema democrático, razón por la cual las dictaduras condenan al silencio a los medios de comunicación y los populismos los agreden de dos maneras aparentemente contradictorias, pero en realidad, complementarias: denigran a los críticos y se abrazan a los afines. Y a ambos, desprecian. A los primeros, de manera hostil, a los segundos con una amistad tóxica.

Volviendo a los Estados Unidos, de Thomas Jefferson —por cínico que fuera (¿cómo Biden?), según advertencia de un buen amigo, experto en la historia y avatares de los 'padres fundadores' de la democracia americana— a Donald Trump, media un abismo porque si el primero impulsó una democracia hacia un futuro de libertades, el segundo representa una regresión obvia que se muestra autocráticamente en el ataque a los medios de comunicación que le son adversos (a los que demanda en serie, siempre por difamación) y en la proximidad insana a los que le elogian, destruyendo así el entero sistema mediático a través del uso alternativo de las desreguladas redes sociales y la demonización a la prensa profesional.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)

No es muy diferente a lo que está ocurriendo en España desde que el PSOE, con Sánchez al frente, tomó la estratégica decisión de denigrar a los medios que le criticaban, y lo siguen haciendo, y 'cuidar' a aquellos que le aplauden y omiten cualquier reproche a su gestión. El presidente del Gobierno, secundado por los miembros de sus equipos, hace uso de una jerga descalificatoria populachera (seudomedios, fachosfera, fango, bulos…) que repiten con un efectismo decreciente. A los medios considerados por la nomenklatura socialista como 'serios' (y que compran a diario los argumentarios de la Moncloa), los neutraliza mediante la técnica del abrazo del oso.

Ha logrado Sánchez dividir al sector mediático español y, lo que es más grave aún, enfrentar a los profesionales entre sí. Nunca en democracia había ocurrido tal cosa. Además, el secretario general del PSOE no se ha cortado en llevar a instancias internacionales este discurso, de tal modo que, hoy por hoy, uno de los Gobiernos que ataca con más saña en Europa la libertad de prensa es el español, recogiendo la estela de los ultras húngaros y polacos.

El honor del PSOE vale 150.000 euros

La Moncloa, que desde que es habitada por Sánchez se ha valido ya de tres secretarios de Estado de Comunicación, ha sido y seguirá siendo, por lo visto, el laboratorio de ideas para hostilizar a los medios críticos. El cesado Francesc Vallès se va del cargo con una mochila de la que le costará desprenderse: ha sido el protagonista en la sombra de esta imperdonable ofensiva. Durante su gestión se han enhebrado los peores argumentarios, se han asaltado los medios públicos del Estado (TVE, RNE, Agencia EFE) y se han administrado con pulso férreo discriminaciones que componen uno de los episodios más lamentables de sectarismo practicado desde un cargo de tanta responsabilidad.

Foto: Pedro Sánchez en la visita a una exposición. (Europa Press/Jesús Hellín)

Presiones a directores, editores y periodistas; acosos, negativas arbitrarias a proporcionar informaciones debidas, 'castigos' económicos a los medios críticos (retirada de la publicidad institucional e, incluso, de empresas públicas en las que el Gobierno tiene mano) y, al fin, demandas como las que anuncia plantear el PSOE contra periódicos como este, contra su director y contra varios de sus redactores, constituyen un manojo de miseria democrática gubernamental.

Las demandas civiles, pendientes del trámite previo de conciliación, lo son al amparo de la ley de protección del derecho al honor que el PSOE cree vulnerado y cuya supuesta lesión valora en 150.000 euros, que es la cantidad que reclama como indemnización. Escasa autoestima. Si se demanda por esa supuesta intromisión ilegítima —aunque sea para perder el pleito, como le ha ocurrido a una gran empresa en litigio contra este periódicohay que reclamar una compensación punitiva coherente con la impostada indignación que causan las informaciones sobre corrupción en sus filas.

La UE contra las demandas estratégicas

Ese tipo de demandas contra los medios críticos ha alertado a la Unión Europea. Forman parte del arsenal armamentístico contra la libertad de prensa. Por eso se ha constituido un grupo de vigilancia en la UE sobre las acciones judiciales abusivas y por esa razón se dictó una directiva para impedirlas, traspuesta en España en abril por el Congreso, que, como tantas otras normas, el Gobierno se salta a la torera. Necesaria es también la lectura del informe del pasado día 3 de diciembre del Observatorio Europeo Audiovisual que interpreta la Ley Europea de Libertad de Medios de Comunicación (EMFA).

Tampoco cumplirán Sánchez y el PSOE con los aparentes objetivos (el verdadero era la intimidación) del plan de 'acción para la democracia' que cogitó el presidente mientras estuvo de asueto cinco días primaverales porque no tiene poder parlamentario para ejecutarlo, pero —ya se ha visto cómo ha copado el consejo de RTVE— no evitará ninguna medida lesiva para el sector mediático español al que ha denigrado con ese discurso populista que tan bien identifica a los que militan en esa degeneración democrática.

Sin embargo, la 'democracia jeffersoniana' que el PSOE ha traicionado (eso parecía más propio de la derecha) tiene en la resistencia de la prensa libre y en los tribunales de justicia independientes una garantía de permanencia frente a la autocracia. Con o sin demandas de a 150.000 euros la pieza.

Se atribuye al tercer presidente de los Estados Unidos (1801-1809), Thomas Jefferson, la preferencia de vivir en un sistema social y político con 'periódicos sin Gobierno' a otro de 'Gobierno sin periódicos'. Se trataba de una aserción cuyo propósito era destacar la esencial importancia de la libertad de prensa en la naciente democracia norteamericana. Si no fue Jefferson quien profirió tal apotegma, pudo haberlo sido, porque de su pensamiento político y de sus discursos solemnes se fue configurando lo que tiempo después —y en la actualidad— se conoce como 'democracia jeffersoniana' que es aquella que recoge los valores que aquel presidente estadounidense desgranó en su primer discurso (pinchar aquí para su lectura íntegra). El párrafo que define el modelo democrático que lleva su apellido fue este:

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