Florentino se toma a chacota a Rubalcaba

Los que tenemos alguna experiencia y una cierta idea acerca del acontecer nacional en su conjunto -los estultos siempre confunden valor y edad, como si la juventud fuera en sí misma significativa de algo y mucho menos de talento y mérito-, sabemos que la política está, por esencia intrínseca, hasta en el baloncesto y no digamos en el fútbol.

Viví una época al iniciarse la Transición en la que algunos diputados de la izquierda se negaron a jugar un partido con los periodistas parlamentarios en la Ciudad Deportiva del Real Madrid (ahora las famosas Torres) so pretexto de que el club merengue tenía demasiados signos de distinción franquista.

Afortunadamente la riada de la sensatez se llevó por delante a aquellos pobres diputados cuyo único mérito era haber llegado primero a las casas del pueblo para formar parte de una lista electoral donde cabía cualquiera. Casi como ahora pero más.

El primero que dio el paso al frente y salió del armario de las filias madridistas fue el extinto Gregorio Peces-Barba, seguido de ese eterno vividor de la cosa pública llamado Juan Barranco hasta llegar al paroxismo blanco en forma de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Éste tuvo una magnífica relación, muy estrecha por mor del gran Tato Goya que era su cuñado, con el anterior presidente, Ramón Calderón, que como todo el mundo sabe terminó malamente dejando paso again al eterno Florentino Pérez que no sé qué pudo ver en el orondo Antonio García Ferreras. Pues bien, Pérez, que hizo sus pinitos en política en UCD y en la famosa y estrepitosa Operación Reformista es un vehiculante nato en los pasadizos del alto poder político. Lo mismo le da que le da lo mismo que esté el centroizquierda (PSOE) que el centroderecha (PP) o el sumsum cordam en forma de Lenin.

Consciente de su poder –al margen de ACS donde el dinero no es suyo- recibe llamadas de todo tipo y en su haber está el hecho de “su” palco, donde si no eres invitado en realidad no representas nada en este país.

Por ahí he visto en alguna ocasión a Elena Valenciano y Óscar López, no sé si porque son merengones o porque su jefe de fila lo es. Pero una cosa es que ocupen lugar en tan despampanante escenario y otra que Florentino les haga caso. Porque ni siquiera el mismísimo jefe de la oposición consigue que el presidente del Real Madrid desbloquee el ‘no’ que ha impuesto en la Asociación de Clubs de Baloncesto (ACB) a un íntimo amigo del jefe socialista que responde por el nombre de Albert Soler, miembro del PSC y exjefe del CSD.

Socialistas con carné, cargo, coche oficial y escaño ocupan lugares de privilegio en distintos clubs de la canasta, pero, por lo que sea, el señor Soler no es del agrado del señor Pérez. Ni con toda la carne de Rubalcaba.

¿Por qué será?