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Rato, la maldición de Casandra
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Graciano Palomo

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Rato, la maldición de Casandra

Ignoro el contenido de las dos horas de conversación en Castellana, 5. Pero aplicando el mero sentido común podría tabularse. Da igual. El hecho político sigue siendo igual de letal

Foto: El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato. (EFE)
El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato. (EFE)

Resulta cuando menos sorprendente que dos veteranísimos de la cosa se hayan conducido con tanta estultez como falta de tacto político. Jorge Fernández Díaz y Rodrigo Rato cuando concertaron su polémica y mentada cita en sede oficial deberían haber pensado la que se iba a organizar. Algo que va de suyo.

Rato, el otrora icono del centroderecha que parecía inmarcesible, ha metido en buen lío (de nuevo) a la formación política que le dio fama y poder y de la que pudo ser su comandante en jefe si hubiera aceptado la oferta (por lo bajini) que le hizo su antiguo empleador José María Aznar.

Desde que anda metido en quilombos, uno tras otro, no da una a derechas. Su impronta mediática, decapitado al amanecer, ha hecho perder miles y miles de votos al Partido Popular porque al fin y al cabo siempre fue presentado como un estadista. Una persona teóricamente tan inteligente debería saber que no se puede servir a dos señores: el interés general, por un lado, y al dinero por otro. Uno puede comprender su desesperación pero una opción política que está en el Gobierno es siempre mucho más importante que una persona.

Ignoro el contenido de las dos horas de conversación en Castellana, 5. Pero aplicando el mero sentido común podría tabularse la conversación. Da igual. El hecho político sigue siendo igual de letal para los intereses de ambos interlocutores. Se comprende, por tanto, la orden ejecutiva de Mariano Rajoy empujando a su ministro del Interior a dar explicaciones en sede parlamentaria.

No hace muchas semanas que el ministro Fernández Díaz me relataba en un camerino televisivo el potro de tortura que significa ser responsable de la seguridad interior de un país con tantos frentes abiertos. Pero en política democrática una portera (dicho sea con el máximo respeto) puede derribar a un primer ministro.

La sensación que puede sacudirse del lío de Castellana, 5 es que ambos –Fernández Díaz y Rato- son ya dos personajes políticos del pasado. Uno más que otro pero casi ex aequo.

¡Cosas veredes, amigo Sancho!

Resulta cuando menos sorprendente que dos veteranísimos de la cosa se hayan conducido con tanta estultez como falta de tacto político. Jorge Fernández Díaz y Rodrigo Rato cuando concertaron su polémica y mentada cita en sede oficial deberían haber pensado la que se iba a organizar. Algo que va de suyo.

Rodrigo Rato Mariano Rajoy José María Aznar