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Galería de canallas y el 'efecto Sansón'
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José Antonio Zarzalejos

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Galería de canallas y el 'efecto Sansón'

La resignación nacional se aferra a que pase el tiempo y caiga la fruta podrida. Sin embargo, Rafael Sánchez Ferlosio sostenía, con razón, que "decir que el tiempo todo lo cura vale tanto como decir que todo lo traiciona"

Foto: El secretario general del PSOE extremeño, Miguel Ángel Gallardo. (EFE/Jero Morales)
El secretario general del PSOE extremeño, Miguel Ángel Gallardo. (EFE/Jero Morales)
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El tipo más repelente de cuantos chapotean en los episodios de corrupción que estamos conociendo es, sin duda, Miguel Ángel Gallardo, secretario general del PSOE de Extremadura. Como todos los canallas es un personaje trivial, sin formación alguna, instruido en la gramática parda del medro, mentiroso y especialmente cínico. Enchufó al tal David Sánchez en la Diputación de Badajoz que presidía y cuando le han sentado en el banquillo ha hecho lo que le han mandado desde Ferraz y la Moncloa: aforarse ante el Tribunal Superior de Extremadura. Para ello ha pasado por encima de cinco conmilitones, todos dóciles, y ha logrado aplazar la vista oral del caso.

Esa operación no hubiera sido viable si Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE, no la hubiese, primero ordenado, y, luego, diseñado (con ayuda, claro, porque él es un iletrado). Ocurre con estos personajillos que tanto cumplen los mandatos de los gerifaltes como se vuelven contra ellos si los dejan vendidos. Son obedientes, pero reclaman amparo y si Sánchez y Cerdán se lo retiran, vomitan sus propias fechorías mediante el llamado ‘efecto Sansón’ que consiste en cantar La Traviata, aunque perezcan con sus señoritos (‘Muera Sansón con todos los filisteos’)

Nuestra inmarcesible Leire Díez es del mismo jaez que Gallardo, aunque algo más cutre. El PSOE, partido en el que milita, no le ha suspendido, y se ha limitado a abrir un eufemístico expediente informativo sin medida cautelar alguna. Ferraz está soltando la especie -recogida por los medios subordinados- de que esa señora es una versión en femenino del ‘pequeño Nicolás’. Más quisiera Santos Cerdán. Aquí Ignacio Varela describe el modus operandi de estos tipos. Su catadura es deducible de las parrafadas que hemos oído en este periódico pronunciadas en la reunión celebrada en febrero pasado en el despacho del turbio abogado Jacobo Teijelo (que el muy ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid debiera vigilar para que no arrastre por la ciénaga la deontología profesional del oficio).

Esta señora, Leire Díez, si se encampana porque no la protegen -que es lo que están haciendo en Ferraz y en la Moncloa- se convierte en una eximia soprano interpretando el aria más dramática para el PSOE. Porque Díez presenta ese perfil choni (segunda acepción del diccionario de la Real Academia) y desinhibido -nada como seguir su cuenta en Instagram- propio de los que se sienten impunes poseídos por la certeza de que Sánchez está sentado en el olimpo a la derecha de los dioses. La pobre es clasificable en la categoría latina de los ‘imbecillitas’ con mala leche que tanto la pueden derramar en sus servicios a los jefes (Cerdán y Sánchez) como inyectársela en vena a sus patrones, como una cicuta, si deciden no dar la cara por ella. Esta ‘periodista’ (lean, por favor, a Juan Soto Ivars) desata el ‘efecto Sansón’ en menos de lo que canta un gallo.

Foto: David Sánchez, en su llegada a los juzgados. (EP/Andrés Rodríguez) Opinión

Esta galería de canallas al servicio de algunos en el PSOE para hozar hasta encontrar algo sustancioso para enervar la acción de la justicia no estaría completa sin el tándem Koldo-Ábalos. Los dos, en distinto grado, pero con el mismo resultado, son ignaros, toscos y triviales. El exministro sigue siendo diputado, y vota como le ordena el Gobierno, y es tratado exquisitamente por todos los portavoces del Ejecutivo y del partido. El cruce de wasaps entre Sánchez y Ábalos, desvelado por El Mundo, mensajes en posesión del aizkolari y exportero de un club de alterne, generosamente elogiado por Sánchez, ha sido un agudo de tenor que advierte de un próximo concertante como cuando los protagonistas de una ópera entrelazan sus voces con el coro, pero en forma técnicamente ‘contrapuntística’: chaparrón de ‘confesiones’, huida desordenada y enajenación de las culpas sobre los corruptores. De nuevo, el ‘efecto Sansón’. Koldo y Ábalos disponen de valiosa información como Gallardo o como Leire. O como el fiscal general, Álvaro García Ortiz, que se está comiendo un marrón hasta que la acidez estomacal le provoque reflujo y una gastritis de mal pronóstico. Y vomite también.

Ocurre que los corruptos de cuello blanco suelen ser más sofisticados que las chonis, que los gallardos, que los porteros de prostíbulos, o que los que se desahogan con escorts a cargo a las empresas públicas, pero, al final del día, terminan siempre en el mismo sitio: en la denuncia de quienes les corrompieron. El proceso de demolición del PSOE y del Gobierno va a ser muy lento porque les dan cobertura una tropa de medios fanatizados y erráticos, funcionarios sentados por encima de su propio trasero, cargos públicos que se pellizcan todas las mañanas cuando se sientan en el despacho y cobran la nómina a fin de mes y, digámoslo todo, empresarios y gestores, esos a los que Sánchez llama ‘ultrarricos’, que reciben a la ‘segunda dama’ para facilitarle la superación de su complejo de inferioridad académica y profesional y que juegan con dos barajas mientras engrosan sus departamentos internos de ‘compliance’.

Foto: A la izquierda, Leire Díez Castro saliendo de Ferraz el miércoles 11 de septiembre a las 12.42 horas. A la derecha, Díez regresa a la sede del PSOE, a las 14.02 horas. (EC) Opinión
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La resignación nacional se aferra a que pase el tiempo y caiga la fruta podrida. Sin embargo, Rafael Sánchez Ferlosio, en uno de sus más gloriosos pecios, sostenía que "decir que el tiempo todo lo cura vale tanto como decir que todo lo traiciona". Transcurren los días, las semanas, los meses y hasta los años y la destrucción traicionera del valor de la decencia es ya irreversible. Reconstruir, tras su vandalización por este Gobierno presidido por Sánchez, de los principios más elementales de la convivencia será una gran tarea nacional en el futuro. La alternativa a no hacerlo es regresar a la España democráticamente fallida que ya estamos bordeando.

Me permito recomendar la lectura del ensayo de Barbara F. Walter, de título hiperbólico, pero de relato verosímil (Cómo empieza una guerra civil y cómo evitar que ocurra), en el que se describe en qué consiste la anocracia. La autora lo explicó en El Confidencial el pasado mes de abril. Descubrirán que es, exactamente, el régimen adulterado en el que está instalado, por vía de hecho, nuestro país.

El tipo más repelente de cuantos chapotean en los episodios de corrupción que estamos conociendo es, sin duda, Miguel Ángel Gallardo, secretario general del PSOE de Extremadura. Como todos los canallas es un personaje trivial, sin formación alguna, instruido en la gramática parda del medro, mentiroso y especialmente cínico. Enchufó al tal David Sánchez en la Diputación de Badajoz que presidía y cuando le han sentado en el banquillo ha hecho lo que le han mandado desde Ferraz y la Moncloa: aforarse ante el Tribunal Superior de Extremadura. Para ello ha pasado por encima de cinco conmilitones, todos dóciles, y ha logrado aplazar la vista oral del caso.

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