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Vox aborta antes de concebirse
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Graciano Palomo

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Vox aborta antes de concebirse

La experiencia demuestra que los partidos creados a la contra no funcionan, aunque tienen derecho a subirse a la lancha en la que uno desea ahogarse

Foto: Presentación de Vox en Madrid, en enero de 2014. (Efe)
Presentación de Vox en Madrid, en enero de 2014. (Efe)

La experiencia demuestra que los partidos creados a la contra no funcionan, aunque nadie pone en cuestión el derecho de todo el mundo a subirse a la lancha en la que uno desea ahogarse.

VOX se fundó al socaire de algunos personalismos (Vidal-Quadras, Santiago Abascal, González Quirós, etcétera…) que no encontraron respuesta a sus ambiciones personales, aunque algunos hicieran buen negocio durante lustros cobijados bajo el ala de la gaviota. Intentaron aprovechar el inevitable desgaste del PP en el poder, y algunos brotes de protesta entre la derecha más a la derecha contra el marianismo en ejercicio, y el 25-M (europeas) le birlaron un cuarto de millón de votos para, al final, quedarse a la intemperie.

De repente, y al socaire del verano, ha venido su musa televisiva, Cristina Seguí -miembro del denominado Comité Ejecutivo Nacional- a decir que el presidente de la escuálida formación se ha llevado 58.000 euros y ha colocado a su hijo. Seguí pone el acento en una supuesta lucha interna por el poder cuando todavía el ciervo ni siquiera recorre los campos.

Lo curioso es que uno de los argumentos de los exPP para irse era la falta de democracia interna -cosa en la que no les falta razón-, pero ahora nos enteramos de que es Alejo Vidal-Quadras quien mantiene un pulso directo con Abascal por el control.

He tenido alguna conversación con mi viejo amigo Ignacio Camuñas, otro de los dirigentes de la nueva criatura política. Está convencido de que Vox terminará por copar el poder institucional de España y media Europa en menos que silba un moreno en la vía del tren. Por de pronto, vamos a ver si el próximo 20 de septiembre (elecciones internas) estos pequeños cultos a la personalidad, como ha denunciado Seguí, se sustancian en algo o los 250.000 votos del pasado mayo se lo piensan mejor y vuelven al lugar del que partieron.

La experiencia demuestra que los partidos creados a la contra no funcionan, aunque nadie pone en cuestión el derecho de todo el mundo a subirse a la lancha en la que uno desea ahogarse.

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