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La vieja guardia comunista contra Garzón
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Graciano Palomo

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La vieja guardia comunista contra Garzón

Anguita ha sido clave para el entendimiento entre Iglesias y Garzón. 26 años después uno tendría la sensación de que diluir al viejo PCE fue un error de apreciación inmediata

Foto: El portavoz de IU en el Congreso, Alberto Garzón. (EFE)
El portavoz de IU en el Congreso, Alberto Garzón. (EFE)

Julio Anguita, el viejo califa, con cuya amistad personal me honro, ha vuelto. Quizá en el papel que más le gusta interpretar entre bambalinas, el sentir de la izquierda no socialdemócrata en pos del asalto al palacio de invierno.

Anguita es un soñador de verbo florido al que la marginalidad política marcó decisivamente aunque él siempre ganaba en Córdoba, su ciudad, que es donde se fajan los auténticos líderes. A estas alturas todo el mundo sabe que ha sido uno de los referentes básicos de Pablo Iglesias en aras de conseguir que el viejo PSOE se hiele entre los glaciares del felipismo.

En realidad, Julio tuvo que bailar con la caída del Muro cuando los pueblos del este, ahítos de tanta miseria y oprobio tras ochenta años de dictadura comunista, se pusieron en pie, piqueta en mano, para enterrar el colectivismo que les robó la libertad y les dio pan racionado. De ahí que optara por Izquierda Unida porque, bien estudiado Anguita mientras estuvo en política activa, siempre llevó puestas las luces largas.

Este hombre comunista -¿a fuer de liberal?- ha sido clave para el entendimiento entre Iglesias y Garzón. Veintiséis años después uno tendría la sensación de que diluir al viejo Partido Comunista de España (PCE) fue un error de apreciación inmediata. Pero no significa que no haya gentes que encuentren en esas siglas sus principales referencias históricas.

Garzón tiene que enfrentar ahora una revuelta interna que lideran los santones de esas señas de identidad, Gaspar Llamazares entre ellos, pero también muchos dirigentes que fueron apartados de un manotazo por el poder garzoniano incluso antes de que el bueno de Cayo Lara dejara oficialmente de mandar en ese predio.

Creo que finalmente la alianza Podemos/Izquierda Unida tendrá un corolario de maridaje porque estos jóvenes se conjuraron un día para dejar para siempre la marginalidad que ellos adjuntan a las “traiciones” que supuso la Transición. Aunque en realidad fue el pueblo soberano quien los puso en su transportín.

Creo.

Julio Anguita, el viejo califa, con cuya amistad personal me honro, ha vuelto. Quizá en el papel que más le gusta interpretar entre bambalinas, el sentir de la izquierda no socialdemócrata en pos del asalto al palacio de invierno.

Izquierda Unida Julio Anguita Alberto Garzón