Es noticia
Nos atacan por lo que somos
  1. España
  2. Página tres
Jorge Dezcallar

Página tres

Por

Nos atacan por lo que somos

Los terroristas de París actuaron con el peligro añadido de que algunos llegaron de fuera pero otros eran nativos. El enemigo está dentro y ha actuado con una admirable economía de medios

Foto: Musulmanes indios se manifiestan contra el Estado Islámico en Nueva Delhi. (EFE)
Musulmanes indios se manifiestan contra el Estado Islámico en Nueva Delhi. (EFE)

Y no por lo que hacemos, como dijo Cameron en el debate parlamentario que le autorizó acciones bélicas contra el Estado Islámico o Daesh. En juego están nuestro modo de vida y nuestros valores, que son incompatibles con su visión del mundo. Que nadie crea que estará a salvo por quedarse en casa con los brazos cruzados. Es legítima defensa.

En los atentados de Madrid hubo inspiración lejana de Al Qaeda, y en cambio en París los autores han sido terroristas del Daesh, y esto es importante porque si lo sumamos a otros atentados en Ankara, Beirut y contra el avión ruso que había despegado de Sharm el Sheik, resulta que el Estado Islámico ha causado unas 500 víctimas inocentes en el último mes. Un nuevo actor acaba de llegar al Gran Teatro del Terror con ambición de papel protagonista, pues afirman que lo ocurrido en París solo es "el principio de la tempestad" y anuncian más atentados cuando aún está por ver si el de Bamako, perpetrado por Al Morabitun, filial de Al Qaeda, augura una siniestra competencia entre ambos grupos enfrentados.

Nadie está seguro. En Francia, la alerta era máxima tras los atentados de enero contra 'Charlie Hebdo', tiene magníficos servicios de Inteligencia y de policía y sabía que un atentado era perfectamente posible y que si no los había no era por falta de ganas de los terroristas sino por su falta de capacidad y por la eficacia de las fuerzas de seguridad. Basta un fallo para que pase esto porque es imposible vigilarlo todo, todo el tiempo. Imagino el dolor, la rabia, frustración e impotencia en estos momentos de quienes no han podido evitar la matanza de París. Pero hay que reconocer que algo se ha hecho mal cuando varios de los terroristas estaban fichados como islamistas radicales mientras paseaban tranquilamente por las calles europeas, y eso exige dar más medios a quienes combaten el terrorismo y también algunas modificaciones legales, sabiendo que la seguridad absoluta no existe en sociedades abiertas y que la lucha debe hacerse sin merma de nuestras libertades individuales. Necesitamos mayor coordinación interior y más cooperación internacional.

Son atentados que muestran una admirable capacidad de organización y una ejecución impecable. El Estado Islámico es mucho más que un grupo terrorista, es un Estado que utiliza el terrorismo como instrumento al servicio de su política y lo hace abiertamente y no como otros, Gaddafi por ejemplo, que tiraban la piedra y escondían la mano como en Lockerbie. Tres comandos con 14 terroristas armados hasta los dientes actuaron perfectamente sincronizados con el objetivo de hacer el mayor daño posible y obtener la mayor repercusión mediática. Consiguieron ambos objetivos con un coste ridículo y con el peligro añadido de que algunos terroristas llegaron de fuera pero otros eran nativos. El enemigo está dentro y ha actuado con una admirable economía de medios, al alcance de cualquiera.

Lo sucedido en París es lo que pasa a diario en lugares como Alepo y explica la riada de refugiados que huyen de aquel infierno para toparse con alambradas, olvidando algunos que el mundo fue generoso con nuestros emigrantes cuando lo necesitamos. La imposibilidad de recibir a todos o el temor justificado a que se cuelen terroristas, como ya ha sucedido, no debe llevarnos a poner fin a la libertad de circulación de Schengen sino a mejorar los controles sobre quienes llegan. Este será un tema candente en el próximo referendo británico sobre su pertenencia a la UE, o para las perspectivas de Marine Le Pen en las elecciones francesas de 2017.

Si no bastaban los refugiados, ahora la guerra de Siria llega a nuestra puerta en forma de terrorismo y nadie puede pretender que le pille lejos cuanto allí sucede

Estos atentados terroristas tanto pueden mostrar fortaleza como debilidad del Estado Islámico. Puede haberlo hecho para compensar recientes derrotas y la muerte de algunos líderes, o lo puede haber hecho para ocupar titulares en los medios de comunicación de todo el mundo, aprovechando el plus de eco mediático que da siempre París. En todo caso, los atentados se traducirán en nuevos reclutas que acudirán a la llamada de la bandera negra. Pero puede ser un éxito pírrico si conduce a una mayor colaboración internacional para destruirlo.

Si no bastaban los refugiados, ahora la guerra de Siria llega a nuestras puertas en forma de terrorismo y ya nadie puede pretender que le pille lejos cuanto allí sucede; y si el que lo dice vive en España, le basta mirar un mapa y ubicar a nuestra vecina Libia, donde el Estado Islámico ya tiene una muy preocupante cabeza de puente consolidada. Libia está a un tiro de piedra.

Francia está en una guerra asimétrica contra el terrorismo islamista. El presidente Hollande lo ha dicho ante la Asamblea francesa y no importa si en su decisión han influido o no consideraciones electorales. No podemos esperar al terrorista dentro de nuestras fronteras porque eso le da mucha ventaja. Hay que cortar la cabeza de la serpiente allí donde anida porque no ir a buscarla es dejarla venir a buscarnos a nosotros y elegir ellos el qué, el cómo y el dónde. Francia ha invocado el artículo 42-7 del Tratado de la Union Europea para denunciar una "agresión armada" y recabar la ayuda de los demás socios en un esfuerzo en el que todos debemos involucrarnos sin miedo a las consecuencias, que las puede haber. A diferencia del artículo 222 del mismo TEU, el artículo 42 es más intergubernamental, pues deja el control final en manos de los estados y no de la Comisión, lo cual no es inocente. Hay muchas maneras de ayudar. Lo importante es que este esfuerzo tenga la cobertura del Consejo de Seguridad de la ONU.

La Gran Coalición con la que sueña François Hollande es muy difícil y ahí está el avión ruso recientemente derribado por Turquía para demostrarlo

En este esfuerzo colectivo contra el terrorismo del Daesh, vamos a ver extraños compañeros de cama, pues tan atacados han sido los franceses como los turcos, los rusos o Hezbolá. Y en su diana ya están también los iraníes y los norteamericanos. Y otros. Pero desacuerdos sobre Ucrania o sobre el mantenimiento del dictador sirio impiden que esa colaboración fructifique, y es lástima, porque la mejor forma de combatir al Estado Islámico es poniendo fin a la guerra de Siria con una iniciativa diplomática de la comunidad internacional que completara la erradicación física del Daesh, para la que los bombardeos son tan necesarios como insuficientes. Pero la Gran Coalición con la que sueña Hollande es muy difícil y ahí está el avión ruso recientemente derribado por Turquía para demostrarlo. ¿Por qué lo derribó en este momento? La OTAN acaba de invitar a Montenegro como miembro y eso irritará a Rusia, que acusa a la familia de Erdogan de comprar petróleo al mismo Daesh mientras nosotros necesitamos la ayuda turca en la crisis provocada por los refugiados.

Pero hagamos lo que hagamos, debemos aprender de las anteriores experiencias de Irak y Libia: en Irak hubo bombardeos, ocupación e intento de reconstrucción nacional marginando a los suníes. En Libia se acabó con Gaddafi y luego se abandonó el país a su suerte, que cayó en la lucha tribal y sectaria. Ambos precedentes son malos, pues en ninguno hubo estrategia de salida. En Siria, las dudas y el repliegue estratégico de EEUU han hecho que la situación haya escapado a todo control con suníes enfrentados a chiíes; kurdos y persas a árabes; laicos contra islamistas radicales, y todos contra el régimen de Damasco, mientras los países que allí intervienen persiguen sus propias agendas. Y del mismo modo que Irak no se pacificará mientras no se reintegre en el juego político y económico a la minoría suní, en Siria es necesario un proceso de reconciliación nacional que debemos promover desde el exterior, por difícil que parezca. Y mucha ayuda humanitaria.

Y, finalmente, lo que España decida hacer para ayudar a Francia debe ser objeto del mayor consenso parlamentario y ciudadano. En 2003, en Irak se optó por una política de partido, y ahora debe aprenderse de aquella experiencia y hacer una política de Estado que será, además, garantía de su mantenimiento futuro, cualquiera sea el resultado de las elecciones del día 20. Es lo que hacen los países serios. Y lamento la falta de reacción política de nuestras autoridades ante la petición de ayuda francesa, al margen del espectáculo del ministro de Exteriores desmentido por la vicepresidenta. No debemos olvidar la ayuda francesa contra ETA, tan tardía como eficaz. Alemania y el Reino Unido sí que han sabido responder como Francia deseaba, aprovechando la oportunidad para mostrar su solidaridad y su talla internacional. Por eso Hollande no se ha molestado en incluirnos en su gira. ¿Es que nunca aprenderemos a distinguir entre política de partido y política de Estado?

Y no por lo que hacemos, como dijo Cameron en el debate parlamentario que le autorizó acciones bélicas contra el Estado Islámico o Daesh. En juego están nuestro modo de vida y nuestros valores, que son incompatibles con su visión del mundo. Que nadie crea que estará a salvo por quedarse en casa con los brazos cruzados. Es legítima defensa.

Terrorismo Al Qaeda Unión Europea Refugiados Vladimir Putin François Hollande
El redactor recomienda