La otra lideresa aprieta el acelerador

Yalo he contado en algunasocasiones. Ahora lo hago a tres semanas del definitivo 24-M, cuando todas las pompas de jabón estallan ante la voluntad soberana del pueblo llano. En Valladolid, por ejemplo, se juega una alcaldía; en Murcia un gobierno autónomo, pero en Toledo/Ciudad Real/Guadalajara está en tela de juicio algo más que el poder regional.

María Dolores de Cospedal lleva siete años al frente del Partido Popular como primera ejecutiva de la formación del centro derecha. Probablemente, la etapa más comprometida y difícil de todas cuantas ha vivido el partido que fundara Manuel Fraga. Cospedal ha tenido que comerse todos los marrones en solitario, entre otras cosas, porque los auténticos responsables de los desaguisados que amenazan con mandarles a la oposición –Aznar, Cascos, Arenas–han preferido meterse debajo de la mesa antes que dar un paso al frente.

Todo tiene en esta vida una marca de no retorno. Cospedal ha tragado mucho en la planta séptima del cuartel general popular. Se presenta a estas elecciones en su tierra donde revalidar el poder es algo más que una simple victoria al uso. Si lo lograra estaríamos hablando ya de un punto de no retorno después de todo lo que le ha caído encima por Génova 13 y por el palacio de Fuensalida.

Tuvo que tragar intoxicaciones miles; filtraciones y tal. Tragó incluso con Moreno Bonilla cuando tenía claroque quien convenía a Andalucía y al PP era Esperanza Oña, la ex alcaldesa de Fuengirola hoy vicepresidenta del Parlamento de Andalucía.

Si alcanzara el sueño de revalidar su mayoría absoluta tengan ustedes por cierto que pasaría de correr la milla a inscribirse en la maratón.

Observaran que he escrito 'si'condicional.