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Sánchez mete al PSOE en el Peugeot (sus diez responsabilidades)
Al rehuir sus responsabilidades en un discurso lunático ante un domesticado Comité Federal el presidente deslegitima la acción de su Gobierno e introduce al socialismo en el Peugeot de Koldo, Ábalos, Cerdán y, desde ayer, también de Salazar
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Uno de los factores criminógenos que favorecen la persistencia de la corrupción es la irresponsabilidad política. Esa en la que está incurriendo Pedro Sánchez desde tiempo atrás y que ayer ratificó en un discurso lunático y enajenado de la realidad proferido ante un Comité Federal patéticamente domesticado, con la excepción de la intervención de García Page. Para que renuncie a la secretaría general del PSOE y a la presidencia del Gobierno no haría falta, en absoluto, que Sánchez estuviese penalmente implicado en la trama de corrupción actuante en su partido. Basta y sobra desgranar sus responsabilidades:
1) De haber suprimido el sistema de controles y contrapesos internos en el PSOE, alterando los Estatutos para aumentar su dominio sobre la organización. El vaciamiento orgánico del partido se ha ido produciendo en los tres congresos federales bajo su liderazgo: el 39 º, de julio de 2014 que le ratificó en su actual cargo; el 40 º, de octubre de 2024 en el que se produjo el cambio de los Estatutos y el 41 º, de noviembre y diciembre de 2024 en el que ratificó a Santos Cerdán en la secretaría de organización del PSOE.
2) De haber nombrado en julio de 2017 a José Luis Ábalos secretario de organización del PSOE y, después, el 7 de junio de 2018, simultaneando esa función, ministro de Fomento de su primer Gobierno. Volvió a encomendarle la cartera de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana el 13 de enero de 2020. Fue cesado en el partido y en el Gobierno el 21 de julio de 2021. No obstante, dio el visto bueno a su incorporación a las listas electorales por la provincia de Valencia en los comicios de julio de 2023. Ocupó el segundo puesto, tras la cabeza de lista, Diana Morant, actual ministra de Ciencia, Innovación y Universidades y secretaria general del PSOE valenciano y candidata en las próximas elecciones autonómicas a la presidencia de la Generalitat.
La denuncia ayer por acoso sexual contra Salazar, otro hombre de la máxima confianza de Sánchez, volvió a reventar el Comité
3) De haber nombrado secretario de coordinación territorial del PSOE a Santos Cerdán el 18 de julio de 2017 y de organización el 13 de julio de 2021 y haberlo ratificado en el cargo, con denuncias ya en los medios sobre su posible corrupción, en el Congreso de Sevilla celebrado en noviembre y diciembre del pasado año.
4) De haber dejado en manos de José Luis Ábalos y de Santos Cerdán la gestión del partido desde 2017 a 2025, ocho años, en confraternización con los demás miembros de la Ejecutiva del PSOE y del Comité Federal, en buen número seleccionados y promovidos por los dos exsecretarios de organización
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5) De haber nombrado a los ministros María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno y a los ministros Félix Bolaños, Jordi Hereu, Elma Saiz, Isabel Rodríguez, Pilar Alegría y Oscar Puente miembros de la Comisión Ejecutiva del PSOE, de tal manera que el Gobierno controló Ferraz y Ferraz controló el Gobierno, produciéndose una indistinguible corresponsabilidad en los dos ámbitos. No hay posibilidad de encapsular la corrupción en el partido. Se ha comunicado al Gobierno.
6) De haber designado como secretarios generales territoriales a sus ministros Óscar López, en Madrid; Diana Morant, en la Comunidad Valencia; Pilar Alegría en Aragón; María Jesús Montero en Andalucía y Ángel Víctor Torres en Canarias, contagiando la responsabilidad de sus gestiones y su estrecha convivencia (¿connivencia?) tanto con José Luis Ábalos como con Santos Cerdán a sus respectivos ámbitos autonómicos.
7) De haber acordado con sus socios separatistas la ley de amnistía de los delitos de malversación de caudales públicos, previa rebaja de las penas de ese tipo penal y de haber aplazado la obligación orgánica en el PSOE de renunciar al cargo que se ostente y a la militancia en el partido cuando haya recaído sentencia
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8) De haber decidido que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, procesado por un presunto delito de revelación de secretos, siga en el desempeño de su cargo lo que le faculta para dar instrucciones a los fiscales en la persecución de los delitos en los casos de corrupción que se están instruyendo, no solo contra él, sino también contra Begoña Gómez y David Sánchez
9) De haber encomendado a Santos Cerdán, sin responsabilidad gubernamental alguna, la gestión de los pactos para su investidura, tanto con Junts como con Bildu y el PNV, cediéndole capacidad sobre competencias indisponibles en cuestiones de Estado.
10) De haber nombrado a Francisco Salazar, hombre de su confianza desde 2017 pegado a él en la Moncloa (y a Oscar López y a Antonio Hernando), denunciado ayer mismo por acoso sexual, responsable de análisis y estudios en su Gabinete en la Moncloa y miembro de la Ejecutiva socialista. Hasta la mañana de ayer, Sánchez le proponía como adjunto a la nueva secretaría de organización. La denuncia volvió a reventar el cónclave que venía ya reventado. La denuncia impactó en el PSOE solo 24 horas después de la fotografiada reunión de Sánchez con un grupo de mujeres de su partido como testimonio de su feminismo (más bien, mujerismo).
El lunes, con la entrada en prisión de Cerdán, cayó el régimen de Sánchez. Ayer, el presidente descoyuntó al PSOE
Estas responsabilidades no son transferibles porque le conciernen solo y exclusivamente a Pedro Sánchez y no quedan enjugadas por los nuevos nombramientos en la Ejecutiva. Tampoco se redimen con un cambio en los Estatutos del partido para sancionar a los militantes que paguen por obtener servicios sexuales. Ni con el resto de las medidas burocráticas, cosméticas y pirotécnicas que se acordaron, además, a solo seis meses del último congreso extraordinario. La primera y única medida terapéutica para el PSOE y para el sistema democrático sería la asunción por Pedro Sánchez de las consecuencias de sus errores que, en política, como él se lo recordó a Rajoy, no se saldan con perdones sino con dimisiones. Al rehuir su culpa directa en las posibles corrupciones de sus más estrechos colaboradores durante más de ocho años, el presidente del Gobierno deslegitima la acción de su Gabinete e introduce al socialismo español en el Peugeot de Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, con un ocupante más, Paco Salazar, vehículo del que él fue su conductor.
Como ha recordado Javier Cercas, la ‘mayor victoria’ de Pedro Sánchez sería su dimisión y apartamiento. Sin embargo, ayer consumó su mayor derrota que reiterará el próximo miércoles en el Congreso. Sánchez no renunciará. No lo hará y, así, como también refiere el autor extremeño-catalán, "a los ciudadanos nos esperan meses agónicos, durante los cuales el presidente, su partido y su Gobierno se desacreditarán todavía más." El régimen de Sánchez cayó el pasado lunes con la entrada de Cerdán en prisión provisional. Ayer, el presidente descoyuntó al PSOE.
Uno de los factores criminógenos que favorecen la persistencia de la corrupción es la irresponsabilidad política. Esa en la que está incurriendo Pedro Sánchez desde tiempo atrás y que ayer ratificó en un discurso lunático y enajenado de la realidad proferido ante un Comité Federal patéticamente domesticado, con la excepción de la intervención de García Page. Para que renuncie a la secretaría general del PSOE y a la presidencia del Gobierno no haría falta, en absoluto, que Sánchez estuviese penalmente implicado en la trama de corrupción actuante en su partido. Basta y sobra desgranar sus responsabilidades: