Lo de Esperanza Aguirre, encorajina

La lideresa madrileña sigue su propia hoja de ruta al margen del devenir global del partido en el que milita y aún preside en la decisiva Comunidad de Madrid.

Tampoco es que nadie se sorprenda –“cosas de Esperanza”-, pero hay asuntos que duelen más que otros.

No ha gustado nada su imprecación a su viejo amigo Alberto Ruiz-Gallardón -“al menos lo hace cara a cara y mirando a los ojos”- a propósito de la no revocación del magistrado López Guerra (el de Estrasburgo) transmitiendo la idea de que el Gobierno –“su Gobierno”- no ha hecho todo lo necesario y posible para no excarcelar a la multitud de etarras que ya están tomando txiquitos por todas las tascas del País Vasco e incluso que se pueda dar pie a interpretar que hay algún corolario de connivencia con la banda en aras a la “pacificación”.

¡Cosas que duelen! ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que el presidente Rajoy, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, el ministro Fernández Díaz, pueden haber caído tan bajo? ¡No!

Lo del CGPJ, sin embargo, es algo que chirría. El ministro de Justicia encontró su par en el socialista Antonio Camacho y a partir de ahí todos al colacao.

La semana se cierra de nuevo con la lideresa. En el PP la estampida “mundial” (por El Mundo) de Santiago Abascal no es algo que haya despeinado a nadie. Ninguneo total. Pero recuerdan que el muchacho cuando dejó de ser diputado en Vitoria fue recogido con un magnífico sueldo por Aguirre cuando mandaba en la Puerta del Sol.

Puesto en el que dicen continúa.

Lideresa de principio a fin.