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El Gobierno, en modo María Antonieta
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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El Gobierno, en modo María Antonieta

Parecía que este Gobierno de riesgo tenía sólo una visión contable del mundo, pero con los días va mostrando un acabado conjunto de certezas. Los padres

Parecía que este Gobierno de riesgo tenía sólo una visión contable del mundo, pero con los días va mostrando un acabado conjunto de certezas. Los padres y estudiantes contrarios a los recortes en Educación, por ejemplo, le recuerdan a Alfonso Alonso a los batasunos. Reparen en la flagrante contradicción lógica: el PP criminaliza a los estudiantes por actuar como Batasuna, aunque el resto del año no trate como criminales a los auténticos herederos de Batasuna-Bildu. Otras veces, se llama a los manifestantes “golpistas” sin mayor sutileza. Y aún hay ocasiones en que algún florido portavoz tira por elevación y acusa a los sindicatos de “defender sus intereses”, cuando la pregunta en este momento es ¿qué intereses defiende el Gobierno?

Atentos, porque esto es lo que el poder piensa de nosotros: golpistas vs buena gente; filoetarras vs ciudadanos ejemplares; huelguistas vs personas de bien. Éste es el retrato más fiel que el PP es capaz de hacerse del estado de ánimo de la población, lo cual deja al descubierto su atroz falta de sensibilidadEl presidente por su parte no insulta: para su alta dignidad queda la tarea de completar la segunda parte del razonamiento: quienes no protestan son los buenos, esa mayoría silenciosa que apoya al Gobierno. Atentos, porque esto es lo que el poder piensa de nosotros: golpistas vs buena gente; filoetarras vs ciudadanos ejemplares; huelguistas vs personas de bien. Éste es el retrato más fiel que el PP es capaz de hacerse del estado de ánimo de la población, lo cual deja al descubierto su atroz falta de sensibilidad. El sufrimiento general no traspasa su piel de elefante. Si aprecia tantas y tan diversas intenciones ocultas, se debe sólo a su pavoroso terror, pues es sabido que el miedo es el principal causante de que los humanos nos neguemos a ver la realidad tal como es.

La actitud defensiva oficial prescinde del hecho fundamental: la gente protesta porque lo está pasando mal. Se acaba el trabajo, se acaban los ahorros, se acaba la comida. Casi no alcanza tampoco la paciencia. Las consecuencias de estas políticas destructivas están a la vista de todos, las recogen estudios de lo más dispar: desde el hambre hasta la pobreza, pasando por la incertidumbre y la emigración. Entretanto, el Gobierno sigue refugiado en su cálida superstición: o nos odian o están manipulados.

Lejos de constituirse como un rasgo aislado, la insensibilidad gubernamental complementa la visión contable del mundo. Porque cuando uno aplica recortes -brutales e injustos desde cualquier punto de vista-, si acepta las consecuencias reales de sus políticas está obligado, al menos, a compadecer a los que sufren. Y entonces, al minuto siguiente, por fuerza se ha de ver como responsable del sufrimiento. Ah, “responsabilidad”, palabra proscrita del vocabulario político español. Para no asumirla, la única opción es negar la realidad, juzgar que el sufrimiento es impostura y hallar aviesas motivaciones ocultas.

Parecía que este Gobierno de riesgo tenía sólo una visión contable del mundo, pero con los días va mostrando un acabado conjunto de certezas. Los padres y estudiantes contrarios a los recortes en Educación, por ejemplo, le recuerdan a Alfonso Alonso a los batasunos. Reparen en la flagrante contradicción lógica: el PP criminaliza a los estudiantes por actuar como Batasuna, aunque el resto del año no trate como criminales a los auténticos herederos de Batasuna-Bildu. Otras veces, se llama a los manifestantes “golpistas” sin mayor sutileza. Y aún hay ocasiones en que algún florido portavoz tira por elevación y acusa a los sindicatos de “defender sus intereses”, cuando la pregunta en este momento es ¿qué intereses defiende el Gobierno?

Mariano Rajoy