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El 'poder idiota' de Pedro Sánchez
La ecuación sobre la que se basa el régimen de Sánchez va de Leire Díez, que hace los trabajos sucios, a Pumpido y Montalbán, que los subliman. El poder idiota es tan crepuscular como decreciente el apoyo mediático que recibe
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Desde el día 28 de abril, fecha del ‘cero energético’ todavía inexplicado, pero ya explicable, Pedro Sánchez elude responder a los medios de comunicación y, lo que es mucho más grave, someterse al control del Congreso y el Senado. El presidente del Gobierno opta por un ‘apagón’ personal para que los focos iluminen a los más torpes de sus ministros que suministran bulos, desinformaciones y falsedades con un propósito táctico, e inútil, de desviar la atención sobre su mujer, su hermano, el infame secretario general del PSOE en Extremadura, el fiscal general del Estado, Ábalos y esa pandilla de reyerta cuyo exponente paradigmático es Leire Díez Castro que ayer protagonizó una comparecencia que agrava el insulto colectivo a la dignidad e inteligencia de los ciudadanos. Se mostró patética en su tosquedad, mendaz en todo lo que dijo y cínica. La irrupción de Aldama en la astracanada ilustra sobre la catadura de los personajes de la trama. Relean a Alberto Pérez Giménez, que diseccionó con bisturí el evento.
En ese contexto tan deprimente, Pedro Sánchez, secundado por la complicidad, en unos casos, de Francina Armengol, presidenta del Congreso, y por el encubrimiento, en otros, de Conde-Pumpido y de García Ortiz, está reventando el sistema institucional con el ejercicio de un poder que lo ha idiotizado. A este respecto les invito a leer el libro Los presidentes españoles. Las claves de su liderazgo y estilo de gobierno del sociólogo José Luis Álvarez, cuya reedición actualizada se publicó el año 2023. Escribe el también docente en la escuela de negocios francesa INSEAD que "los presidentes comienzan su declive cuando están en el cenit de su poder porque, como recuerda Nietzsche […] ‘se paga un alto precio por llegar al poder: el poder idiotiza’ […] en el sentido que el poder metamorfosea a los poderosos transformándolos en más personalistas, particularistas, egoístas e idiosincráticos […]."
La explicación de por qué el poder idiotiza, lo refiere Álvarez con sencillez: "El poder idiotiza a los presidentes porque les impide reconocer que, cuando fracasen o dejen el poder arrastrarán consigo a su partido, la organización a la que fueron tan leales en su ascenso y a la que, una vez hiperlíderes, han subordinado a su proyecto individual (…)". Si este criterio es de aplicación general, lo es especialmente a un tipo como Sánchez, que, según el autor, "no incorpora el elemento emocional a sus tareas de comunicación o a ninguna otra." Dice Álvarez que en él "hay algo metálico, en exceso neutral, en su declamación: parece que puede decir una cosa y la contraria con el mismo tono de voz (…)".
Sánchez está en la fase de idiocia en el ejercicio del poder, deambulando en una realidad paralela, pretendidamente ajena a la del común de los mortales, desarrollando una introspección personal en la que lo emergente es mantenerse en el mando y aplicar para ello cuantas tácticas sean necesarias, destruyan o no el sistema político sobre el que ejerce sus facultades. No cuesta en absoluto identificar que Sánchez pierde por momentos la legitimidad democrática de ejercicio (ya ha confirmado de palabra y con hechos que gobierna sin el poder legislativo que es el que le ha dotado de la legitimidad parlamentaria) de tal manera que tendría un sentido de peligrosa pero muy cierta reciprocidad que sus adversarios le respondan poniendo en duda su derecho constitucional a continuar en la presidencia del Gobierno en correspondencia con la sustitución del soberano nacional -el pueblo español- al utilizar a sus representantes en el Congreso como meras herramientas de su arbitrario mando.
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En este sentido, toda la doctrina del llamado sanchismo está perfectamente descrita y explicada en la ponencia de la sentencia del Constitucional sobre la ley orgánica de la amnistía. La desnaturalización de nuestra Constitución normativa, transformándola en abierta, como tan certeramente ha explicado el constitucionalista Javier Tajadura en este artículo publicado en el diario El Mundo, implica el principio anarcoide (chavista) de que el legislador puede disponer todo lo que la Constitución ‘no le prohíba ni directa ni indirectamente’. La negativa de esa dizque magistrada Montalbán a someter a control la intencionalidad del Gobierno en el impulso a una iniciativa normativa del calado de una amnistía significa algo tan grave como apoderar a Sánchez para que haga lo que le venga en gana quebrando la vinculación entre la razón y la norma. Es tanto el despropósito que hasta la ponente se traiciona porque justifica en motivos no jurídicos sino políticos (‘la cohesión social’, ‘la generosidad’) el racional de esta ley de impunidad.
Entre Leire Díez Castro e Inmaculada Montalbán, pónganse las distancias que se quieran, se construye la ecuación en la que se basa el régimen que ha instaurado Pedro Sánchez indistinguible de cualquier otro autocrático, iliberal o trumpista. Tanto da. La ‘periodista’ hace el trabajo sucio y la magistrada lo sublima bajo las instrucciones de Cándido Conde-Pumpido, que es el segundo hombre del régimen sin cuya activa colaboración se vendría abajo. Entre la una y los otros, toda una tropa de sectarios colaboradores, bien por acción, bien por omisión. Se trata así de soportar el ejercicio del ‘poder idiota’, que es totalitario, al que cita Álvarez en su libro pero que está analizado en El crepúsculo de los ídolos de Nietzsche, el gran observador de la voluntad y el poder. Sí, Sánchez está en fase crepuscular que es cuando se manifiesta el poder idiota que, por su naturaleza, es arbitrario y destructivo. Comienza ahora, empezó ayer, un tiempo de reposicionamiento que va a ser muy notorio en el mundo mediático, que suele ser el heraldo de los triunfos y el mensajero de los fracasos.
Desde el día 28 de abril, fecha del ‘cero energético’ todavía inexplicado, pero ya explicable, Pedro Sánchez elude responder a los medios de comunicación y, lo que es mucho más grave, someterse al control del Congreso y el Senado. El presidente del Gobierno opta por un ‘apagón’ personal para que los focos iluminen a los más torpes de sus ministros que suministran bulos, desinformaciones y falsedades con un propósito táctico, e inútil, de desviar la atención sobre su mujer, su hermano, el infame secretario general del PSOE en Extremadura, el fiscal general del Estado, Ábalos y esa pandilla de reyerta cuyo exponente paradigmático es Leire Díez Castro que ayer protagonizó una comparecencia que agrava el insulto colectivo a la dignidad e inteligencia de los ciudadanos. Se mostró patética en su tosquedad, mendaz en todo lo que dijo y cínica. La irrupción de Aldama en la astracanada ilustra sobre la catadura de los personajes de la trama. Relean a Alberto Pérez Giménez, que diseccionó con bisturí el evento.