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Graciano Palomo

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Lo de Wert

Nunca le pudo ver nadie por su chulería sin causa, sus atávicos complejos, su soberbia intolerable y, definitivamente, por su escaso valor como ciudadano y su inexistencia como dirigente político

Foto: El embajador ante la OCDE, José Ignacio Wert. Foto (EFE)
El embajador ante la OCDE, José Ignacio Wert. Foto (EFE)

Siempre sostuve que era un adefesio político, producto de una presión al presidente, al que se había subido a su chepa una ambiciosa caprichosa y rica porque era ministro. Su nombramiento con dinero púbico para la embajada en París ante la OCDE es un escándalo que no se merecen ni los contribuyentes ni mucho menos los miles y miles de militantes del Partido Popular cuyo poder le hicieron ministro sin contar con ellos.

José Ignacio Wert es un tipo políticamente inexportable. Lo es desde los tiempos en los que fue militante de UCD y luego del PDP /AP. Nunca le pudo ver nadie por su chulería sin causa, sus atávicos complejos, su soberbia intolerable y, definitivamente, por su escaso valor como ciudadano y su inexistencia como dirigente político. ¡Qué error! ¡Qué inmenso error!

Este tipo que quiere seguir viviendo opíparamente a cuenta del contribuyente no ganaría ni una elección en su comunidad de vecinos. Su currículum como empollón de la Universidad Complutense me impresiona menos que nada. Alguna de sus antiguas alumnas me han mandado pruebas inequívocas acerca de su nivel ético y de sus planteamientos entre el que manda y los que teóricamente están por debajo.

Este tipo que quiere seguir viviendo opíparamente a cuenta del contribuyente no ganaría ni una elección en su comunidad de vecinos

Rajoy cometió un error, grave, al aceptar por buenos los consejos de Pedro Arriola y sentar en la mesa del Consejo de Ministros al sujeto en cuestión. La base de sus propuestas educativas podrían ser compartidas en algún grado, pero su incompetencia para la negociación política –eso es ser ministro-, su falta de empatía con casi todos, una arrogancia confusa y fuera de lugar, le impedían ocupar una cartera como la de Educación. Ahí están los resultados. Una reforma (buena en el fondo) incapaz de ser aplicada por mor de la falta de algo elemental y que va de suyo.

Ni siquiera sus comportamientos personales/sentimentales tienen un pase en una sociedad exigida. Durante un tiempo, desde los propios aledaños presidenciales –más por la buena de Edurne Uriarte que por el personaje en sí mismo-se intentó salvar la imagen de un tipo que realmente no se puede poner a la venta en ningún escaparate. En las artes de conspirador, marrullero y faltón no tiene precio. Se debe estar descarallando de risa con el quilombo que le ha dejado al pobre de Méndez Vigo y de paso a todo el centro derecha.

¿Quién coño va a comprar esa mercancía allende nuestras fronteras?

¡Qué error! ¡Qué inmenso error!

Siempre sostuve que era un adefesio político, producto de una presión al presidente, al que se había subido a su chepa una ambiciosa caprichosa y rica porque era ministro. Su nombramiento con dinero púbico para la embajada en París ante la OCDE es un escándalo que no se merecen ni los contribuyentes ni mucho menos los miles y miles de militantes del Partido Popular cuyo poder le hicieron ministro sin contar con ellos.

Edurne Uriarte