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#18D o el origen de todos los males
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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#18D o el origen de todos los males

Como empiezo hoy a escribir en este periódico digital, me presento: soy diputada nacional del cuarto partido político más votado de España, pero me senté el

Como empiezo hoy a escribir en este periódico digital, me presento: soy diputada nacional del cuarto partido político más votado de España, pero me senté el martes en el hemiciclo compartiendo siglas con tan sólo cuatro diputados más. El gusto es mío.

También podría presentarme de este otro modo: no pertenezco sólo al grupo de cinco diputados nacionales de UPyD, sino al de 1.143.225 ciudadanos penalizados el 20N por una Ley Electoral injusta. ¿Que no quieres caldo? Pues tómate la segunda taza del reglamento del Congreso: no hay grupo. Es un placer.

Si tuviera entre las manos un machete me verían ustedes arrancando la mala hierba de la legislación electoral donde el duopolio PP-PSOE pasta con placidez. Pero como tengo los dedos sobre un teclado, en lugar de podar, escribo. Aunque la mala hierba nutre en términos absolutos al duopolio, también otorga un inmenso poder relativo a los nacionalistas. En este nuevo Congreso, el PP disfruta de una mayoría absoluta de escaños, pese a no haber obtenido ni la mitad del voto popular; CiU, que no llegó al millón de votantes, ya se ha visto recompensada con su presencia en la Mesa; y así podría escribir una nutrida lista de comparaciones. Muy odiosas, sí.

La añeja injusticia de la Ley Electoral adquiere un carácter sangrante en este nuevo Congreso, porque muestra de forma palmaria que el edificio de normas, reglamentos y jurisprudencia está mal construido. Y paradójicamente beneficia, por un lado, a quienes querrían mantenerlo intacto para preservar su trama de intereses bipartidistas, y por el otro, a quienes quieren demolerlo en beneficio de su nacioncita. Para quienes deseamos su reforma en aras de una mayor representatividad y proporcionalidad, esa abstracción que llamamos “el legislador” se ha convertido en el estrangulador: primero te ahoga y, cuando te ha dejado con un hilo de voz, explica que tu balbuceo es apenas audible.

Como el duopolio y los nacionalistas no desisten de alimentarse con mala hierba, los ciudadanos se han puesto a desbrozar. En medio de una gravísima crisis económica y con cinco millones de parados, la primera manifestación masiva de la legislatura se va a celebrar contra la Ley Electoral, este domingo. Tengo para mí que los ciudadanos han comprendido cómo se entrelazan todas las crisis: la económica, la política, la institucional y la de valores. Y al final, todos los caminos conducen a un sistema electoral anticuado y maltrecho, basado en la provincia decimonónica y en el ingenio de un señor apellidado d’Hondt, que juzgaba peligroso el pluralismo político.

Póker de cargos, dinero, coches y asesores

Ya hemos visto lo que da de sí la alternancia de los cesantes: consiste en esperar que los ciclos políticos –y no la buena gestión- otorguen hegemonías, en contrarrestar la presencia de corruptos en las listas con apelaciones al voto útil; en barajar ese maravilloso mazo que te regala el póker de cargos, dinero, coches y asesores cada ocho años, porque juegas con las cartas marcadas.

UPyD lleva cuatro años pidiendo un cambio en la Ley Electoral. El 15M también elevó esa reclamación a bandera de sus protestas. Ahora, este 18D, los ciudadanos se han citado para manifestarse otra vez por ese cambio necesario. Creo tan vital la autoorganización de la sociedad civil, que me congratula la decisión de UPyD de no ser uno de los convocantes. Y me alegro en la misma medida de anunciar que estaré en esa manifestación, en calidad de diputada, votante, ciudadana política en suma, que es lo que somos todos.

Le recordaremos al duopolio la gran frase de Chesterton: “Nunca tendrá ni rastro de autoridad quien sólo tenga el poder de hacer algo y no el derecho de hacerlo”. Les diremos al PP y al PSOE que carecen de autoridad: que su ley electoral les otorga a perpetuidad el poder de no cambiar la ley electoral, pero el derecho se les acabó hace mucho tiempo.

Como empiezo hoy a escribir en este periódico digital, me presento: soy diputada nacional del cuarto partido político más votado de España, pero me senté el martes en el hemiciclo compartiendo siglas con tan sólo cuatro diputados más. El gusto es mío.