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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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El paro baja; Mariano, sé fuerte

El presidente del Gobierno va a tener que acumular mucha fortaleza ahora que se empieza a crear empleo en España. Habrá de explotar su lado más

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (EFE)

El presidente del Gobierno va a tener que acumular mucha fortaleza ahora que se empieza a crear empleo en España. Habrá de explotar su lado más rocoso para enfrentarse a las críticas y deberá sobreponerse a la repugnancia que provoca en los ciudadanos.

La corrupción lo ha acorralado de tal forma que no puede disfrutar ni de una buena cifra como la que dio ayer la EPA. Qué enorme paradoja: él siempre creyó lo contrario, que si la economía mejoraba, los ciudadanos olvidarían automáticamente la corrupción. Como siempre ha sido así…, pensaría. Pero nada es como solía ser y el PP aparece en el imaginario colectivo pegado a la corrupción como a un chicle del que no logran desprenderse, por más esfuerzos que hagan.

La realidad es que por primera vez se crea empleo en España. Sabemos que no se debe a los méritos del Gobierno, como ha explicado muy bien en su blog Álvaro Anchuelo, pero también sabemos que los gobiernos se atribuyen todos los éxitos y dejan para la oposición los fracasos. Del mismo modo que ha presumido de la bajada de la prima de riesgo conseguida por Draghi, le gustaría alardear de su éxito en términos de empleo. Ayer no lo pudo hacer porque salía Luis Bárcenas de la cárcel. Su extesorero tararea La Traviata en la ducha: ensayo general con todo. Y en el PP temen su paso por los platós, donde se juegan las elecciones. Hace unos días intentaron mostrarse sensibles con un vídeo impostado, pero –oh, fatalidad– coincidió con el escrito del fiscal que daba por probada la financiación ilegal del PP. Anteayer, cuando María Dolores de Cospedal presentó ante los periodistas la Convención de su partido, los periodistas no le preguntaron sobre eso, sino sobre la contabilidad B del PP.

Al PP le resulta imposible marcar la agenda, porque ellos mismos han dado a los jueces, fiscales y abogados el poder de hacerlo. Incluso les han otorgado la facultad de hacerle los gobiernos, como vimos con la dimisión de Ana Mato. Ser incapaz de dejar su impronta en la conversación nacional siendo Gobierno es una de las demostraciones más evidentes de hasta qué punto el PP le ha perdido el pulso al país. Han querido ignorar la crisis política e institucional y ahora se encuentran encerrados en su propio laberinto, con Bárcenas persiguiendo simbólicamente a la cúpula popular con los ojos extraviados, como Jack Nicholson en El resplandor. Pero, sobre todo, la precariedad laboral impide olvidar que nunca tan pocos robaron tanto a tantos.

Y esta es la conclusión visible para el ciudadano: para que los mangantes se perpetúen ahí, a mí me han bajado el salario; para que sigan colocando a sus amigos, a mí me han hecho cinco contratos en un mes; para que ellos no sufran, cientos de miles de familias siguen teniendo a todos sus miembros en paro. Ésta es la cuestión: el empleo basura no puede hacernos olvidar la crisis política porque es su más brutal manifestación.

El presidente del Gobierno va a tener que acumular mucha fortaleza ahora que se empieza a crear empleo en España. Habrá de explotar su lado más rocoso para enfrentarse a las críticas y deberá sobreponerse a la repugnancia que provoca en los ciudadanos.

Luis Bárcenas Mariano Rajoy