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El Rey se reinventa en Marruecos
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Graciano Palomo

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El Rey se reinventa en Marruecos

Ya escribí hace algún tiempo, cuando el cierzo golpeaba con dureza sobre el rostro del Jefe del Estado, que Don Juan Carlos no estaba por la

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El Rey se reinventa en Marruecos

Ya escribí hace algún tiempo, cuando el cierzo golpeaba con dureza sobre el rostro del Jefe del Estado, que Don Juan Carlos no estaba por la labor de tirar la toalla. Ha bastado con que sus 'tornillos' (muchos  y variados) se engrasaran un poco para irse hasta Marruecos acompañado de unos cuantos ministros y un montón de empresarios capitaneados por Juan Rosell, el hombre de la revolución silenciosa dentro de la organización empresarial más poderosa de España.

Antes de entrevistarse con los sátrapas alauitas, el Rey pidió al presidente de la CEOE un cumplido informe sobre lo que debía urgir a los chicos del Mohamed VI, que parecen contar con liquidez suficiente para hacer negocio con las empresas españolas que han encontrado en aquellas latitudes un mercado extraordinario.

-¿Y cómo encontraste al Rey? -pregunta el periodista.

-Está como loco por hacer algo positivo en beneficio de España, convencido de que se podrán superar los problemas, que tampoco son tantos y tan distintos de los que padecen todos los países de nuestro entorno, corrupción incluida… Te lo digo sinceramente, está transformado y con mucha moral.

Luego viene lo de apuntalar su mejor versión que pasa, necesariamente, por la vertiente internacional, donde le gusta ser acompañado de representantes de la economía productiva tratando de vender algo o conseguir algún contrato.

-Yo te digo que no he visto ni mucho menos a un tipo acabado sino con ganas de seguir dando guerra; ahora más que nunca porque está encabronado de que se hayan puesto en cuestión muchas cosas que a él le importan…

Dicen que en cuanto se cierre la instrucción contra el yerno (y a ser posible el caso sea juzgado y resuelto), una vez que las muletas puedan ser aparcadas y se den las condiciones mínimas en el país de concierto social, el viejo y renqueante Borbón volverá a reencontrarse a sí mismo y organizar la de dios es Cristo, siempre en clave juancarlista.

¿El canto del cisne? Porque hay algo que es más poderoso a la larga que un rey: el tiempo. Implacable, inexorable y exento de errores.

Ya escribí hace algún tiempo, cuando el cierzo golpeaba con dureza sobre el rostro del Jefe del Estado, que Don Juan Carlos no estaba por la labor de tirar la toalla. Ha bastado con que sus 'tornillos' (muchos  y variados) se engrasaran un poco para irse hasta Marruecos acompañado de unos cuantos ministros y un montón de empresarios capitaneados por Juan Rosell, el hombre de la revolución silenciosa dentro de la organización empresarial más poderosa de España.

Rey Mohamed VI