Los 40 años de Cebrián/Prisa y viceversa

Las nuevas generaciones no tienen cabal idea de lo que ha representado el diario 'El País' en estos 40 años de democracia y modernización de España.
Un lunes de abril de 1985 invité a desayunar en la Agencia EFE al que fue mi amigo Francisco Fernández Ordoñez, a la sazón entonces ministro de Asuntos Exteriores en el segundo Gobierno de Felipe González. Antes había sido presidente del Instituto Nacional de Industria (INI) con Franco y luego ministro con Adolfo Suárez hasta que dio la 'espantá' en UCD.

-¡Menuda carrera llevas, Paco!, comenté.

-Todo eso lo cambiaría por ser director de 'El País', contestó.

Pues eso.

La verdad histórica respecto a la fundación del citado diario pasa necesariamente por Londres, cuando en las postrimerías del franquismo oficiaba de embajador ante la corte de San Jaime Manuel Fraga, entonces cabeza visible de los 'reformistas' del régimen. Carlos Mendo le terminó de convencer y Juan Luis Cebrián, que estaba en 'Informaciones' tras una rutilante carrera que pasó por el diario 'Pueblo' de Emilio Romero y los Sindicatos del régimen franquista, fue su primer director.

Un poco más tarde, cuando el éxito del rotativo era espectacular, un empresario que venía también del régimen, Jesús Polanco, se hizo con el control empresarial del mismo y Cebrián inició su rutilante carrera hacia el Olimpo. Durante casi cuatro décadas, 'El País' ha dictado sentencias a diestra y siniestra. Implacablemente. Expedía patentes de casi todo y si te ponía la proa te podías dar por muerto. Ahora ha perdido fuelle en forma de influencia pero continúa siendo una referencia básica para los sectores más templados del mundo iberoamericano. No quiero entrar en los avatares empresariales y otros enjuagues; mucho menos en los incestos con el poder político/económico o económico/político, que de todo hay en el que fuera “diario independiente de la mañana”. Lo sustancial por encima de adjetivaciones 'ad hominem' es que cuando los historiadores del futuro quieran entender lo que ha pasado en este país (todavía maravilloso) durante esa larga etapa tendrán que acudir a la hemeroteca del citado periódico.

El propio periódico ha recordado en numerosas ocasiones que el poder corrompe, y no digamos el absoluto.

Es verdad también, como recuerda hoy mismo uno de sus nombres más señeros de su redacción, que a quien Dios se la da, San Pedro no se la bendice. Aunque en este caso haya que ponerse gafas para ver la realidad virtual.