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Despiporre en el Gobierno con los fiscales de Gallardón
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Despiporre en el Gobierno con los fiscales de Gallardón

La Fiscalía ha terminado siendo el mejor abogado de Miguel Blesa, uno tan bueno que hasta podría ahorrarse las minutas de sus letrados. Manuel Moix, jefe del Tribunal Superior

La Fiscalía ha terminado siendo el mejor abogado de Miguel Blesa, uno tan bueno que hasta podría ahorrarse las minutas de sus letrados. Manuel Moix, jefe del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, es el que está actuando de oficio en un caso que ilustra a la perfección la enorme distancia que separa la percepción ciudadana respecto de los que mandan y el entender de la Justicia respecto a los que, teóricamente, empitona.

Ya sabemos que el Ministerio Fiscal en España es jerárquico, esto es, que depende del poder político de turno, léase el gobierno. Pero incluso así, la misión fundamental del fiscal, a tenor de la teoría universal en los países libres, debería ser la de tener una mínima imparcialidad, evitar caer en el más espantoso de los ridículos.

Veamos. Yo sólo traslado aquí lo que oigo y percibo en los ambientes gubernamentales a los que teóricamente pertenece el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. Las dos fiscales del caso Gürtel, Miriam Segura y Concepción Sabadell, son las que realmente están sosteniendo esta causa, sobre todo desde que el juez Antonio Pedreira decidió archivar los nombres de algunos de los políticos que pululan por la misma. Sin las amigas de Conde-Pumpido, que también lo eran de Baltasar Garzón, es muy probable que ahora mismo el monumental quilombo estuviese adornado por la sordina. De modo y manera que hay que agradecérselo al señor ministro y, de paso, al fiscal anticorrupción Antonio Salinas (nombrado por el Gobierno Aznar), y al fiscal general Torres Dulce. La verdad es la verdad y siempre será la verdad.

Pero choca ese proceder con la deriva talibana del fiscal del caso Blesa. Claro, en un país abonado a las sospechas nada tiene de extraño que siempre se exciten las bajas pasiones que permiten sacar de la mentira una verdad. Ruiz-Gallardón fue un incansable defensor del amigo de Aznar que dirigía Caja Madrid cuando la lideresa Aguirre quiso tirarlo por la ventana. Tanto es así que, en Moncloa y aledaños altos del Partido Popular, que es el partido en el poder, creo, han comprado esta tesis. Las cosas han llegado a tal punto que se despiporran y abundan los chistes sobre el asunto.

Yo no sé si todo ello tiene que ver con el rumor que corre por las filas populares respecto a que el ministro de Justicia, expresidente de la CAM y exalcalde de Madrid, era el tapado de José María Aznar para darle la patada a Mariano Rajoy. Pero se puede sustanciar que la estela del siempre aspirante a primer ministro periclita en los aledaños marianistas.

La Fiscalía ha terminado siendo el mejor abogado de Miguel Blesa, uno tan bueno que hasta podría ahorrarse las minutas de sus letrados. Manuel Moix, jefe del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, es el que está actuando de oficio en un caso que ilustra a la perfección la enorme distancia que separa la percepción ciudadana respecto de los que mandan y el entender de la Justicia respecto a los que, teóricamente, empitona.