Canarias: Rivero se sube al Gurugú

Si el hierático y tecnocrático José Manuel Soria albergaba alguna posibilidad de presidir alguna vez el gobierno de su tierra –ganó las últimas elecciones sin mayoría- ya puede imitar la entrada de Dante al quinto infierno y abandonar toda esperanza.

La decisión del Gobierno de autorizar las prospecciones petrolíferas de Repsoles el argumento, quizá excusa, para el mefistofélico presidente canario Paulino Rivero para asestar una puñalada en el corazón del mortecino y cuitado corazón del Estado.

En el tono suavón que le caracteriza lo ha dejado claro: España nos traiciona y que se atenga a las consecuencias. Este discurso me suena. Recuerda que Canarias está en territorio africano e invoca la desafección al más puro estilo catalán y vasco.

La política es, antes que nada, el arte de lo posible. Un asunto de esa naturaleza es un pretexto perfecto para movilizar a todo un pueblo sobre todo si sólo escucha la cadena SER. Supongo que el gobierno de Rajoy tiene buenas razones –no explicadas suficientemente- para haber firmado la autorización para Repsol; y no me cabe duda alguna que habrá tenido en cuenta los intereses generales y los del Estado. Pero, será consciente de que se le abre un nuevo frente muy peligros para la estabilidad institucional precisamente en el peor momento y sin solución de continuidad. Los nacionalistas –o lo que sean- canarios hace tiempo que juegan al requiebro con los independentistas vascos y catalanes y ya se han envuelto en la bandera amarilla para sacar de mentira verdad, o viceversa.

Canarias son palabras mayores. En cualquier caso, no menos que el territorio catalán o vasco. Conociendo –creo- al presidente las dudas que habrá tenido que superar para firmar el papel a Repsol. Pero lo ha firmado.