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Quedóse y no hubo nada
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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Quedóse y no hubo nada

Rajoy podría irse contento a su casa sabiendo que ha sido fiel a una de las cualidades que afirmó tener cuando era líder de la oposición:

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (Gtres)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (Gtres)

Rajoy podría irse contento a su casa sabiendo que ha sido fiel a una de las cualidades que afirmó tener cuando era líder de la oposición: su previsibilidad. Por eso, a día de hoy tenemos la certeza de que no va a hacer nada para abordar los problemas gravísimos del país. Y por ello también, tiene sentido pedirle que se marche. Hay que poner el coche en marcha ya, y eso es lo más importante, aunque luego haya que rectificar la dirección sobre la marcha.

Sólo el célebre y archicitado estrambote de Cervantes adquiere formas imprevistas al referirse a él. De Rajoy no se dirá el año que viene: "Fuése y no hubo nada", sino que podemos decir desde ya: "Quedóse y no hubo nada". Hay algo mágicamente asombroso en este presidente: teniendo todo el poder, ha logrado ser alguien sin influencia. No sabemos cuáles son sus ideas políticas sobre casi nada, más allá de afirmaciones tópicas más propias de un administrador de fincas que de un presidente. Escuchándole, algunos hemos llegado a la conclusión de que no logra influir ni en sí mismo.

Que Rajoy no estaba en ninguno de los asuntos importantes del país ya lo sabíamos: no ha estado en la crisis económica, más que para anotar los deberes puestos desde la Unión Europea; no está en la resolución, y ni siquiera en plantearel problema de la corrupción, que corroe gravemente las instituciones. Por último, tampoco haestado el 9-N en Cataluña y, por si quedaba alguna duda, le ha dicho a la oposición que tome la iniciativa en la reforma constitucional.Se ha llamado siempre desertar.

Ahora ya no es que no esté, sino que no es. Cualquier día ese señor que a veces sube ahí a la tribuna va a decirnos, en un rapto de sinceridad, que está harto de ser un noble, que él también tiene corazón y que dejemos de meternos con él, mientras su jefe duerme plácidamente en Canarias (con perdón para Monago).

Rajoy podría irse contento a su casa sabiendo que ha sido fiel a una de las cualidades que afirmó tener cuando era líder de la oposición: su previsibilidad. Por eso, a día de hoy tenemos la certeza de que no va a hacer nada para abordar los problemas gravísimos del país. Y por ello también, tiene sentido pedirle que se marche. Hay que poner el coche en marcha ya, y eso es lo más importante, aunque luego haya que rectificar la dirección sobre la marcha.

Mariano Rajoy Unión Europea