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A Mas le espera la soledad de su casa
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Graciano Palomo

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A Mas le espera la soledad de su casa

Los inputs que llegan desde Cataluña apuntan que, suceda lo que suceda el 27-S, el 'president' habrá perdido. O irse a casa y rendir cuentas, o que Romeva y Cía. lo manden al averno

Foto: El presidente de la Generalitat y número cuatro por Barcelona de Junts pel Sí, Artur Mas, en un acto de la campaña electoral. (EFE)
El presidente de la Generalitat y número cuatro por Barcelona de Junts pel Sí, Artur Mas, en un acto de la campaña electoral. (EFE)

Mientras el mundo se sobrecoge ante la enorme tragedia de los refugiados que huyen ante el avance de los sátrapas en amplios territorios del mundo árabe –demostrando que la humanidad camina hacia la globalización total sin fronteras ni alambradas-, aquí unos dirigentes de un pequeño territorio llamado Cataluña siguen empeñados en poner puertas al campo.

Si lo primero es posible porque el mundo libre no utiliza legítimamente su fuerza para mandar a paseo a los que quieren restablecer la esclavitud, lo segundo ha sido posible porque el Estado hizo un increíble e histórico ejercicio de incomparecencia mientras le segaban traicioneramente su existencia en esos poco menos de 30.000 kilómetros cuadrados. Menos, si el Valle de Arán cumple su promesa de desgajarse de una Cataluña teóricamente independiente.

Artur Mas ha sido la pieza clave -dada su posición institucional y de poder- en un camino de no retorno que ha dejado en las cunetas mucho dolor, excesivo precio e incertidumbres que al final se pagan como el sufrimiento de los más desfavorecidos.

Suceda lo que suceda el 27-S, habrá perdido. Porque si su movimiento nacional no alcanza los votos necesarios para continuar en el monte tendrá que irse a su casa teniendo que responder de sus desvaríos. Si, en cambio, Junts pel Sí consigue su propósito (nunca en votos), los nuevos mandamases -con Romeva a la cabeza (el mismo que durante años abjuró de la corrupción de la derecha nacionalista y ahora lo hace del internacionalismo de izquierdas)- le mandarán directamente al averno y de paso se habrá dinamitado la vieja y corrupta Convergència de Jordi Pujol.

Todos los inputs que llegan desde Cataluña inciden en esa posibilidad cierta. Quizá le quede alguna oferta para impartir algunas clases en algún centro educativo de Estados Unidos o un sombrío cargo en algunos de los laboratorios farmaceúticos de su tierra a los que han inflado a pasta pública.

Nadie podrá obviar el hecho de que decidió echar un pulso al Estado cuando ese Estado estaba (2012) en una situación catatónica, entre otras cosas por la elevadísima deuda pública que esa autonomía aportaba al conjunto de España.

Para más inri y para su desgracia, Pau Gasol, tan catalán como español y viceversa, conducía a España a una nueva victoria deportiva ante las prepotentes mesnadas de Tony Parker.

Mientras el mundo se sobrecoge ante la enorme tragedia de los refugiados que huyen ante el avance de los sátrapas en amplios territorios del mundo árabe –demostrando que la humanidad camina hacia la globalización total sin fronteras ni alambradas-, aquí unos dirigentes de un pequeño territorio llamado Cataluña siguen empeñados en poner puertas al campo.

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