Regresa la España irrespirable

Un tal Nacho Vegas, 40 años, que se tiene por asturiano y toca la guitarra, se ha permitido el lujo de afirmar (precisamente cuando Adolfo Suárez estaba ya a las puertas del más allá) que la Transición fue un “timo”. Añade el cuate: “Hemos necesitado 30 años para descubrirlo…”. ¡Perdónales, Señor, no se saben de lo que hablan!

Comprendo que el jovenzuelo cantautor estuviera magreando el chupete cuando se inició la más formidable aventura democrática y de progreso que jamás conoció este viejo país llamado España. Pero eso no le da derecho a poner en cuestión un proceso que fue el “milagro del mundo”.

A la muerte del dictador todo cristo apostaba a que aquííbamos a volver dar darnos de leches como antaño. Pues mire usted, señor cantautor, no. Hubo una generación de españoles con sentido común y común sentido que pactó la reconciliación y que en lugar de subir a la tribuna del Congreso de los Diputados a anunciar al “enemigo” que llegada la noche pasarían a buscarle los asesinos de las pistolas -de uno y otro bando-, peroraba en libertad defendiendo pacífica y democráticamente las ideas de cada cual. ¡Eso fue la Transición, señor rapsoda!

Si usted quiere llenar su caja a costa de maldecir la convivencia se estrellará de plano contra la voluntad absolutamente mayoritaria de un pueblo que desea continuar viviendo en paz, democracia, trabajo y libertad. Porque a pesar de los ecos este país se gobierna desde la moderación, la sensatez, la tolerancia y el centrismo.

Son este tipo de personajillos y sus púlpitos los que están emponzoñando la convivencia. Sé que en España y en Europa -no digamos en el resto del mundo- hay muchos problemas, muchas injusticias, déficit democrático, etc. Ya lo sé. Que hay que cambiar muchas cosas, no lo ignoro. Pero un asunto es eso y otro bien distinto intentar dinamitar el esqueleto básico de la España constitucional. Para que éste y otros ganapanes puedan conducirse de la forma anti histórica y estulta como a diario se retratan hubo que hacer la Transición, que no fue otra cosa que una voluntad de vivir juntos en discrepancia y con mayorías gobernando y minorías respetadas.

Es un hecho descriptible, en efecto, que los que tendrían la responsabilidad de conducir a la nación de forma centrada y moderada se comportan como hooligansde su propia causa y de sus intereses más espúreos. De hecho, están haciendo que España sea un lugar irrespirable e intransitable. Pero el pueblo sigue en sus trece: paz, pan, moderación, libertad, progreso. Eso fue la Transición.

Ver, por ejemplo,a un fiscal (Bautista) de la Audiencia Nacional insultar -escondido tras un seudónimo- a sus compañeros, la Guardia Civil, el Gobierno, las instituciones, es dinamitar la Transición. Oír a un diputado en Cortes, antes orondo y engordado miembro del CGPJ a mayor gloria del PNV, que la niña de Treviño no hubiera muerto por una varicela si el Condado fuera vasco, son piezas de museo atrabiliario que confirman lo que escribo.

¡No nos moverán!