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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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Investigar la corrupción en el Ejército

Si nada lo remedia hoy se va a cometer una grave injusticia, pero como transcurre dentro del hermético mundo de las Fuerzas Armadas, pocos la conocerán.

Foto: El ministro español de Defensa, Pedro Morenés (EFE)
El ministro español de Defensa, Pedro Morenés (EFE)

Si nada lo remedia, hoy se va a cometer una grave injusticia, pero como transcurre dentro del hermético mundo de las Fuerzas Armadas, pocos la conocerán. Con toda probabilidad, el teniente del Ejército de Tierra Luis Gonzalo Segura ingresará en un centro disciplinario para cumplir dos meses de privación de libertad. ¿Su delito? Escribir una novela –Un paso al frente– en la que quedan reflejadas malas prácticas habituales en el Ejército: fraudes, corruptelas, despilfarros… En España, los que roban andan sueltos y quienes denuncian la corrupción son encarcelados.

Su denuncia se basa en su experiencia en el Ejército, por más que la haya ficcionalizado para evitar las represalias que se toman contra los militares cuando hacen públicos hechos que se considera afectan al prestigio de las Fuerzas Armadas. Según la legislación vigente, lo dañino no es la corrupción, sino que se sepa. Lo mismo le hicieron a Jorge Bravo, presidente de AUME, hace algo más de un año por criticar los recortes del Gobierno: estuvo un mes encerrado.

En un país no corroído por la corrupción, la novela de Segura habría movido al ministro de Defensa a ordenar una investigación inmediata. Como no lo ha hecho motu proprio, UPyD ha registrado una petición de comparecencia de la vicepresidenta y del ministro Morenés. Queremos que vengan al Congreso a dar explicaciones de cómo piensan investigar las denuncias del teniente. Anteayer, por cierto, Segura inició una huelga de hambre, pero eso tampoco ha conmovido al ministro. Hay revuelo en las cúpulas de los ejércitos. Temen al teniente y tienen motivos, porque él ya tiene poco que perder.

Los dos meses de encierro que se le imponen vulneran el Convenio Europeo de Derechos Humanos, pues no se puede privar a ningún ciudadano de libertad por vía administrativa. En el caso de los militares, es lo más frecuente: no concurren ante un juez salvo que se les acuse de un delito. Si así se hiciera, sería un juez militar y como esta justicia de excepción también está corroída por los temores, las redes clientelares internas y los clanes, tampoco permite tener muchas esperanzas.

Que se lo digan a la capitán Cantera de Castro, que, después de sufrir acoso sexual y laboral durante años, se ha armado de valor y se ha querellado contra varios de los responsables: en cuestión de pocos días ha visto como el juez militar los exoneraba a todos con muy escasas averiguaciones. Para el caso de que algún juez militar se salga del camino marcado y decida investigar la corrupción, también tienen sanciones preparadas. Ése fue el caso de la titular del juzgado número 12 de Madrid, que fue expedientada por investigar malas prácticas en el Ejército del Aire. Por suerte, el CGPJ le dio amparo.

La privación de derechos que sufren los miembros de las Fuerzas Armadas resulta intolerable. Si a ella le sumamos las condiciones en que trabajan, la situación es explosiva. Mientras los recortes les impiden entrenar adecuadamente y nuestro Ejército va perdiendo capacidades, el ministro renegocia la deuda de los Programas de Armamento y logra que nos salgan más caros los carros, helicópteros, aviones, submarinos, algunos absolutamente inútiles (más aquí; el reflejo en la prensa internacional, aquí). Querrían que nadie hablara de esto, que pudieran seguir con sus corruptelas impunes, pero el teniente Segura ha decidido contarlo y, como él, cada vez más gente. El murmullo se está convirtiendo en aullido. ¿Qué va a hacer, señor ministro? ¿Va a investigar las denuncias de corrupción o ha decidido arrestar a todos los que canten la realidad corrupta de esas FAS de las que usted es responsable?

Si nada lo remedia, hoy se va a cometer una grave injusticia, pero como transcurre dentro del hermético mundo de las Fuerzas Armadas, pocos la conocerán. Con toda probabilidad, el teniente del Ejército de Tierra Luis Gonzalo Segura ingresará en un centro disciplinario para cumplir dos meses de privación de libertad. ¿Su delito? Escribir una novela –Un paso al frente– en la que quedan reflejadas malas prácticas habituales en el Ejército: fraudes, corruptelas, despilfarros… En España, los que roban andan sueltos y quienes denuncian la corrupción son encarcelados.

Pedro Morenés Ejército Derechos humanos