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Negociar y Presupuestos
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Jorge Dezcallar

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Negociar y Presupuestos

Los Presupuestos no pueden seguir prorrogándose, porque enviaremos una mala señal a Bruselas cuando el maná que puede llegarnos exija que tengamos ideas claras sobre cómo gastarlo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe en la Moncloa a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe en la Moncloa a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)

Negociar es muy complicado. Para empezar, necesitas conocer bien los objetivos y líneas rojas tanto tuyas como de tu adversario, detectar posibles puntos de encuentro y, sobre todo, muchísima paciencia para saber agotar al rival y aprovechar el momento oportuno para entrar a matar con instinto asesino. Ni antes ni después. Hay que hilar muy fino, y de eso saben mucho los diplomáticos, que hacen de ello su profesión.

También exige ceder en un sitio para ganar en otro, pues es imposible ganar simultáneamente en todos los frentes. Solo imponen los dictadores que tapan la boca de quienes disienten, como estos días (y en realidad desde 1994) está haciendo en Bielorrusia Alexander Lukashenko, un hombre que parece llevar con orgullo su mote de 'último dictador de Europa', y que frente a la indignación que ha causado su último pucherazo electoral, responde de la única manera que sabe: con represión.

'Pacta sunt servanda': hay que respetar los acuerdos, como ya decían los romanos, porque es la única manera de inspirar confianza

Todo, en lugar de negociar una salida con los ciudadanos que protestan y que en definitiva son los dueños del país. Por eso los líderes opositores han tenido que huir a países vecinos o ya han dado con sus huesos en la cárcel. La negociación nunca es fácil, pero en política exterior es aún más complicada, porque en teoría nunca controlas más del 50%.

Es lo que le pasa a Boris Johnson con el Brexit, que tiene que contar con la UE y no puede hacer lo que quiere, sin que tampoco sea buena receta la de desconocer lo ya acordado, como ahora pretende, porque pierde toda credibilidad futura. Igual que la perdió Donald Trump, al que cada día se parece más y no solo por los pelos, al denunciar unilateralmente el acuerdo nuclear que la comunidad internacional había pactado con Irán. 'Pacta sunt servanda', hay que respetar los acuerdos, como ya decían los romanos, porque es la única manera de inspirar confianza.

¿Cómo querían que el dictador de Corea del Norte fuera a desmantelar su arsenal nuclear, un paso irreversible que le privaba de todas sus bazas negociadoras, ante un presidente norteamericano que había mostrado sin vergüenza que luego podía desdecirse impunemente de lo acordado?

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Fue sabiendo negociar como el maestro Talleyrand devolvió a Francia las fronteras que Napoleón había perdido en los campos de batalla. Claro que no es fácil ni frecuente tener a un Talleyrand a tu disposición, y eso es lo que necesitaría ahora Pedro Sánchez para negociar los Presupuestos. España necesita unos Presupuestos, en eso estamos todos de acuerdo, porque los de Rajoy no pueden seguir prorrogándose después de tres años y porque enviaremos una mala señal a Bruselas cuando el maná que de allí puede llegarnos exija que tengamos ideas claras sobre cómo gastarlo, aunque sea dentro de las directrices que nos marquen. Que no haya 'hombres de negro' no quiere decir que podemos 'hacer de nuestra capa un sayo' porque 'ancha es Castilla'.

En inglés, se dice que 'no hay comida gratis' y eso debemos tenerlo claro. El problema son los números. Un Gobierno débil en términos de cohesión interna y también en términos de escaños no tiene más remedio que recabar apoyos externos, y ese es el problema. Por varias razones: la primera, que Pedro Sánchez no sabe negociar, se ve que nadie le ha enseñado, como se acaba de ver en el rechazo a su decreto ley sobre excedentes de los ayuntamientos. Cree que negociar es proponer algo y que luego los demás te apoyen sin rechistar, aplaudiendo con las orejas, o peor aún, pretender que otros apoyen lo que ni siquiera conocen porque no se lo has contado previamente.

Foto: El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián (frente), pasa frente al vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias. (EFE)

La segunda razón es que los desacuerdos dentro del Gobierno sobre los Presupuestos son importantes y es lógico que así sea entre dos partidos que no se quieren, que tienen ideologías diferentes y que uno no oculta su deseo de desbancar al otro hasta el punto de provocarle insomnios. La consecuencia es que hasta la fecha el presidente no ha logrado poner ninguna propuesta sobre la mesa. Y en tercer lugar, porque ante la actitud cerrada del PP, la mayoría de los apoyos externos están en manos de grupos independentistas a los que interesa el interés de su pueblo y no el general, que es el que debe imponerse cuando se trata de los Presupuestos Generales del Estado. Un batiburrillo en el que, para complicar más las cosas, unos partidos vetan la participación de otros.

A Sánchez le espera un delicado encaje de bolillos en forma de negociación a muchas bandas y con gentes que se afirman incompatibles entre sí. Para eso hay que ser un maestro negociador, ser capaz de ceder para ganar, saber explicar y ganar complicidades... Y no solo no parece saber hacerlo sino que su impericia la pagamos todos.

Tenemos un ciudadanía adulta que premiará a los que antepongan el interés general por encima de sus intereses partidistas

Lo que no quiere decir que me parezca bien la postura irreductible (que recuerda al 'no es no') del Partido Popular y de Vox, que deberían mostrar más sentido de Estado y abrirse a una negociación, siempre marcando sus objetivos y líneas rojas, pero buscando el entendimiento, porque el interés de España está muy por encima de sus intereses sectarios y cortoplacistas, y si ellos no ayudan, forzarán al Gobierno a pactos con los independentistas, a los que habrá que satisfacer sacando conejos de la chistera (como la redefinición del delito de sedición) y dándoles prebendas que en vez de igualar diferencien a los españoles entre sí y provoquen agravios comparativos.

Lo contrario de lo que dice defender el socialismo, cuya esencia es teóricamente igualitaria. O lo era. A lo mejor eso es lo que la derecha quiere, la técnica del cuanto peor, mejor. Y se equivoca. Me parece mucho más patriótica la postura abierta que ha adoptado Ciudadanos. Creo que tenemos un ciudadanía adulta que premiará a los que antepongan el interés general por encima de sus intereses partidistas. Porque lo que está en juego es demasiado serio y aquí no vale lo del otro Marx, Groucho, cuando decía aquello de que “estos son mis principios pero no se preocupe, porque si no le gustan tengo otros”. Que Dios nos coja confesados.

Negociar es muy complicado. Para empezar, necesitas conocer bien los objetivos y líneas rojas tanto tuyas como de tu adversario, detectar posibles puntos de encuentro y, sobre todo, muchísima paciencia para saber agotar al rival y aprovechar el momento oportuno para entrar a matar con instinto asesino. Ni antes ni después. Hay que hilar muy fino, y de eso saben mucho los diplomáticos, que hacen de ello su profesión.

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