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Consejo Audiovisual Catalán o Torquemada
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Graciano Palomo

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Consejo Audiovisual Catalán o Torquemada

Como probablemente algunos ignoren quién fue fray Tomás de Torquemada me libraré en esta ocasión de la hoguera, aunque presto estoy a subir al cadalso.Lo de

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Como probablemente algunos ignoren quién fue fray Tomás de Torquemada me libraré en esta ocasión de la hoguera, aunque presto estoy a subir al cadalso.

Lo de estos diez muchachos (as) del llamado Consejo Audiovisual Catalán (CAC) y sus patrocinadores (dinero público a raudales entre la penuria del pueblo, of course), cuyos miembros cobran la menudencia de 80.000 euros anuales -más que el presidente del Gobierno, al que sacan la piel a tiras- es el típico caso para aplicar el viejo dicho del maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela.

¡Mare de Deu! Con los insultos que llevan muchos lustros propinando a todo aquel que no está dispuesto a marcar su paso gallináceo y pancatalanista (“España nos roba”; “pacto del hambre”; “vagos extremeños” y un largo etcétera…), vejaciones en sus medios al Rey, al presidente y a todo quisque, rasgan sus farisaicas vestiduras e invocan a la Moreneta contra aquellos medios, voces y plumas que describen la indecente realidad de un nacionalismo agresivo, rancio, irracional, arcaico y trabucaire.

¡Quién me iba a decir a mí que algunos de estos tipos (as), que se ponen tan estupendos y tan felpudos cuando se vitupera al pueblo español, sus instituciones y su memoria histórica, se prestarían a estos juegos que desde luego casan mal con Els Segadors y con La Internacional!

Me dirán, seguro, oiga, que hay que comer… ¡Pues curren, coño! Si hubieran dejado que se grabara en Barcelona la serie Isabel, se hubieran enterado, y con ello sus acreedores, que hubo un tal fray Tomás de Torquemada, dominico, que llevó a la hoguera a miles de judíos. Hoy, estos torquemaditas de escasa letra y mucha genuflexión quieren esquilmar -¡como si necesitaran dinero!- a cuantos se les cruzan en el camino y no se postran de hinojos ante sus jefes políticos echados al monte.

Estoy pendiente por si salta la noticia: cualquier día piden al abad de Montserrat que se ponga al frente de la manifestación censora y encabece el pelotón de ejecución. ¡Total, sería cambiar un dominico por un benedictino!

Como probablemente algunos ignoren quién fue fray Tomás de Torquemada me libraré en esta ocasión de la hoguera, aunque presto estoy a subir al cadalso.

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