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Jorge Dezcallar

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Tras la espantada del Reino Unido y las perspectivas que ofrece Italia, España se convierte en la tercera economía 'operativa' del continente, algo que impone responsabilidades

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

Estos días se han producido en Europa dos acontecimientos muy importantes. En Alemania, conservadores y socialdemócratas han acordado poner en pie un gobierno de coalición que envía a la oposición a los euroescépticos de Alternativa por Alemania y del partido Liberal. Es una buena noticia que permite el relanzamiento del proyecto europeo con una Francia que había dejado en la cuneta a los populistas euroescépticos de Le Pen y que llevaba cinco meses a la espera de que los alemanes deshojaran su peculiar margarita. Es una buena noticia.

En sentido contrario, en Italia los que se oponen al euro y quieren menos Europa, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) de Di Maio y la Liga Norte de Salvini, han obtenido mayoría absoluta en las elecciones del pasado domingo y no está descartado que puedan llegar al palacio Chigi si logran aparcar sus diferencias, que son muchas, pasando por encima de los empresarios y del mismo Vaticano que preferirían ver entrar en el gobierno al derrotado partido Democrático de Renzi con la misión de moderar los excesos de Di Maio.

El M5S ha pescado sus votos en las zonas del sur menos ricas y con mayor índice de desempleo, mientras los racistas de la Liga lo han hecho en un norte temeroso e inseguro. Los extremos se tocan una vez más. La poca solidaridad mostrada por Europa ante la llegada masiva de inmigrantes en 2017 (600.000) y las drásticas recetas de austeridad impuestas desde Alemania hacen que hoy los euroescépticos sean mayoría entre los italianos más jóvenes, a diferencia de lo que ocurre en otros países del continente. El resultado de las elecciones es una mala noticia, que empeora cuando uno piensa que Italia es uno de los países fundadores de la Unión Europea.

Foto: Mateo Salvini, candidato de la Liga Norte (LN) a las elecciones de Italia, da una rueda de prensa en la sede del partido en Milán. (EFE)

Pero como las malas noticias nunca vienen solas, ante la posibilidad de que alemanes y franceses empiecen a hablar de un presupuesto europeo, de un ministro de Finanzas para la zona euro, de la integración bancaria, de la mutualización de la deuda y de la transformación del MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) en un Fondo Monetario Europeo con medios y con competencias, un grupo de ocho países del norte encabezados por Países Bajos y por una Polonia en plena deriva autoritaria, que incluye también a los escandinavos y a los bálticos, han hecho saber su oposición a una mayor integración europea con ese tonillo de autosatisfacción y de superioridad que les es tan propio y que tanto molesta en el sur del continente porque trasluce el íntimo convencimiento de que ellos cumplen las reglas y nosotros parece que no paramos de tomar sol con esa calidad de vida y en esas playas que tanto nos envidian.

Hay mucho de herencia calvinista en esta postura que revela que Europa no solo está fracturada entre el este y el oeste por razones de cultura y de derechos humanos (xenofobia, actitud ante la inmigración) sino también entre el norte y el sur por razones económicas, en un contexto en el que se ha detenido el proceso de convergencia. Es otra mala noticia.

Foto: El presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem. (Reuters) Opinión
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De forma que tenemos estos días la buena noticia del posible relanzamiento del proceso de construcción europea a cargo de la locomotora franco-alemana y dos malas noticias por el ambiente antieuropeo que resulta de las elecciones italianas y de la postura pública adoptada por ocho socios de la Europa del norte. Y todo esto mientras los británicos siguen enmarañados en el tremendo lío en el que se han metido como consecuencia de un voto sobre el Brexit que parece no haber tenido suficientemente en cuenta sus consecuencias.

Todo eso tiene consecuencias para España, que tras la espantada del Reino Unido y las perspectivas que ofrece Italia se convierte sin comerlo ni beberlo en la tercera economía 'operativa' del continente, algo que impone responsabilidades.

Foto: El secretario de Estado de Presupuestos y Gastos, Alberto Nadal. (EFE)

España debería estar ahora en la primera fila ofreciendo su apoyo a franceses y alemanes para sacar adelante el proyecto europeo frente a quienes quieren frenarlo, y hacerlo de forma que Europa avance teniendo en cuenta nuestros intereses y no solo los de Alemania, por ejemplo, aunque con un ministro de Finanzas socialdemócrata es probable que haya menos insistencia que antes en unas políticas de austeridad que tanto daño nos han hecho en el pasado reciente. Porque ser uno de los grandes países europeos impone responsabilidades aunque el gobierno del señor Rajoy no parezca enterarse, absorto como está en la crisis catalana, en sus problemas internos y en sus dificultades para aprobar el presupuesto.

Para el Sr. Rajoy la política exterior parece no existir y eso es un error muy grave porque el mundo no deja de girar y en Europa se hacen cosas y se harán más en el futuro que no tendrán en cuenta nuestros intereses y nuestras necesidades. Y cuando en Moncloa se den cuenta, será demasiado tarde. Y es que para tener política exterior hacen falta al menos tres condiciones: instituciones fuertes, economía sólida y voluntad política. La cuarta es saber adónde se quiere ir. Me temo que no cumplimos ninguna de ellas.

Para Rajoy la política exterior parece no existir y es un error muy grave, porque en Europa se harán cosas que no tendrán en cuenta nuestros intereses

Eso es grave porque es ahora cuando Alemania y Francia más nos necesitan para relanzar el proyecto europeo. Y como nos necesitan, nos escucharán. No puedo evitar recordar con envidia aquellos años con Felipe González en los que España peleaba en Europa por encima de su peso. Y es que entonces teníamos un proyecto. Ahora es otra vez el momento de España... pero España no está y lo que es peor, no se la espera.

Estos días se han producido en Europa dos acontecimientos muy importantes. En Alemania, conservadores y socialdemócratas han acordado poner en pie un gobierno de coalición que envía a la oposición a los euroescépticos de Alternativa por Alemania y del partido Liberal. Es una buena noticia que permite el relanzamiento del proyecto europeo con una Francia que había dejado en la cuneta a los populistas euroescépticos de Le Pen y que llevaba cinco meses a la espera de que los alemanes deshojaran su peculiar margarita. Es una buena noticia.

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