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Revienta el último sueño de la generación de la Transición
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Graciano Palomo

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Revienta el último sueño de la generación de la Transición

¿Se han vuelto locos? Sí. Sin Europa volvemos a la caverna, al aislamiento, a la debilidad nacional de los 28 componentes que dada la globalización serán cada vez más frágiles

Foto: Banderas británicas y de la UE, ante la sede de la Comisión en Bruselas. (Reuters)
Banderas británicas y de la UE, ante la sede de la Comisión en Bruselas. (Reuters)

Para los compatriotas de mi generación, que no es otra que la que construyó desde su juventud más incipiente la democracia actual, Europa era mucho más que una legítima ambición por salir del aislamiento y de los complejos producto de cuatro décadas de falta de libertades.

Durante muchos años España ha sido el país de la Unión Europea (UE) más optimista e incluso más creador en el seno de la primera transnacional política del mundo. Quiero recordar aquí, porque algunos parecen no saberlo, que fue el presidente Felipe González quien con el apoyo decidido del rey Juan Carlos (que entonces gozaba de una inmensa 'auctoritas' en el orbe internacional) consiguió que, finalmente, España se incorporara a la Unión el 12 de junio de 1985. ¡Estábamos salvados! Durante 30 años Europa ha conseguido que fuéramos perdiendo el pelo de la dehesa, mimetizarnos con el mundo libre y próspero y que recobráramos nuestra propia autoestima.

Ha tenido que ser el Reino Unido, un país que nunca tuvo que entrar en la Europa unida, el que aseste la puñalada trapera sólo porque el señor conservador Cameron tiene un problema interno con la extrema derecha del UKIP. Después de la enorme bajada de pantalones de los señores Hollande, Renzi, Merkel, Rajoy, Tsípras, Juncker y demás colegueo burocrático de Bruselas ante Londres nada será igual. Porque sin Schengen, esto es, libre circulación de personas dentro de los estados miembros suscribientes, no hay Europa. Luego vendrán otras contra reformas. Ahora mismo es el primer ministro húngaro Viktor Orbán el que se apresta a meter la daga definitiva.

¿Se han vuelto locos? Sí. Sin Europa volvemos a la caverna, al aislamiento, a la debilidad nacional de los 28 componentes que dada la globalización serán cada vez más frágiles.

Para los países que entraron en la Unión después de sufrir dictaduras -es el caso de los antiguos países comunistas- y en otro sentido España la conformación de esa transnacional democrática era más que un sueño ciudadano. Representaba el salvoconducto a la supervivencia.

Europa será para siempre nuestro signo de identidad, más allá de otras legítimas pertenencias.

¡Gana la sacralización del aldeanismo! Yo me apeo en la siguiente.

Para los compatriotas de mi generación, que no es otra que la que construyó desde su juventud más incipiente la democracia actual, Europa era mucho más que una legítima ambición por salir del aislamiento y de los complejos producto de cuatro décadas de falta de libertades.

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