Secretos a voces del 'Panamá Papers'

Si hay un tema en los últimos tiempos que remueve el braserillo nacional pasa por los papeles de Panamá que los sabuesos de El Confidencial desbrozan cada día. Tiene su lógica. El morbo pasa por nombres conocidos lo que, unido a pelas contantes y sonantes, ofrece un resultado mediático extraordinario.

El periodismo en este caso ofrece a las sociedades un servicio impagable. Muy especialmente en aquellos que juegan al discurso vano y políticamente correcto para hacer acto seguido todo lo contrario.

No hay sarao televisivo, aquelarre que se precie donde no salga a relucir la lista de marras. Y si no pinchas a diario el periódico en el que me honro firmar estás vendido. ¿Quedan nombres por salir? ¿Hay autodelaciones al uso? ¿Existen presiones 'avant-match'? Es una cuestión que deberá responder el director de El Confidencial y los responsables del equipo que husmea los ya famosos e históricos 'Panamá Papers'.

Llevo muchos años en este oficio y, por lo tanto, sé de qué pie cojea. Comprendo que los competidores estén que echan las muelas pero los hechos son los hechos y los papeles los tiene quien los tiene. Luego vienen los que se han quedado sin ropa interior. No se puede ir repartiendo patentes de todo, despachando acreditaciones de ciudadanos ejemplares y enterarnos de que finalmente los cuartos descansan en paraísos fiscales o al menos se intenta. No hay otro camino en democracia para la socialización y la solidaridad que el fisco. No se puede hablar a morros llenos de justicia social y asociarte en sociedades opacas para que el dinero que tiene que servir para abrir hospitales y levantar escuelas no llegue.

Tengo referencias claras respecto a la inquietud que sobrevuela en determinados nombres y apellidos de aparecer retratados en dichos papeles. Desde luego, mi conserje no. Al final, los que pudieran estar porque son ricos están. Y otros no aparecerán.

Por ahora.