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¿Quién ha hecho aflorar 124.000 millones?
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Graciano Palomo

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¿Quién ha hecho aflorar 124.000 millones?

Sacarle la piel a tiras a Montoro por cualquier cosa que haga o diga es algo que va en su magro sueldo. Pero los que crean que pueden hacerlo mejor, que pasen y se enfunden el chándal

Foto: El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. (Reuters)
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. (Reuters)

Nadie en su sano juicio podrá negar que el ‘escándalo Rato’ se podía haber gestionado mejor para los intereses gubernamentales y el partido que le sustenta. Pero de ahí a poner en cuestión lo esencial de la amnistía(es verdad que amnistía es perdonar, hacer tábula rasa y aquí no se ha hecho, véase, Rato y los que vengan), “regularización” o como quiera llamarse es cosa bien distinta. Zurrar la badana al ministro de Hacienda, sacarle la piel a tiras por cualquier cosa que haga o diga, colgarle de la pica pública, insultarle, sacarle cantares ad hominem, hacerle juicio de intenciones –incluso exageradamente–, es algo que va en su magro sueldo. Lástima que algunos de los que le exigen lo que ellos no dan no pasen luego por taquilla salvo cuando les llevan a rastras.

¿A quién de aquél que paga sus impuestos día a día, en tiempo y hora, en los tramos legales, le gusta una “amnistía” fiscal? A mí no, desde luego.

Bien, no nos desviemos. Lo esencial que perseguía Montoro, según ha contado en numerosas ocasiones, cuando se hizo cargo por segunda vez en su vida de la caja pública que heredó con enormes telarañas era repatriar la morterada de millones españoles que estaban fuera y que se fueron durante lustros y décadas. Incluso cuando gobernaba el incompetente Zapatero, que también hizo amnistía fiscal, probablemente sin saberlo, porque nunca se enteró de nada. Lo hicieron por él Elena Salgado y el ramillete de ‘rogelios’ forrados al socaire del poder político del gran estadista leonés.

Eran más de 30.000 ciudadanos españoles y ya me dirán ustedes cómo se persigue a todos y cada uno si no es incrementando la plantilla del CNI o de la AEAT en la misma proporción. Lo práctico es que ahora mismo el fisco español sabe dónde están esos 124.000 millones –como mínimo–y 715 de esos españolitos, además de pagar, tendrán que pagar más e ir con sus huesos a la cárcel. Una cosa es una cosa y otra, otra. Es de natural que queramos saber los nombres y apellidos de esos sujetos y al final lo sabremos. Por cefas o nefas lo sabremos. Para empezar, Rato, que no está mal. Respecto a la queja del que fuera su secretario de Estado ante las fechorías (presuntas, claro) de su antiguo jefe de filas en la Vicepresidencia Económica no puedo estar más de acuerdo. Como mínimo es indecente, vergonzoso, repugnante y, sobre todo, enormemente obsceno para los compañeros de militancia y votantes que le dieron fama y poder. ¡Hace falta ser caradura!

Si hay otros ciudadanos con dos cojones, que creen y dicen que lo puede hacer mejor que Montoro y hacerse cargo de ese embolado, que pasen y coman. Que sean capaces de bajar los impuestos y repartan más prestaciones de todo tipo; que nos sienten en un jamón de jabugo y al mismo tiempo nos den otro para comer. Por mí, sin problema. Que pasen lo antes posible y se enfunden el chándal.

Sin embargo, mucho me temo que cuando ocurra lo que inevitablemente tendrá que ocurrir vamos a tener materia para descojonarnos de risa una larga emporada. O llorar de pena e impotencia.

Nadie en su sano juicio podrá negar que el ‘escándalo Rato’ se podía haber gestionado mejor para los intereses gubernamentales y el partido que le sustenta. Pero de ahí a poner en cuestión lo esencial de la amnistía(es verdad que amnistía es perdonar, hacer tábula rasa y aquí no se ha hecho, véase, Rato y los que vengan), “regularización” o como quiera llamarse es cosa bien distinta. Zurrar la badana al ministro de Hacienda, sacarle la piel a tiras por cualquier cosa que haga o diga, colgarle de la pica pública, insultarle, sacarle cantares ad hominem, hacerle juicio de intenciones –incluso exageradamente–, es algo que va en su magro sueldo. Lástima que algunos de los que le exigen lo que ellos no dan no pasen luego por taquilla salvo cuando les llevan a rastras.

Cristóbal Montoro Rodrigo Rato