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Por qué Aguirre y Fazmatella no se pueden ni ver
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Graciano Palomo

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Por qué Aguirre y Fazmatella no se pueden ni ver

El distanciamiento entre Botella y Aguirre ha sido brutal. Como sólo son capaces de hacerlo dos mujeres compañeras de militancia en un partido de centro derecha. Pero doña Ana es mala enemiga

Foto: La presidenta del Partido Popular de Madrid, Esperanza Aguirre, y la alcaldesa Ana Botella. (Efe/Emilio Naranjo)
La presidenta del Partido Popular de Madrid, Esperanza Aguirre, y la alcaldesa Ana Botella. (Efe/Emilio Naranjo)

Fueron compañeras de curso en la otrora rutilante UCM, junto con Aznar, Gómez Angulo y otros preclaros hijos del PP. Se llevaron bien mientras pudieron(Esperanza fue ministra; presidenta del Senado; presidenta de la CAM durante el aznarato) y se distanciaron cuando apareció en escena un tal Miguel Blesa a quien José María se empeñó en blindar cuando la lideresa ya había decretado su guillotinamiento.

Hay alguna carta del expresidente a la expresidenta que tendría que ver la luz algún día. Más que nada por hacer justicia histórica respecto a un hecho (Blesa en Cajamadrid) que va a cambiar la historia de poder en el Partido Popular y el rol que jugó en ese quilombo el otrora dios conservador.

Luego vino la insistencia de Esperanza Aguirre por echar una mano al PP (ante la aparición de los chicos de la coleta) y presentar cartas credenciales al Ayuntamiento de Madrid. Ello suponía el fin de Botella, que nunca hubiera ganado unas elecciones. Declinó sus posiciones a la vuelta de tostarse al sol en su “playa particular” de Guadalmina (Marbella) y tras invitar a cenar en su casoplón de dicha urbanización a la señora secretaria general Cospedal & husband. Aguirre sabía ya entonces que la gestión de 'Botellita'–apelativo cariñoso como se la conoce a la alcaldesa en círculos populares–no permitía ninguna broma y que Rajoy no tendría más remedio si quería conservar esa plaza que cooptarla a ella. Pese a todos los pesares.

El distanciamiento entre ambas damas ha sido brutal. Como sólo son capaces de hacerlo dos mujeres que, además, son compañeras de militancia en un partido de centro derecha. Pero doña Ana es mala enemiga. El pasado domingo mandó varios recados envenenados a doña Esperanza, no sin antes recordar que tuvo que llamar a Mariano Rajoy para colocar a algunos de sus “niños” –casi tan incompetentes como ella–en las listas al Ayuntamiento y la Comunidad. Recordar aquí que el tal Diego Sanjuanbenito era el compañero de juegos en los jardines de la Moncloa de su hijo Alonso cuando Fazmatella S.L. habitaba en Palacio.

En el fondo, la lideresa madrileña, quien, al parecer, cuenta con todas las papeletas para retornar el sillón municipal a la Plaza de la Villa, desprecia políticamente a la esposa de Aznar. Aguirre, por contra, tiene acreditado su valor y su capacidad para arar en el surco de San Isidro.

Mientras, Cristina Cifuentes, después de haber visto de cerca los vertiginosos ojos de la muerte, se bate el cobre de sol a sol, traga y subsiste. Los milagros, oiga, son algunas veces posibles. Con trabajo, tesón y mordiéndose los labios.

Fueron compañeras de curso en la otrora rutilante UCM, junto con Aznar, Gómez Angulo y otros preclaros hijos del PP. Se llevaron bien mientras pudieron(Esperanza fue ministra; presidenta del Senado; presidenta de la CAM durante el aznarato) y se distanciaron cuando apareció en escena un tal Miguel Blesa a quien José María se empeñó en blindar cuando la lideresa ya había decretado su guillotinamiento.

Esperanza Aguirre Cristina Cifuentes José María Aznar