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De la llamada del premier Valls al aquelarre del Wellington
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Graciano Palomo

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De la llamada del premier Valls al aquelarre del Wellington

Existe alguna posibilidad, en efecto, de que con 90 escaños y casi con dos millones de votos menos que el PP, el jefe del PSOE se convierta en primer ministro. ¿Para hacer qué cosas?

Foto: Reunión del primer ministro francés, Manuel Valls, y el líder socialista español, Pedro Sánchez, en octubre pasado. (EFE)
Reunión del primer ministro francés, Manuel Valls, y el líder socialista español, Pedro Sánchez, en octubre pasado. (EFE)

De la enorme orgía de dimes y diretes que estos días inunda Madrid sólo me interesan los “hechos”. Estamos en un tiempo donde las declaraciones de unos y otros no tienen el más mínimo valor, ni siquiera como referencia para hacerse una simple composición de lugar. Como hecho, desde luego, uno de los puntos más interesantes es la llamada telefónica del premier francés Manuel Valls a Pedro Sánchez y el consiguiente almuerzo en el hotel Wellington de Madrid entre el líder socialista histórico Felipe González y el actual secretario general Pedro Sánchez.

Que los socialdemócratas europeos están que no les llega la camisa al cuello ante la posibilidad de que uno de sus socios pacte con la extrema izquierda en un país tan definitivo para la UE como España es algo que resulta perfectamente descriptible, máxime cuando esos líderes socialistas en los gobiernos de Europa están apuntando ya las nuevas “reformas” que hay que realizar en nuestro país.

He leído en este periódico que los “barones” han comisionado a Felipe González para que impida que su sucesor en Ferraz llegue a un acuerdo con secesionistas convictos y confesos, y mucho menos con las mesnadas podemitas. Supongo que ese fue el leit motiv esencial del almuerzo referido entre González y Sánchez. Pero sabido es que el propio Felipe, como otros exdirigentes socialistas, declara que no le hacen ni “puñetero caso”. Me lo creo.

Existe alguna posibilidad, en efecto, de que con 90 escaños y casi con dos millones de votos menos que el PP, el jefe del PSOE se convierta en primer ministro. Pregunto, ¿llegar a presidente para qué? ¿Para hacer qué cosas? ¿Con qué objetivos? En Portugal, el primer ministro socialista luso –la nueva referencia de Sánchez- ya ha pedido un segundo rescate a la UE y las medias esenciales que propone al Parlamento tienen que ser avaladas por la derecha porque sus socios dicen que nanay.

El cuerpo me pide contemplar el espectáculo de un gobierno a cinco o seis –cada socio del mismo hijo de su padre y de su madre- y ver si son capaces de mantener el “statu quo” actual sin aumentar los impuestos, el gasto público y hacer que funcione la calculadora. ¡No me quiero perder ese espectáculo!

Pero ya les adelanto que si todos sus planes pasan por lograr el dinero que necesitan de las cuentas corrientes de los Botín, los Entrecanales, los Florentino, los Amancio Ortega y demás elenco de ricos ilustres, van dados.

Sería como reconocer que no entienden nada de un mundo tan globalizado. Y eso que tiene Pedro en Felipe González un maestro de la cosa.

De la enorme orgía de dimes y diretes que estos días inunda Madrid sólo me interesan los “hechos”. Estamos en un tiempo donde las declaraciones de unos y otros no tienen el más mínimo valor, ni siquiera como referencia para hacerse una simple composición de lugar. Como hecho, desde luego, uno de los puntos más interesantes es la llamada telefónica del premier francés Manuel Valls a Pedro Sánchez y el consiguiente almuerzo en el hotel Wellington de Madrid entre el líder socialista histórico Felipe González y el actual secretario general Pedro Sánchez.

Manuel Valls Socialdemocracia Izquierda Unida