El baile del gulag en IU: el 13 por ciento

Nada de lo que está ocurriendo en la “izquierda de la izquierda” es casual. La petición del rector Carrillo y del exjuez Garzón, de Pilar del Rio y de exdirigentes de IU, como José Francisco Mendi, entre otros, para que les dejen sorber las migajas del PSOE, en el supuesto de que haya migajas que repartir, tiene su aquel.

Porque los que cortan el bacalao de verdad en el conglomerado izquierdista/antisistema se han terminado por creer que el “ejemplo andaluz” puede ser extrapolable a muchos puntos de poder político institucional en España (ayuntamiento, diputaciones, comunidades autónomas) e incluso al propio gobierno de la Nación. Estaríamos hablando del 13 por ciento de los votos que rompería la maldición histórica que tiene el comunismo en España desde la caída del Muro.

Esa euforia que produce hemorragias de placer a los que buscan ajustar cuentas con el pasado guerracivilista tiene atemorizados a los inversores propios y extraños, porque Andalucía no es precisamente un semillero propicio para sembrar euros ni siquiera para tener un mínimo de seguridad jurídica, que ya es decir, dentro de un territorio UE.

Lo cierto es que el sector más agresivo y radical busca y está consiguiendo dar un golpe de mano en la coalición. Si se deja el “rural” Cayo Lara, bien; si no, se lo cepillan manu militari depurando a la antigua usanza, que tampoco hay problema.

De ahí que ni siquiera un histórico como Gaspar Llamazares tenga su comidita asegurada dentro de los nuevos tiempos que alumbran a los neocomunistas españoles, ahítos de hacer las cosas que Santiago Carrillo no pudo hacer cuando empezó el baile de la Transición porque, precisamente, en eso consistió la Transición: olvido mutuo y perdón.

El pretexto, una vez más, es “derrotar a la derecha” que, visto lo visto, hasta se derrota ella solita. Lo que se busca es mamandurria pura y dura y en esto los socialdemócratas siempre han sido muy tontos. Baste recordar el pacto (año 2000) entre Joaquín Almunia, que tampoco es que sea Trotsky precisamente, y Francisco Frutos, que este sí venía del asalto al palacio de la KGB.

Los nuevos ‘bolches’ preparan el asalto, coleta incluida, y a Llamazares sólo se le ocurre decir que lamenta que varios de los miembros de su dirección (Izquierda Abierta) se hayan ofrecido al PSOE en lo que considera una falta de respeto a sus militantes.

¡Vivir para ver!