El hombre que controla España desde el Palace

Si se preguntara a la ordinary people si saben quién es Mauricio Casals, probablemente algunos dirían que es un jugado del RCD Español; otros que un violonchelista de nuevo cuño y, finalmente, los menos, que un productor de Mediapro.

Se equivocarían todos. Se trata, oficialmente, del presidente de La Razón, pero fácticamente es mucho más que eso. Tres gargantas profundas distintas, con abundante y prolija relación con Casals, coinciden -y mira que en estos asuntos es difícil que tres españoles piensen o reconozcan pensar los mismo- en que estamos en presencia de uno de los hombres más influyentes de España… eso sí, sin que se note. Como gustan de hacer los hombres inteligentes y que realmente mandan.

Le suelo ver por el Hotel Palace, espigado él, meditabundo y un tanto cariacontecido (¡hay que ver la importancia que damos por estos lares al primer input visual!) dirigiéndose al coche negro que debe pagar su patrón Lara (de lunes a viernes); nadie podría colegir a primera vista que está en presencia de eso tan hortera y tan al uso que algunos denominan “poder fáctico”. Pero él lo es.

Casals consiguió en su día para el Grupo Planeta que José María Aznar le adjudicara el Grupo Antena3 (Onda Cero incluida) lo cual da cabal idea de su entrada en palacio. Pero ahora, con Mariano Rajoy y Soraya al timón todavía lo es más.

-“¡No olvides que su periódico apostó desde siempre y en toda ocasión por Mariano…!”, dicen.

Hecho cierto y comprobable donde los haya. Dicen que se mueve como un príncipe de la Iglesia; sigilo, información y talento en el susurro en busca de los intereses del Estado… y de los suyos, of course. Pero también fue un “poder fáctico” con José Luis Rodríguez Zapatero y los catalanes saben a qué puerta tiene que tocar cuando desean algo en y de Madrid.

Viene esto a cuento porque el sin par debate de Ávila -moderado por mi amigo Paco Marhuenda, quien se moja el dedo y sabe por dónde sopla el aire- entre el purpurado Antonio Cañizares (¡ojo, que regresa de Roma y Rouco tiene que dejar el sillón en breve tiempo!) y el muy rojo y laico Zapatero fue posible por petición expresa de don Mauricio.

Ahora me explico por qué los veteranos Durán i Lleida y Sánchez-Llibre acuden a besarle la mano (en hipérbole, naturalmente) cada vez que le ven por los salones del Palace.

Pues ahí está este MC del que Marhuenda siempre me habló con epítetos admirativos. Hubo otro MC que hizo fortuna durante un tiempo por estos lares; aquel prefería el oropel y las portadas; éste el discreto encanto de la penumbra. Lo dijo el clásico: es mejor ser que parecer. Y mi colega Manuel Pizarro me suele recordar que “el sol abrasa”.