Los libros de estilo que van de Rajoy a Aznar

La frase “tú y tu puta guerra” de Mariano Rajoy a José María Aznar en la madrugada del 14 al 15 de marzo de 2004 no se pronunció nunca. Podría haberse dicho, pero no se dijo. Punto. Tengo testimonios más que suficientes para poder afirmar lo que escribo.

Aznar perdió el poder -y lo que es más grave, la “auctóritas” histórica- porque su chulería sin causa le hizo ver que una llamada a los partidos de oposición con 192 muertos encima de la mesa y 1.500 heridos era la único que se podía hacer. Y no lo hizo. Perdió el “oremus” en aquellas horas terribles de la vida española porque estuvo rodeado de un equipo de incompetentes y pelotas, con Carlos Aragonés y Alfredo Timermans a la cabeza. El Estado se le fue entre las manos porque el jefe del CNI que había cooptado, Jorge Dezcállar, nunca lo debería haber sido, y porque al frente del Ministerio del Interior había puesto a una persona incapacitada para esos menesteres como Ángel Acebes.

Pero la máxima responsabilidad fue suya en calidad de comandante en jefe. Si su soberbia le hubiera permitido convocar a los líderes, y con ellos al país en su conjunto, en torno al primer ejecutivo de la Nación la cosa hubiera sido diferente. Sabido es que no se puede pedir peras a un olmo. El Estado se le fue entre las manos porque no era el estadista que pretendía cubriendo su pecho con falsas medallas del Congreso de Estados Unidos -compradas con dinero de los españoles- y porque -“qué error, qué tremendo error”- se hizo la foto en las Azores como un vulgar edecán de Bush. Se podrá poner como quiera pero frente a hechos no caben argumentos. Venir ahora a dar lecciones rodeado de la descomunal estadista Cayetana Álvarez de Toledo y del joven Javier Zarzalejos, que era secretario general de Presidencia, puede sonar y de hecho suena a chacota de sal gorda aunque se ponga muy relamido y ridículo en las peroratas.

La diferencia de comportamiento de aquel entonces inquilino de la Moncloa con el actual es abismal. Así lo percibe la opinión publicada y la pública. Los hechos de Aznar frente a los hechos de Rajoy. Las altisonancias y mentiras de entonces frente a los silencios eficaces de hoy. La humildad y el sentido práctico de hoy, llamando incluso a Iglesias Turrión, contrasta poderosamente con los charlotescos rictus aznaristas de entonces. Por eso Rajoy va a ganar las elecciones y él las perdió (aunque el candidato fuera Mariano). Punto.

¡No sé si la Historia le absolverá!