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Esteban con el "¡Gora Euskadi askatuta¡", Otegi con traje y corbata
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José Antonio Zarzalejos

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Esteban con el "¡Gora Euskadi askatuta¡", Otegi con traje y corbata

Esteban asume hoy la presidencia de un PNV en crisis, con el secesionismo en mínimos históricos. Y suma sus apellidos castellanos a los del lehendakari. Se abre nueva etapa en la organización con Bildu pisándole los talones

Foto: IX Asamblea General del PNV. (EFE/Juan Herrero)
IX Asamblea General del PNV. (EFE/Juan Herrero)
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La prueba más evidente de que el PNV está en crisis la aporta el grito de la consigna secesionista de Aitor Esteban, desde hoy presidente del EBB (ejecutiva nacional), en su despedida del escaño en el Congreso de los Diputados: “¡Gora Euskadi askatuta!” (Viva Euskadi libre). La exclamación, en cierto desuso, era la identitaria de todo el espectro nacionalista, en sus dos variantes, la del PNV y la más radical de los abertzales otrora etarras. Algo así como el mínimo común denominador expresivo de la afirmación en el propósito de lograr una 'republica vasca' independiente

Cuestión de apellidos

Un señor que se apellida Esteban Bravo tenía que dar prueba de su fidelidad al legado de Sabino Arana y hacerlo en un espacio alejado del confort ruralista de los 'alderdi eguna' (día del partido). Tenía, en definitiva, que diluir cualquier duda o equívoco, cualquier riesgo de perplejidad en las bases del PNV. Esa exigencia no hubiera rezado para Andoni Ortuzar, al que ha desbancado Esteban en una cruenta pelea de familias, porque su trazabilidad étnica, según los estándares sabinianos, y euskaldún son evidentes. Pero con un Pradales Gil en la presidencia del Gobierno Vasco y de un Esteban Bravo en la del EBB, el PNV abre una etapa nueva. Sin precedente histórico. Y, además, en declive electoral y secuestrado por un Sánchez ‘progre’ que en el electorado nacionalista suscita más recelos que confianzas.

Son difíciles de mejorar los análisis de Kepa Aulestia sobre la política vasca que publica El Correo. En uno de los últimos, titulado El PNV empequeñecido, sostiene con acierto que "hasta ayer mismo, la política partitocrática vasca giraba en torno al PNV. Toda sigla estaba obligada a rendirle pleitesía (…) pero eso se acabó. Y la formación que heredera Aitor Esteban tendrá que someterse a la rueda a la que EAJ [siglas del PNV en euskera] sometía a los demás partidos. Madrid dicta que los jetzales no tienen más remedio que secundar a Pedro Sánchez (…) y luego domina la sensación de que el cambio es solo cuestión de tiempo. Hasta esa misma atadura a Sánchez apunta a que la izquierda abertzale suplantará, más pronto que tarde, a una tradición nacionalista incapaz de sostenerse en términos de identidad. Una vez constatado, por ejemplo, que el euskera se lleva mal con el talento".

Efectivamente, Arnaldo Otegi —que se puso traje de chaqueta y corbata para recibir al embajador de China en España en su reciente visita al País Vasco— urde la alternativa al PNV con gestos como el de entrevistarse en Waterloo con Carles Puigdemont.

Extranjeros independentistas

Los nacionalistas, además, han entrado en riñas internas impropias de la tradicional discreción del partido, se han enfrentado al empresariado vasco —cosa rara— y hasta han acordado una reforma fiscal con los socialistas y con Podemos Toda esta sintomatología lleva al diagnóstico que preocupa a muchos en el partido: no hay cohesión interna ni coherencia y falta autoridad en la dirección. Además, la baja participación de la militancia en el proceso de renovación del EBB es otro indicador que agudiza la crisis que se percibe en la organización.

Aitor Esteban va a tener que lidiar con datos demoscópicos que pintan un País Vasco socialmente desvertebrado. Atendiendo a los del Sociometro vasco se observa que el rechazo a la independencia se sitúa en su máximo histórico: el 41% de los encuestados rechaza la secesión. Los que la desean están en mínimos históricos: el 21%. Curiosamente (pinchar aquí para leer el informe completo) se confirma, por su reiteración, una tendencia relativamente reciente: el 32% de los extranjeros residentes en el País Vasco apoya la independencia. En la secuencia histórica de este estudio (2016- 2025) se acredita que los nacidos en el extranjero que aplauden la separación de Euskadi de España están por encima de la media de los que han nacido allí y cuya pulsión secesionista disminuye del 28% al 21% actual. Algún otro dato también curioso: el 37% de los que desean la independencia son de confesiones distintas a la católica (siendo la catolicidad un signo identitario del nacionalismo). Sin embargo, los que más se oponen a la secesión son los católicos practicantes (56%) y no practicantes (47%).

El 'sorpaso' de Bildu

¿Cómo interpretar estos datos? Desde luego, los aspectos identitarios en el País Vasco van diluyéndose (etnia, confesión religiosa, idioma) y emergen criterios separatistas de otra naturaleza. En cualquier caso, lo cierto es que el ‘nuevo nacionalismo’ del PNV está nutrido como nunca de ancestrales apellidos castellanos, o sea, españoles, y respaldado por extranjeros, mientras el espacio más ancho de la sociedad vasca se sitúa en posiciones que tienen poco que ver con el 'Gora Euskadi Askatuta' de Aitor Esteban. La vasca es una sociedad que abandona lentamente al PNV (lo que deja espacio al PP) pero que, sobre todo, está trasladando la hegemonía nacionalista a EH Bildu, en el bien entendido que esta transferencia no es tanto identitaria como ideológica. Es decir, desplaza el centro de gravedad de una derecha desperfilada como la del PNV a una izquierda reconocible de EH Bildu. La amnesia colectiva de lo que la coalición también representa —es la albacea de ETA— se ha ido esfumando (recuerden, Otegi con traje de chaqueta y corbata). Las razones son varias: la legitimación que Sánchez ha prestado al abertzalismo radical, la migración del PNV al progresismo (que le ha sentado como a un santo dos pistolas) y las crisis superpuestas, económica, demográfica y lingüística. Y la negativa de buena parte de la sociedad vasca a enfrentarse a la catarsis de un pasado reciente verdaderamente oprobioso.

Que Esteban lance en el Congreso, a modo de despedida, el ‘Viva Euskadi libre’ no deja de sugerir su inseguridad al aferrarse a un pasado de imposible reactualización, pero en el que pretende legitimarse para manejar la gestión de un PNV en crisis. Misión que será más difícil que la de oficiar en el Congreso de portavoz del grupo nacionalista. Una cosa es pasar por Demóstenes en Madrid y otra, muy distinta, ganarse el puesto de presidente del EBB en la sede de Sabinetxea en Bilbao. Porque el vasco-soriano no debe olvidar que ese cargo se lo ha regalado Andoni Ortuzar. Un regalo, eso sí, envenenado.

La prueba más evidente de que el PNV está en crisis la aporta el grito de la consigna secesionista de Aitor Esteban, desde hoy presidente del EBB (ejecutiva nacional), en su despedida del escaño en el Congreso de los Diputados: “¡Gora Euskadi askatuta!” (Viva Euskadi libre). La exclamación, en cierto desuso, era la identitaria de todo el espectro nacionalista, en sus dos variantes, la del PNV y la más radical de los abertzales otrora etarras. Algo así como el mínimo común denominador expresivo de la afirmación en el propósito de lograr una 'republica vasca' independiente

PNV Andoni Ortuzar Aitor Esteban
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