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Rato se venga de Rajoy: arrastra al PP hacia el abismo
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Graciano Palomo

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Rato se venga de Rajoy: arrastra al PP hacia el abismo

El grado de deterioro político del presidente es sumamente inquietante para los que gustan de dirigentes tranquilos, serios y previsibles. Rajoy necesita cada vez más un Alastair Campbell

Foto: Mariano Rajoy, el pasado miércoles, cuando había saltado ya el escándalo alrededor de Rato. (Reuters)
Mariano Rajoy, el pasado miércoles, cuando había saltado ya el escándalo alrededor de Rato. (Reuters)

Es la pregunta de moda en todos los despachos cool de la Corte. ¿Aguantará Rajoy?

El presidente es, quizá, el personaje político que he conocido al que han dado por muerto en más ocasiones e incluso que más veces han matado. Al que más funerales corpore insepulto le han oficiado. Le mataron en las elecciones posteriores al 11-M y le enterraron en 2008 durante tres meses seguidos, hasta que sus ‘asesinos’ se percataron en el Congreso de Valencia de que sólo contaban con el 25% de las voluntades en el PP.

Incluso cuando consiguió el formidable ‘bote’ de once millones de votos (20 de noviembre de 2011) al poco rato y a propósito de aquel famoso y venenoso SMS de "Luis, sé fuerte" le han levantado piras y le han esculpido diferentes lápidas en mármol galaico con diferentes vetas.

Que yo sepa, Mariano Rajoy todavía vive en el palacio de La Moncloa y, como mínimo, estará hasta las uvas de 2015. El de Pontevedra (aunque nació stricto sensu en Santiago de Compostela) ha demostrado una capacidad de aguante extraordinaria que ha venido a corroborar el epíteto de mi libro: El hombre impasible (ed. La Esfera de los Libros).

Le han dado más leches que a una estera y, como no responde a ellas, el resultado al final es que aparece con el rostro como un eccehomo; está por saber si la hinchazón y los moratones se diluirán con tiempo suficiente. Me temo lo peor. Las obleas xacobeas llegan especialmente virulentas desde las propias trincheras y no digamos de las ajenas.

El resultado, se mire por donde se quiera, es que el grado de deterioro político del presidente Rajoy es sumamente inquietante para los que gustan de dirigentes tranquilos, serios y previsibles. Y ello ante una gestión económica notable; no lo digo yo.

Pero como si le hubiera mirado un tuerto, los inputs negativos se amontonan bien a su pesar. El último, la detención de Rodrigo Rato que, aunque expulsado del PP, para muchos ciudadanos continúa siendo "uno de los suyos". Negar que el nuevo 'escándalo Rato' va a tener una repercusión electoral clara -a unas semanas precisamente de comicios decisivos- es el pasaporte para obtener el título de chorroborro. La gente se queda con la sal gruesa y no con eso de que el Estado de Derecho funciona.

Rajoy necesita cada vez más un Alastair Campbell. El problema es que no existe algo parecido enEspaña.

Es la pregunta de moda en todos los despachos cool de la Corte. ¿Aguantará Rajoy?

Rodrigo Rato Mariano Rajoy