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El 24 de febrero, todos a Roma
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Graciano Palomo

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El 24 de febrero, todos a Roma

En el próximo mes de marzo la Conferencia Episcopal Española (CEE) se propone poner fin al largo y profundo poder de Rouco Varela

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En el próximo mes de marzo la Conferencia Episcopal Española (CEE) se propone poner fin al 'rouquismo', es decir, al largo y profundo poder que el todavía cardenal/arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela (Villalba, Lugo, 1936) ha venido ejerciendo en la Iglesia Católica Española.

Muchos de los actuales obispos le deben su birrete al cardenal gallego y, por lo tanto, la línea ortodoxa está garantizada y, desde luego, el seno de la jerarquía católica no es muy propicia a cataclismos y mucho menos revoluciones. Pero es también un hecho cierto que a Roma llegó hace escaso tiempo un cardenal bonaerense que responde por el nombre de Francisco que ha venido a romper con determinadas derivas formales y otras concepciones sobre asuntos terrenales que cuentan con el aplauso del mundo mundial -lo cual tampoco en sí mismo quiere decir nada, salvo eso, que no es poco- y cuyo estilo parece cuajará en los cambios españoles. Al fin y al cabo Roma siempre es Roma, insisto, aunque haya que descartar -va de suyo- cambios en cuestiones que tienen que ver con el dogma o los principios fundacionales de la Iglesia.

Lo descriptible es que el próximo 24 de febrero, San Matías, el pleno de la Conferencia viajará a Roma, donde permanecerá hasta el 8 de marzo, para empaparse de 'Franciscus'en la llamada y tradicional visita ad límina.

Es de suponer que los prelados españoles tomarán buena nota de los deseos del Papa argentino, que fue su predicador de ejercicios espirituales no hace tanto tiempo, y regresarán a España -obispos catalanes y vascos, incluidos- con una cierta idea acerca del perfil que el Romano Pontífice y jefe de la Iglesia universal quiere para dirigir la jerarquía y el rebaño de Jesús en nuestro país.

Al día de hoy, los candidatos a ocupar la silla vacante de monseñor Rouco Varela siguen siendo los mismos. Por un lado, el cardenal Cañizares, 'ministro'nombrado por el Papa Ratzinger, habilidoso y con buenos contactos mediáticos. Don Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid, y el siempre mentado Jesús del Río, arzobispo general castrense, y que dio un golpe de autoridad electiva con el reciente nombramiento de secretario general de la CEE en la persona del sacerdote de Opus Dei, José María Gil Tamayo, muy en la línea, dicen, del Papa y de su 'Iglesia de los pobres'.

Pero si en la propia elección de Francisco hubo sorpresa, quién puede asegurar que -cuando la primavera esté próxima- en el timón de Añastro, 1 no habrá un ensotanado de nuevo cuño.

Los caminos del Señor son insondables y los de los señores obispos todavía más.

En el próximo mes de marzo la Conferencia Episcopal Española (CEE) se propone poner fin al 'rouquismo', es decir, al largo y profundo poder que el todavía cardenal/arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela (Villalba, Lugo, 1936) ha venido ejerciendo en la Iglesia Católica Española.

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