Lambán, Aragón y España, la combinación de un socialista patriota
El 'procés' supuso para él un parteaguas en su trayectoria. No aceptó que el PSOE entrase en la dinámica de entendimiento con el secesionismo. La contempló desolado en los últimos meses de su vida y lo reflejó en El Confidencial el 2 de agosto
El expresidente del Ejecutivo aragonés Javier Lambán. (Europa Press/Carlos Luján)
El último artículo de Javier Lambán se publicó en El Confidencial hace exactamente trece días, el 2 de agosto:El PSOE 2027: Oros en Cataluña, bastos en el resto. Así se titulaba su pieza. Dos días antes, hablamos cordialmente y me advirtió que lo enviaba a la sección de opinión. En los últimos meses charlábamos con alguna frecuencia. Estaba escribiendo sobre la historia de la reforma agraria en España. Al tiempo, mantenía una mirada atenta sobre la actualidad política española. Jamás se quejaba de la enfermedad que le abatía y que nunca le doblegó. Era directo y conciso. Tenía, como ha escrito aquí Genoveva Crespo, ‘voz propia’ y en su postrera reflexión en este periódico lo demostró cabalmente. El único lamento que le escuché es que decía predicar en el desierto.
No estaría a la altura de la talla de Javier Lambán utilizar su fallecimiento para fines distintos a los del dolor por su pérdida y el recuerdo de su larga trayectoria, de la afabilidad de su trato, de su extensa cultura histórica y política, de su bonhomía. Hizo por el socialismo y por Aragón tanto como hizo por España. Supo conjugar en su persona y en sus actitudes la pluralidad de versiones que le cabían en un corazón grande, en ocasiones impulsivo y siempre sincero. Por eso fue un patriota auténtico. Javier Lambán tuvo capacidad de compromiso. Doble: a sus propias convicciones y a las dogmáticas del PSOE que entendió desde una perspectiva hoy minoritaria en la organización en la que militó desde su juventud. En la entrevista que publiqué con él en este periódico, en enero de 2023, su diagnóstico era incierto: “Temo que España sea un proyecto fallido”.
Javier Lambán insistía mucho en la idea de que Aragón -una comunidad que nunca ha registrado mayoría absoluta en sus Cortes- era un territorio histórico referencial de España, que, como ningún otro conciliaba su doble pertenencia, la propia y la española. Era un sincero admirador de Cataluña -estudió en Barcelona- y, al mismo tiempo, un incansable denunciador de la deriva secesionista de su clase dirigente. El proceso soberanista que culminó en 2017 supuso para él un parteaguas en su trayectoria porque no aceptó que el socialismo entrase en la dinámica de entendimiento con el secesionismo que contempló desolado en los últimos meses de su vida y que reflejó aquí el pasado domingo 2 de agosto.
Javier Lambán fue, seguramente, un referente claro de cómo la izquierda y la idea nacional de España y la identidad aragonesa pueden y deben convivir con un fortísimo sentido histórico y con una potente proyección de futuro. El expresidente aragonés se sintió vinculado al socialismo de Felipe González y, para él muy próximo por identidad de criterios, del gran Javier Fernández, expresidente de la Junta del Principado de Asturias y de la gestora del PSOE que condujo el partido entre 2016 y 2017. Estuve presente en el acto celebrado en la Aljafería -sede de las Cortes aragonesas- cuando, con motivo del cuadragésimo aniversario del Estatuto de Autonomía de Aragón sostuvo de forma vehemente que Javier Fernández debió ser el secretario general del PSOE. Aquella afirmación tan rotunda y convencida le granjeó un sinnúmero de disgustos y advertencias, pero no rectificó su opinión. La mantuvo tanto como su lealtad crítica al PSOE.
Muere Javier Lambán
Javier Lambán ha sido una gran figura de la política autonómica española y una personalidad muy relevante para Aragón. En los últimos años asumió la portavocía de sí mismo, apartado, injustamente postergado y maltratado incluso por compañeros que tanto le debían en la prosperidad de sus biografías políticas. Merece Javier Lambán la despedida digna, respetuosa y agradecida que reclaman las personas eminentes que generosamente han trabajado por la paz, la libertad y el bienestar de España y de sus ciudadanos. Desde El Confidencial le agradecemos, además, que su última reflexión haya sido en estas páginas cuyos contenidos informativos y analíticos seguía de continuo con tanto afecto como sentido crítico. Gracias por todo. Y un adiós emocionado.
El último artículo de Javier Lambán se publicó en El Confidencial hace exactamente trece días, el 2 de agosto:El PSOE 2027: Oros en Cataluña, bastos en el resto. Así se titulaba su pieza. Dos días antes, hablamos cordialmente y me advirtió que lo enviaba a la sección de opinión. En los últimos meses charlábamos con alguna frecuencia. Estaba escribiendo sobre la historia de la reforma agraria en España. Al tiempo, mantenía una mirada atenta sobre la actualidad política española. Jamás se quejaba de la enfermedad que le abatía y que nunca le doblegó. Era directo y conciso. Tenía, como ha escrito aquí Genoveva Crespo, ‘voz propia’ y en su postrera reflexión en este periódico lo demostró cabalmente. El único lamento que le escuché es que decía predicar en el desierto.