El Gobierno al Ibex catalán: España o quiebra

Si creía don Artur Mas, con una borrachera de finales del siglo XVIII de toma pan y moja, que su desafío en plan Lope de Aguirre le iba a salir gratis, ya sabe que se equivoca.

Anotar en cualquier caso que la tensión personal entre el máximo representante de España en Cataluña con el resto de los que mandan en el país es insoportable. Pero no sólo entre Mas, Rajoy, el Rey o los ministros, que va de suyo. El gran problema es Unió y su bizcochable socio, Duran i Lleida, que ahora tiene que comerse toda su historia política de un sorbo o simplemente descolgarse a orillas del rio Tur. ¡La leche!

Pero no es el tambaleante jefe del Gobierno autónomo catalán lo que preocupa en Moncloa ni en Génova 13. No. El Ejecutivo ha llamado a un aparte a los jefes de las grandes compañías catalanas a los que ha transmitido un solo y nítido mensaje:

-¡Vosotros veréis…! Quebrar vuestras empresas es cuestión de unas semanas y sólo vosotros sois capaces de embridar a un locoide tan estulto como envalentonado…

-¿Han entendido el mensaje?, pregunto en donde debo.

-¡Y tanto!, ¿eh? ¡Y tanto!

Uno de los principales objetivos del poder de España en estos momentos (La Zarzuela incluida) es hacer ver al hereu del señor conde (Godó) que, por muchos millones que el Govern de la Generalitat les haya puesto en su tambaleante multimedia La Vanguardia, el camino emprendido es erróneo.

-Mira, Graciano, la única virtualidad que tiene lo de Mas es que, por fin, ya sabemos dónde está cada uno.

Pues ya era hora. Llevamos 512 años esperando dónde se sitúa cada uno en esa inquietante línea maginot.