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En Washington se refugia el último aznarista
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Graciano Palomo

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En Washington se refugia el último aznarista

Está en su derecho el señor embajador, Ramón Gil-Casares Satrústegui, de reconocerse 'aznarista' convicto y confeso pero permítame recordarle que el jefe del Gobierno actualmente se llama Rajoy

Foto: Ramón Gil-Casares (d) con John Kerry (c) y el embajador de EEUU en España, James Costos (i)
Ramón Gil-Casares (d) con John Kerry (c) y el embajador de EEUU en España, James Costos (i)

Me encontré hace unos días en Nueva York al dimisionario embajador de España ante la Casa Blanca, Ramón Gil-Casares Satrústegui, el que fue consejero especial para Asuntos Exteriores del presidente Aznar en aquellos aciagos años de 2000/2004.

Gil-Casares, como Juan Villalonga e incluso como otros que hicieron gran carrera (al menos económica/financiera, léase Blanco Balín, etc…) fue compañero de pupitre en el colegio El Pilar del señor del bigote y porte taciturno. Dicen en los propios aledaños de Faes y otros excolaboradores de Aznar, uno de los cuales habita en NYC por cuenta de quien paga, que el prepotente poncio fue responsable directo de aconsejar al expresidente de fotografiarse en las Azores y de presumir de 'vínculo transatlántico'.

Estuvo y está en todo su derecho el señor embajador -mientras dure- de reconocerse 'aznarista' convicto y confeso pero permítame recordarle que el jefe del Gobierno actualmente y desde hace cuatro años se llama Mariano y se apellida Rajoy. Tengo para mí que a este Gil-Casares lo de Rajoy, como que no. Está en su derecho, evidentemente, pero, muchacho, si no te gusta tu jefe para qué demonios representas a su administración nada menos que ante la primera potencia mundial.

Lo de Aznar es lo de siempre. A la espera de que de una vez hable Luis Bárcenas de aquellos años -no sólo susurre al bien afilado oído de Raulito del Pozo que también tenemos los demás derecho a conocer sus 'secretos'- y tabule los donativos electorales a gran escala –¡Eh, Rodrigo!- este hombre se va consumiendo lentamente a menor velocidad de lo que se lo llevaron sus amiguetes tan contante y calentito. Empezamos con Miguel Blesa -¡Habla, coño, Miguel, de una vez!- y que termine el cante Blanco Balín o si lo prefiere Villalonga.

Me encontré hace unos días en Nueva York al dimisionario embajador de España ante la Casa Blanca, Ramón Gil-Casares Satrústegui, el que fue consejero especial para Asuntos Exteriores del presidente Aznar en aquellos aciagos años de 2000/2004.

José María Aznar